23 noviembre 2007

Los noviembre en otras historias inventadas

Primer día
PRIMA

Donde se llega al pie de la abadía y Guillermo da pruebas de gran dureza.
Era una hermosa mañana de finales de noviembre. Durante la noche había nevado un poco, pero la fresca capa que cubría el suelo no superaba los tres dedos de espesor. A oscuras, en seguida después de laudes, habíamos oído misa en una aldea del valle. Luego, al despuntar el sol, nos habíamos puesto en camino hacia las montañas. Mientras trepábamos por la abrupta vereda que serpenteaba alrededor del monte, vi la abadía. No me impresionó la muralla que la rodeaba, similar a otras que había visto en todo el mundo cristiano, sino la mole de lo que después supe que era el Edificio. Se trataba de una construcción octogonal que de lejos parecía un tetrágono (figura perfectísima que expresa la solidez e invulnerabilidad de la Ciudad de Dios), cuyos lados meridionales se erguían sobre la meseta de la abadía, mientras que los septentrionales parecían surgir de las mismas faldas de la montaña, arraigando en ellas y alzándose como un despeñadero. Quiero decir que en algunas partes, mirando desde abajo, la roca parecía prolongarse hacia el cielo, sin cambio de color ni de materia, y convertirse, a cierta altura, en burche y torreón (obra de gigantes habituados a tratar tanto con la tierra como con el cielo). Tres órdenes de ventanas expresaban el ritmo ternario de la elevación, de modo que lo que era físicamente cuadrado en la tierra era espiritualmente triangular en el ciclo. Al acercarse más se advertía que, en cada ángulo, la forma cuadrangular engendraba un torreón heptagonal, cinco de cuyos lados asomaban hacia afuera; o sea que cuatro de los ocho lados del octágono mayor engendraban cuatro heptágonos menores, que hacia afuera se manifestaban como pentágonos. Evidente, y admirable, armonía de tantos números sagrados, cada uno revestido de un sutilísimo sentido espiritual. Ocho es el número de la perfección de todo tetrágono; cuatro, el número de los evangelios; cinco, el número de las partes del mundo; siete, el número de los dones del Espíritu Santo. Por la mole, y por la forma, el Edificio era similar a Castel Urbino o a Castel dal Monte, que luego vería en el sur de la península italiana, pero por su posición inaccesible era más tremendo que ellos, y capaz de infundir temor al viajero que se fuese acercando poco a poco. Por suerte era una diáfana mañana de invierno y no vi la construcción con el aspecto que presenta en los días de tormenta.
Sin embargo, no diré que me produjo sentimientos de júbilo. Me sentí amedrentado, presa de una vaga inquietud. Dios sabe que no eran fantasmas de mi ánimo inexperto, y que interpreté correctamente inequívocos presagios inscritos en la piedra el día en que los gigantes la modelaran, antes de que la ilusa voluntad de los monjes se atreviese a consagrarla a la custodia de la palabra divina.

de "El nombre de la rosa" por Umberto Eco

22 noviembre 2007

El río que nos lleva

fernando fernán-gómez

A Fernando Fernán-Gómez por el regalo que supuso su obra para la mente y la vida; por ser uno de nosotros en nuestro propio tiempo y formar parte de nuestros recuerdos.

