El libro genético de los muertos
Recuerda la sabiduría de los viejos días… *
W.B. Yeats, The Wind Among the Reeds [El viento entre las cañas] (1899)
* Remember the wisdom out of the old days…
La primera redacción escolar que puedo recordar llevaba por título «El diario de un penique». Uno tenía que imaginar que era una moneda y contar su historia, de cómo pasó cierto tiempo en un banco hasta que fue entregada a un cliente, cómo sintió el tintineo de las demás monedas en el bolsillo, cómo fue entregada en pago de alguna compra, cómo fue entregada a otro cliente como cambio, y después… bueno, seguro que el lector escribió también una redacción similar alguna vez. Es útil pensar del mismo modo en un gen que viaja no de un bolsillo a otro, sino de un cuerpo a otro a través de las generaciones. El primer punto que la analogía de la moneda deja claro es que, por supuesto, no hay que tomar la personificación del gen al pie de la letra, del mismo modo que cuando teníamos siete años de edad no pensábamos que nuestras monedas pudieran hablar. La personificación es a veces un artificio útil, y el que algunos críticos nos acusen de tomarla al pie de la letra es casi tan estúpido como el hecho mismo de tomar la personificación al pie de la letra. Los físicos no están literalmente «encantados» por sus partículas, y el crítico que les acusara de ello sería un fastidioso pedante.
Llamamos «acuñación» de un gen a la mutación que lo hizo nacer por alteración de un gen previo. Sólo una de las muchas copias de un gen en la población se modifica (por un evento de mutación, pero una mutación idéntica puede modificar otra copia del mismo gen en el acervo genético en algún otro momento). Las demás continúan produciendo copias del gen original, que ahora puede decirse que compite con la forma mutante. Producir copias es, desde luego, algo que los genes, a diferencia de las monedas, hacen extraordinariamente bien, y nuestro diario de un gen debe incluir las experiencias no de los átomos concretos que constituyen el ADN, sino las experiencias del ADN en forma de múltiples copias a lo largo de generaciones sucesivas. Como vimos en el capítulo anterior, gran parte de la «experiencia» de un gen de las generaciones anteriores consiste en interactuar con otros genes de su misma especie, y ésta es la razón por la que cooperan de manera tan amigable en la empresa colectiva de construir cuerpos.