11 septiembre 2008

CARTAS DESDE MI MOLINO – Alfonso Daudet

PROEMIO
Ante mí, Honorato Grapazi, notario residente en Pamperigouste, ha comparecido: El señor Gaspar Mitifio, marido de Vívete Cornille, vecino del lugar llamado de los Cigarrales y habitante en él; El cual, por el presente, vende y transfiere con todas las garantías de derecho y de hecho, y libre de toda clase de deudas, privilegios é hipotecas,
Al señor Alfonso Daudet, poeta residente en París, aquí presente y aceptante,
Un molino harinero de viento, sito en el valle del Ródano, en pleno riñón de la Provenza, sobre una ladera poblada de pinos y carrascas; estando el susodicho molino abandonado hace más de veinte años é inútil para moler, por efecto de las vides silvestres, musgos, romeros y otras hierbas parásitas que trepan por él hasta las aspas.
Eso no obstante, tal como es y está, con su gran rueda rota, y la plataforma con hierba crecida entre los ladrillos, el señor Daudet declara encontrar el susodicho molino de su conveniencia y apto para servir en sus trabajos de poesía, lo acepta de su cuenta y riesgo, y sin recurso alguno contra el vendedor por causa de las reparaciones que en él pudieran hacerse.
La venta es al contado y mediante el precio convenido, que el señor Daudet Poeta, ha sacado y puesto sobre la mesa en dinero contante y sonante de ley, el cual precio ha sido cobrado y guardado por el señor Mitifio; todo ello a vista de los notarios y testigos infrascritos, de lo cual se extiende carta de pago con reserva.
Contrato elevado en Pamperigouste, en el estudio de Honorato, en presencia de Francet Mamaí, tañedor de pífano, y Luiset, apodado el Quique, portador de la cruz de los penitentes blancos.
Quienes firman con las partes y el notario, previa lectura...
CARTAS DESDE MI MOLINO – Alfonso Daudet
NOTA:
"Daudet comienza su obra con un prólogo en el que representa una escritura de compraventa entre el dueño del molino, señor Gaspard Mitifio, y el propio Daudet ante el notario Honorat Grapazi. En este acto, Daudet “declara encontrar el susodicho molino de su conveniencia y apto para sus trabajos de poesía”. Esta acta es imaginaria, ya que el autor nunca llegó a comprar el molino Tissot." esto útimo de WIKIPEDIA

Reflejos varios

ciprés
Madrid
Madrid
debod

09 septiembre 2008

En Jaén residió Don Lope de Sosa...

CASTILLO PARADOR
Jaén
panorámica de jaén
catedral de jaén
vistas desde Santa Catalina

"Una cena" por Baltasar del Alcázar

En Jaén, donde resido,
vive don Lope de Sosa
y diréte, Inés, la cosa
más brava de él que has oído.

Tenía este caballero
un criado portugués...
Pero cenemos, Inés
si te parece primero.

La mesa tenemos puesta,
lo que se ha de cenar junto,
las tazas del vino a punto:
falta comenzar la fiesta.

Comience el vinillo nuevo
y échole la bendición;
yo tengo por devoción
de santiguar lo que bebo.

Franco, fue, Inés, este toque,
pero arrójame la bota;
vale un florín cada gota
de aqueste vinillo aloque.

¿De qué taberna se traxo?
Mas ya..., de la del Castillo
diez y seis vale el cuartillo,
no tiene vino más baxo.

Por nuestro Señor, que es mina
la taberna de Alcocer;
grande consuelo es tener
la taberna por vecina.

Si es o no invención moderna,
vive Dios que no lo sé,
pero delicada fue
la invención de la taberna.

Porque allí llego sediento,
pido vino de lo nuevo,
mídenlo, dánmelo, bebo,
págolo y voyme contento.

Esto, Inés, ello se alaba,
no es menester alaballo;
sólo una falta le hallo
que con la priesa se acaba.

La ensalada y salpicón
hizo fin: ¿qué viene ahora?
La morcilla, ¡oh gran señora,
digna de veneración!

¡Qué oronda viene y qué bella!
¡Qué través y enjundia tiene!
Paréceme, Inés, que viene
para que demos en ella.

Pues, sus, encójase y entre
que es algo estrecho el camino.
No eches agua, Inés, al vino,
no se escandalice el vientre.

Echa de lo tras añejo,
porque con más gusto comas,
Dios te guarde, que así tomas,
como sabia mi consejo.

Mas di, ¿no adoras y aprecias
la morcilla ilustre y rica?
¡Cómo la traidora pica;
tal debe tener de especias!

¡Qué llena está de piñones!
Morcilla de cortesanos,
y asada por esas manos
hechas a cebar lechones.

El corazón me revienta
de placer; no sé de ti.
¿Cómo te va? Yo, por mí,
sospecho que estás contenta.

Alegre estoy, vive Dios:
mas oye un punto sutil:
¿no pusiste allí un candil?
¿Cómo me parecen dos?

Pero son preguntas viles;
ya sé lo que puede ser:
con este negro beber
se acrecientan los candiles.

Probemos lo del pichel,
alto licor celestial;
no es el aloquillo tal,
no tiene que ver con el.

¡Qué suavidad! ¡Qué clareza!
¡Qué rancio gusto y olor!
¡Qué paladar! ¡Qué color!
¡Todo con tanta fineza!

Mas el queso sale a plaza
la moradilla va entrando,
y ambos vienen preguntando
por el pichel y la taza.

Prueba el queso, que es extremo,
el de Pinto no le iguala;
pues la aceituna no es mala
bien puedes bogar su remo.

Haz, pues, Inés, lo que sueles,
daca de la bota llena
seis tragos; hecha es la cena,
levántese los manteles.

Ya que, Inés, hemos cenado
tan bien y con tanto gusto,
parece que será justo
volver al cuento pasado.

Pues sabrás, Inés hermana,
que el portugués cayó enfermo...
Las once dan, yo me duermo;
quédese para mañana.

Baltasar del Alcázar (- 1530 - 16 de febrero de 1606)