21 noviembre 2007

Granada: vista parcial

GRANADA

XV
Ruy Cid
Polla veiga de Granada
El-rei moiro passeiava,
De sua lança na mão,
Com que pássaros matava:
Nã lhe dava pollos pés,
Nem pollos azas lhe dava;
Dava-lhe certo no bico,
Que logo los derreava.
E, nisto, lhe chegam novas
Ou`Alfama lh`era tomada.
E Cramou
- « Ai, Alfama,minh`Alfama,
Que m`estavas mal guardada!
Ainda hontem, dos moiros;
Hoje, dos christãos ganhada!
Ai,Alfama, minh` Alfama,
A fogo sejas queimada,
S`amanhã lo sol raiar
Sem de moiros ser c`roada!»
E chamou por seus moiricos,
Que lh'andavam na lavrada;
Nã lhe vinham um a um;
Quatro, cinco, de manada.
E disse:
- «Quem é lo avenluroso
Que me ganh' esta jornada?»
Respondeu-Ih' um moiro velho,
De cem annos, menós nada;
- «Esta batalha, bom rei,
Só por vós será ganhada:
E lo perro de Ruy Cid
Lo tereis pela barbada;
La sua Ximena Gomes
Será vossa captivada;
Sua filha Don' Urraca
Será vossa mancehada;
E la outra, mais chiquita,
P'ra vos servir, descalçada.»
Huy Cid, qu` stav` ouvindo
Da torre, sua morada,
Logo chamou sua filha
Dona Urraca chamada.
E lhe disse:
- «Veste, filha, teus brocados;
D'ir á festa mais honrada;
De chapins d'oiro, não prata,
Vem, tu filha, bem calçada;
E já, já, põe t' á janella,
Ao caminho defrontada.
Em quanto vou cavalgar
E cingil la minha 'spada,
Detem-me tu lo rei moiro,
Qu' ha de passar na estrada.
Vae tu palavr' em palavra,
Cada qual bem demorada;
Cada uma dellas todas
Que seja d'amor tocada;»
Pergunta ella:
- «Como lh`hei fallar d`amor,
Se d`amor eu nã sei nada?»
Responde Ruy Cid:
- «Falla-lhe desta maneira,
Uma falla bem fallada:
«Bem appar`cido, rei moiro,
Nesta hor`abençoada!
Há sept`annos, já sept`annos,
Que de vós sou namorada ;
Já vae correndo nos oito;
Quero m`ir por vós furtada.»
Vestida de seus brocados,
De chapins d`oiro calçada,
´Sta Urraca de janella
Ao caminho defrontada;
E deitando olhos ao longo,
Vê lo rei que vem na estrada,
E lo moiro, que la viu,
La saudou, bem cortejada:
- «Alá vos guarde, senhora,
Nesta hor`afortunada!»
Éll, então, desta maneira
Fallou falla bem fallada;
E de palavr`em palavra
Cada qual bem demorada,
Cada uma d`ellas todas
Era do amor tocada:
- «Bem appar'cido. rei moiro
Nesta har' abençoada!
Ha sepl' annos, já sept' annos,
Que de vós sou namurada;
Já vae correndo nos oito;
Quero m'ir por vós furtada.» -
- «Senhora, n'isso que qu'reis,
Andaes bem aconselhada:
De tantas mulheres qu'eu tenho,
Só vós sais ue mim amada;
Sereis rainha dos moiros,
Em grandes festas c'roada;
De duzentos mil vassallos
Tere-is vossa mão beijada.»
ÉIl' então lhe diz, com pena,
J i talvez enamorada:
- «I-vos d'aqui, meu rei moiro;
Nã me cuideis refalsada.
Assomar vi cavalleiros,
Que lá vem de mão armada
Com meu pae, lo dom Ruy Cid,
A correr à desfilada.»
Responde lo moiro:
- «Nã me temo de Ruy Cid,
Nem de sua gent' armada;
Só temo lo seu Babieca,
Filho da minh egua baia:
Perdi-lo numa batalha;
Bem lhe sinto la patada.»
E lo moiro lá se vae
De carreira desfechada,
Por meio duma courella
Jã do arado cortada:
- Mal haja-lo lavrador,
Que fez tamanha lavrada!»
Lo moiro sempre correndo
De carreira desfechada,
Vae a caminho do rio,
A' barc' ahi costumada:
- “Também mal hajas barqueiro,
Que tens la barca varada!»
E, na sua egoa baia,
De carreira desfechada,
Logo se metteu ao rio,
Que nã tinha qu'esp'rar nada.
E ia cramando:
- «La mulher mãe dum só filho,
Ai, que mãe tão desastrada!
Espora, que delle caia,
Por niguem será tomada!
Que lo firam, que lo matem,
Nã tem la morte vingada!
Mas, se desta me vou; salvo,
Oh, que desforra tirada!»
No comenos, vem Ruy Cid,
Vê lo rnoiro ir a nado;
E,de raivoso, lh'atira
Um dardo, bem apontado.
E diz:
- «Guardae-me lá genro meu,
Este dardo bem guardado.»
E, no corpo do rei moiro,
Ficou lo ferro cradado.
E lo moiro foi cramando:
- «Como guardar-te, Ruy Cid,
Esse dardo traiçoado.
Se me vae a dentro d`alma,
No corpo atravessado?
Mas nã môrra desta feita,
Que te prometto, sagrado,
Varar-te c`um cento delles.
Sem precisar ser rogado.»
E morreu.

