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12 enero 2023

TRECE LINEAS (más o menos). 2 de 365

 Pero, me diréis, le hemos pedido que nos hable de las mujeres y la novela. ¿Qué tiene esto que ver con una habitación propia? Intentaré explicarme. Cuando me pedisteis que hablara de las mujeres y la novela, me senté a orillas de un río y me puse a pensar qué significarían esas palabras. Quizás implicaban sencillamente unas cuantas observaciones sobre Fanny Burney; algunas más sobre Jane Austen; un tributo a las Brontë y un esbozo de la rectoría de Haworth bajo la nieve; algunas agudezas, de ser posible, sobre Miss Mitford; una alusión respetuosa a George Eliot; una referencia a Mrs. Gaskell y esto habría bastado. Pero, pensándolo mejor, estas palabras no me parecieron tan sencillas. El título las mujeres y la novela quizá significaba, y quizás era éste el sentido que le dabais, las mujeres y su modo de ser; o las mujeres y las novelas que escriben; o las mujeres y las fantasías que se han escrito sobre ellas; o quizás estos tres sentidos estaban inextricablemente unidos y así es como queríais que yo enfocara el tema. Pero cuando me puse a enfocarlo de este modo, que me pareció el más interesante, pronto me di cuenta de que esto presentaba un grave inconveniente. Nunca podría llegar a una conclusión. Nunca podría cumplir con lo que, tengo entendido, es el deber primordial de un conferenciante: entregaros tras un discurso de una hora una pepita de verdad pura para que la guardarais entre las hojas de vuestros cuadernos de apuntes y la conservarais para siempre en la repisa de la chimenea. Cuanto podía ofreceros era una opinión sobre un punto sin demasiada importancia: que una mujer debe tener dinero y una habitación propia para poder escribir novelas; y esto, como veis, deja sin resolver el gran problema de la verdadera naturaleza de la mujer y la verdadera naturaleza de la novela. He faltado a mi deber de llegar a una conclusión acerca de estas dos cuestiones; las mujeres y la novela siguen siendo, en lo que a mí respecta, problemas sin resolver. Mas para compensar un poco esta falta, voy a tratar de mostraros cómo he llegado a esta opinión sobre la habitación y el dinero.

Virginia Woolf. “Una habitación propia”


Título original: A Room of One's Own
Virginia Woolf, 1929
Traducción: Laura Pujol

[TRECE LINEAS (más o menos)]

05 febrero 2022

Sobre el cuco (26) - Era como el cuco que «cuando junio llega, ronco se queda»

—Error, trágico error —dijo de nuevo, reanudando, a grandes zancadas, sus paseos por la terraza.
Pero ¡de qué manera tan sorprendente había cambiado su tono de voz! Era como el cuco que «cuando junio llega, ronco se queda»; se diría que estaba ensayando, que buscaba, indeciso, una nueva frase para un estado de ánimo diferente, aunque, como sólo disponía de aquella, la utilizaba, pese a estar desvencijada. Pero sonó ridícula —«Error, trágico error»—, dicha así, casi como pregunta, sin convencimiento, melodiosamente. La señora Ramsay no pudo por menos de sonreír y, muy pronto, como era inevitable, yendo y viniendo por la terraza, el señor Ramsay siguió canturreándola hasta prescindir de ella y callarse.
Estaba otra vez a salvo, devuelto a su intimidad. Se detuvo para encender la pipa, lanzó una ojeada a su mujer y a su hijo en el hueco de la ventana y, como alguien que levanta los ojos del libro mientras viaja en un tren expreso y ve una granja, un árbol o un caserío como si se tratara de una ilustración, de la confirmación de algo leído en la página impresa a la que después regresa, enriquecido y satisfecho, de la misma manera, sin distinguir en realidad ni a su hijo ni a su mujer, le enriqueció y le satisfizo verlos, dando el espaldarazo a sus esfuerzos por llegar a una rigurosa comprensión del problema al que destinaba en aquel momento las energías de su espléndida mente.

Virginia Woolf
Al faro

Movida por la inquietud de explorar el análisis de la conciencia en busca de una realidad más auténtica y esencial, Virginia Woolf encontró en la amalgama de sentimientos, pensamientos y emociones que es la subjetividad el material idóneo para alumbrar una de las obras que sin duda más han contribuido a forjar la sensibilidad contemporánea. Basada en los recuerdos infantiles de los veranos que la autora pasó en la costa de Cornualles y centrada en la figura de una mujer, la señora Ramsay, Al faro (1927) gira en torno al tema de la inexorabilidad del paso del tiempo y a la contraposición entre el orden y el caos.

¡A volar!