CAPITULO II
EL MES DE MAYO
CARÁCTER GENERAL DEL MES DE
MAYO, SEGÚN LA MENTALIDAD POPULAR
Quaeritis, unde putem Maio data nomina mensi?
Non satis est liquido
cognita causa mihi.
He aquí lo que dice Ovidio en
los Fastos al comenzar a hablar del mes de mayo. Podemos afirmar que después de
dos mil años y de muchos del estudio de la filología clásica pasa aun lo que pasaba
en la época del poeta:
Ut stat et incertus qua sit sibi nescit eundum,
Cum videt ex omni parte
viator iter:
Sic, quia posse datur
diversas reddere causas,
Qua ferar, ignoro,
copiaque ipsa nocet.
Hay, en efecto, varias maneras
de explicar el nombre del mes de mayo.
En la mentalidad popular
española mayo es concebido como el mes del esplendor de la vegetación, el mes
de las fiestas y el mes amoroso por excelencia.
De ahí que sea un mes que ha
producido abundancia de motivos poéticos. Parece que los tres elementos
antedichos: vegetación, amor y fiestas deben de ser aislados entre sí, pero no,
los tres se unen, los tres se confunden, los tres se complementan y los vegetales
pasan a ser símbolos amorosos y los amores pasan a ser símbolos del esplendor
vegetal, de diversas maneras que luego se estudiarán, en múltiples fiestas de
aire apacible.
Para llevar a término esta investigación sobre las fiestas de mayo emprendida hace bastantes años, nos ha sido de gran utilidad el estudio de los señores Ángel González Palencia y Eugenio Mele, en que se describen multitud de fiestas actuales y se reúnen muchos testimonios literarios. El punto de vista de aquellos autores difiere, sin embargo, del adoptado aquí.
MAYO, MES DEL ESPLENDOR DE LA
VEGETACIÓN
Son conocidos de los que
estudian la historia literaria los cantares de mayo. Entre los que cantan el
primer aspecto, es decir, el aspecto vegetal del mes será tal vez uno de los más
bonitos el que trae Tirso de Molina, en el acto III, escena II, de su comedia La
Peña de Francia, de donde he de sacar luego curiosísimos pormenores de alto
valor folklórico. En tal escena «salen cantando los pastores y Tirso con el
Mayo» (el mayo es el árbol o ramo que es una de las representaciones del mes,
como se verá) y cantan:
Todos. «Entra Mayo y
sale Abril:
¡cuán garridico le vi
venir!»
«Entra Mayo coronado
de rosas y de claveles,
dando alfombras y
doseles
en que duerme amor, al
prado;
de trébol viene
adornado,
de retama y toronjil.»
«¡Entra Mayo y sale
Abril!
¡Cuán garridico le vi
venir!».
Este canto es popular, al
menos en parte, pues el estribillo aparece en otro cantar de primavera del
siglo XV. En efecto, los cantares de mayo se incluyen en un grupo más general
de cantares de primavera, en los que también se suele alabar a abril. Entre los
cantares de abril, uno de los más curiosos está, también, en una obra de Tirso.
En la primera parte de La
santa Juana, acto I, escena XIV, salen los labradores de La Sagra en
Toledo, con motivo de la fiesta a la Virgen de la Cruz «con grita y música» y
cantan:
Todos. Norabuena vengais, Abril,
si os fuéredes luego
volveos por aquí.
Labrador 1.º Abril cari
alegre.
Labrador 2.º Muy galán
venís.
Labrador 1.º El sayo de
verde.
Todos. Muy galán venís.
Labrador 1.º La capa y
sombrero.
Todos. Muy galán venís.
Labrador 1.º De flor de
romero.
Todos. Muy galán venís.
Labrador 1.º Blancos los
zapatos.
Todos. Muy galán venís.
Labrador 1.º Morados los
lazos.
Todos. Muy galán venís.
Labrador 1.º Pues que
sois tan bello, risueño y gentil.
Todos. Norabuena vengáis,
Abril, etc.
Pero las alabanzas al mes de
mayo tienen manifestaciones mucho más viejas en nuestra literatura, que las que
se pudieran expresar o recoger en el siglo XVII. Entre las cantigas de Alfonso
X hay una muy curiosa, de las llamadas «mayas», en alabanza del mes. A la
cabeza de la misma se lee: «Depois que el Rey fez estas cinco cantigas das
cinco festas de Nostro Sennor, fez outras cantigas de miragres de Santa María.
Esta primeira é das Mayas.» Es un canto a los beneficios materiales y al
optimismo que dispensa el mes. Sus estrofas comienzan así:
1.
«Ben uennas, Mayo, et con
alegría»;
2.
«Ben uennas, Mayo, con toda
saúde»;
3.
«Ben uennas, Mayo, et con
lealdade»;
4.
«Ben uennas, Mayo, con muitas
requezas»;
5.
«Ben uennas, Mayo, coberto de
fruitas»;
6.
«Ben uennas, Mayo, con boos
sabores»;
7.
«Ben uennas, Mayo, con uacas et
touros»;
8.
«Ben uennas, Mayo, alegr’e sen
sanna»;
9.
«Ben uennas, Mayo, con muitos
ganados»;
10. «Ben
uennas, Mayo, con boo ueras»;
11. «Ben
uennas, Mayo, con pan et con vinno»;
12. «Ben
uennas, Mayo, non sannudo»;
13. «Ben
uennas, Mayo, alegr'e fremoso»;
14. «Ben
uennas, Mayo, con boos maniares»;
Pero el «locus classicus» de
la poesía medieval sobre el mes de mayo está en el Libro de Alexandre. Cuando,
en medio de aquella serie de rimas monótonas, el autor se deja llevar por
sentimientos populares y canta:
El mes era de mayo, un
tiempo glorioso,
quando fazen las aues un
solaz delytoso,
son cubiertos los prados
de uestido fermoso,
da sospiros la dueña la
que non ha esposo.
Tiempo dulz e sabroso
por bastir casamientos,
ca lo tempran las flores
e los sabrosos vientos,
cantan las doncelletas,
sos mayos e convientos
fazen unas a otras
buenos pronunciamientos.
Caen en el sereno las
buenas rociadas,
entran en flor las
mieses, ca son ya espigadas
fazen las dueñas triscas
en camisas delgadas,
entón casan algunos que
pues messan las barvas.
Andan moças e viejas
enbueltas en amores,
e aquellos plus tiernos
tienen se por meiores.
Los días son bien
grandes, los campos reverdidos
cantan los passariellos
del mal pelo exidos,
los tavanos que muerden
no son aun venidos,
luchan los monagones en
bragas sin vestidos .
Allí mismo, en la copla 2395,
se hace mención de las «mayas», de que se ha de hablar detenidamente:
Sedie el mes de mayo
coronado de flores,
afeytando los campos de
diversos colores,
organeando mayas e
cantando damores
espigando las miesses
que sembran labradores.
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