del "ROMANCEIRO do archipelago da Madeira" publicado por ALVARO Rodrigues Azevedo (1880)

19 noviembre 2007

Los noviembre en otras historias inventadas

En noviembre cumpliría treintaiún años. ¿No iba a conseguir nunca un buen trabajo? ¿No tendría jamás casa propia? Pensó lo agradable que sería tener un buen fuego al que arrimarse y sentarse a una buena mesa. Ya había caminado bastante por esas calles con amigos y con amigas. Sabía bien lo que valían esos amigos: también conocía bastante a las mujeres. La experiencia lo había amargado contra todo y contra todos. Pero no lo había abandonado la esperanza. Se sintió mejor después de comer, menos aburrido de la vida, menos vencido espiritualmente. Quizá todavía podría acomodarse en un rincón y vivir feliz, con tal de que encontrara una muchacha buena y simple que tuviera lo suyo.
Pagó los dos peniques y medio a la camarera desaliñada y salió de la fonda, reanudando su errar. Entró por la Calle Capel y caminó hacia el Ayuntamiento. Luego, dobló por la Calle Dame. En la esquina de la Calle George se encontró con dos amigos y se detuvo a conversar con ellos. Se alegró de poder descansar de la caminata. Sus amigos le preguntaron si había visto a Corley y que cuál era la última. Replicó que se había pasado el día con Corley. Sus amigos hablaban poco. Miraron estólidos a algunos tipos en el gentío y a veces hicieron un comentario crítico. Uno de ellos dijo que había visto a Mac una hora atrás en la Calle Westmoreland. A esto Lenehan dijo que había estado con Mac la noche antes en Egan's. El joven que había estado con Mac en la Calle Westmoreland preguntó si era verdad que Mac había ganado una apuesta en un partido de billar. Lenehan no sabía: dijo que Holohan los había convidado a los dos a unos tragos en Egan's.

De “Dos galanes” en los Cuentos de James Joyce

17 noviembre 2007

Estimado Sancho Panza:

Aunque como lector te declaraste in-útil, como "maestro refranero" no tuviste parangón en opinión de Don Quijote, y para que en el "libro de memoria" los almacenes y los digas cuando en gana te viniere te ofrezco estos refranes castellanos de la letra "h",:
(más que sentencias breves del saber popular, son tonterías encadenadas sin "ton" y con poco "son")
Habar que florece a gloria huele. Haber muchas putas en Teba (Málaga) no es cosa nueva. Habiendo buena gana, de más está la salsa. Habla con la boca y no con las manos; que cada vez que hablas suspendes el tra­bajo. Habladas o escritas las palabras, sobran las que no hacen falta. Hablador de pago, orgulloso y vano. Habla el mozuelo con la mozuela y el diablo les hace la rueda. Habla el sabio y escucha el discreto; uno sembrando y el otro recogiendo. Hablando, hablando, la ocasión se va pasando. Hablando, perderás; oyendo, ganarás. Hablando se saben las cosas, callando se ignoran. Habla clarito, no hace postema en el pechito. Habla rezongada, ruin habla. Hablar mucho y decir poco es de hombre tontiloco. Hablar, no cuando puedas, sino cuando debas. Hablar sin ton si son es saltar como el cigarrón. Habla siempre que debas, y calla siempre que puedas. Hable bien el que sabe, y el que no, échese la llave. Hable la lengua, y estén las manos quedas. Hablen obras, y no palabras alabanciosas. Hace buena cuenta quien con lo suyo se contenta. Hace mal quien lo secundario hace principal. Hace más la raza que la enseñanza. Hace mucho más daño un hacha en la boca que en la mano. Hacer bien al desconocido no carece de peligro. Hacer el bien, parecerse a Dios es. Hacer el mal que te hagan, no es pecado, sino paga. Hacer enseña a bien hacer. Hacer la cruz, en la cruz, y hasta la cruz. Hacienda de pluma, poco dura. Hacienda de robos hecha, poco duradera. Haciendo y deshaciendo, se va aprendiendo. Haga yo lo que debo, y húndase el cielo. Hambre furiosa no respeta ninguna cosa. Harto sabe quien sabe que no sabe. Hasta las gatas quieren alpargatas para no andar a gatas. Hasta las piedras las destruye el tiempo. Hasta lo bueno cansa, si es en mucha abundancia. Hasta para el juez hay horca. Hasta para encender lumbre hay que tener costumbre. Hasta que el hombre muere, nadie le alabe ni le vitupere. Hasta que es parecido, el mal no es conocido. Hasta que llegue Navidad, no eches mano a podar. Hasta que no hay colmillos, no hay niño. Hasta verlo en la era, llámale hierba. Haya cosillas para guisar, que cocinera no faltará. Haya guerra, pero no en mi tierra. Hay alegrías sosas y tristezas sabrosas. Haya paz duradera, y sea lo que Dios quiera. Hay risas con dientes, que como alanos muerden. Hay tontos que al pronto no dan la cara de tonto. Hay un mal que no tiene cura: la locura. Haz buena labor y confía en la bondad de Dios. Haz ruido y sacarás partido. Hazte cordero y te comerán los lobos. Hazte ropa una vez al año, pero de buen paño. Haz y deja hacer en paz. Hecha la paella, buena o mala, hay que comerla. Heladas en marzo favorecen los sembrados. Heredar hace medrar, que no trabajar. Hermanos por la sangre, casi nunca lo son por las voluntades. Hermosa y pobre, marido ninguno y muchos amadores. Hermosura sin gracia, cuerpo sin alma. Hermosura sin talento, gallardía de jumento. Hidalgo de aldea sin galgo, no parecería hidalgo. Hidalgo de Braga (Portugal) ni niega ni paga. Hidalgo que tiene un galgo, ya tiene algo. Higos y nueces no se comen juntos todas las veces. Higuera breval, una o dos en cada corral. Hija casadera, hija rabiadera. Hija que se casa, la casa paterna arrasa. Hija y madre son como uña y carne; sobre todo, contra el padre. Hijo de gran ladrón, gran señorón. Hijo de viejo, niño con talento. Hijo jugador, no nos los dé Nuestro Señor. Hijo mimado, mal educado. Hijos buenos-buenos, cuéntalos con los dedos. Hijo sin madre, río sin cauce. Hijo sin rienda, madeja sin cuerda. Hijos machos, hijos diablos. Hilo a plomo, y cágate en el mejor ojo. Hoja a hoja se come la alcachofa. Holgad, tenazas, que muerto es el herrero. Holganza no llena panza. Holgar y medrar no son a la par. Hombre abandonado, hombre abaldonado. Hombre almanaquero no llenará su granero. Hombre amañado, para todo es apañado. Hombre amaricado, ni carne ni pescado. Hombre ambicioso, hombre temeroso. Hombre anciano, juicio sano. Hombre barbilampiño, siempre parece niño. Hombre bien hablado, en todas partes bien mirado. Hombre bien vestido, en todas partes bien recibido. Hombre bien vestido, nunca mal parecido. Hombre casado, burro estropeado. Hombre cobarde, se casa mal y tarde. Hombre cocinilla, medio hombre, medio mariquilla. Hombre con hambre, no sabe lo que hace. Hombre con pereza, reloj sin cuerda. Hombre cortés, de todos estimado es. Hombre chato, hombre traidor e ingrato. Hombre chato, malicioso y falso. Hombre chico, con poco paño está vestido. Hombre chico, venenico. Hombre chiquito, no vale un pito. Hombre de buen juicio, hombre sin vicios. Hombre de buenos dichos, casi siempre mal bicho. Hombre de buen trato, a todos es grato. Hombre demasiado cortés, falso es. Hombre de oficios muchos, no gana el pan con ninguno. Hombre desbarbado, hombre sin cuidado. Hombre deslenguado, caballo desbocado. Hombre de verrugas, hombre de fortuna. Hombre de voz hueca, cántaro vacío. Hombre difamado, peor que ahorcado. Hombre enfermo, hombre eterno. Hombre viciado, hombre encadenado. Hombre grandón, no vale un cañamón. Hombre granducho, hombre blanducho. Hombre harto, hombre manco. Hombre largo, para coger nidos, ni de encargo. Hombre lisonjero, falso y embustero. Hombre mañoso sirve para todo. Hombre mariquilla, afilada la tijerilla. Hombre muy armado, de miedo va cagado. Hombre muy escrupuloso, siempre está menesteroso. Hombre muy parlero no escapa de embustero. Hombre ni mujer sin pero, no los hay dos en el mundo entero. Hombre osado, afortunado. Hombre palabrero, de raza embustero. Hombre pequeño, frasquito de veneno. Hombre pequeño, pocas veces risueño. Hombre no afortunado, nada envidiado. Hombre poco discreto es el que a su mujer dice un secreto. Hombre preguntón, de mala educación. Hombre que fía, ciego sin guía. Hombre que mucho bebe, tarde pagará lo que debe. Hombre que no mienta, ¿quién lo encuentra? Hombre que no trabaja, ándese roto y sin capa. Hombre refranero, medido y certero. Hombre refranero, nada pendenciero. Hombre rico, mal enemigo. Hombres de muchos pareceres, más que hombres son mujeres. Hombres hay con tal desdicha, que suspiran más por abajo que por arriba. Hombres hay ruines, aunque midan el oro por celemines. Hombre sin vicio ninguno escondido tendrá alguno. Hombres matiegos, del mejor reniego. Hombres mirados no juegan dados. Hombres que recíprocamente se alaban, burros que se rascan. Hombres sin defecto alguno, ninguno. Hombre todo vanidad y fantasía, el rey de la tontería. Hombre velloso, hombre rijoso. Hombre velludo, hombre corajudo. Hombre viejo no necesita consejo. Hombre cabezudo, poco sesudo. Hombre cansado y tendido, en seguida dormido. Hombre celoso hace una pulga un oso. Hombre chico, más que hombre, es mico. Hombre chiquito anda a brinquitos. Hombre encogido siempre va desvalido. Hombre envinado, hombre desatinado. Hombre es de buen tino, el que bebe aguado el vino. Hombre grande, patas de alambres. Hombre hombronazo, perezoso y bellacazo. Hombre infortunado, él por nadie es envidiado. Hombre mezquino no pida ayuda a su vecino. Hombre muerto, mal encuentro. Hombre muy grandón, poco varón. Hombre muy morrilludo, de vergüenza desnudo. Hombre narigón, solapado burlón. Hombre narigudo, hombre sesudo. Hombre narigudo, ingenio agudo. Hombre o mujer, cada cual se juzga mejor de lo que es. Hombre perezoso, reloj parado. Hombre pobre, tracero; hombre rico, trapacero. Hombre poderoso, casi nunca dichoso. Hombre rico tiene aduladores, pero no amigos. Hombre ruin acaudalado, piojo sobre brocado. Hombre solitario: o santo, o diablo. Hombres poco hombres, ni me los nombres. Hombres y mujeres, Dios los desenrede, que el diablo no quiere. Hombre y mujeres, sinsabores y placeres. Hombre tontoloco, para nada o para poco. Hombre tumbado, por nadie es derribado. Hombre vengado, corazón apaciguado. Hombre vil adinerado, por nadie es aguantado. Honesta torpeza es dormir por buena empresa. Honesto es el temer cuando se ve a otro padecer. Honra que anda en lenguas, sufre mengua. Honra que se manosea, entre las manos se queda. Hora a hora, Dios mejora. Hora menguada, hora malhadada. Horno por Navidad no tiene descanso. Horón lleno, pan para el invierno. Hostia partida, amistad de por vida. Hoy aquí y mañana allí; no medrarás ni aquí ni allí. Hoy debiendo y mañana pagando, vamos trampeando. Hoy domingo y mañana fiesta, buena vida es ésta. Hoy en pie le ves, y mañana dio al través. Hoy es oro, mañana plomo. Hoy, sernos, y mañana no parecemos. Huerta no cercada no vale nada. Huerta sin cerco no tiene dueño. Huerto no cercado, la fruta es de todos más que de su amo. Huéspedes de repente, ni me los mientes. Huevo puesto en Viernes Santo, nunca dañado. Huir cuando es menester, con honra se puede hacer. Huir de lo mal cernido es del hombre precavido. Humano es el errar, y divino el perdonar. Humildad y paciencia, ambas van por una senda. Hurtan muchos; pero restituir, pocos o ninguno. Hurtar es fustoso; restituir, penoso. Hurtar para dar a Dios es ir del demonio en pos. Hurtar para dar a Dios sólo el demonio lo aconsejó. Hurta y reparte, que es buen arte.

¡A volar!