Muchas de las historias de agudezas y bromas suyas que Macrobio recopiló muestran a Augusto bromeando con sus subordinados (cuando, por ejemplo, alguien dudaba si presentarle una solicitud y no dejaba de levantar la mano y retirarla, el emperador decía: «¿Crees que le estás dando una moneda [as] a un elefante?»). Pero también lo muestran aceptando las bromas que iban dirigidas contra él. Como hace Macrobio que comente uno de los personajes de sus Saturnales, «en el caso de Augusto, me suelen sorprender más los chistes que tuvo que aguantar que los que hizo él». Y, a continuación, cita varios ejemplos, entre los que se incluye un chiste muy famoso que, como veremos, ha tenido una larga vida posterior, pasando por Sigmund Freud hasta llegar a Iris Murdoch, además de una prehistoria que se remonta a la República Romana. «Una pulla [iocus asper] que soltó algún provinciano se hizo muy conocida. Había llegado a Roma un hombre que se parecía mucho al emperador y llamaba la atención de todos. Augusto ordenó que llevaran al hombre ante él y, una vez que le hubo echado un vistazo, le preguntó: “Dime, joven, ¿estuvo tu madre alguna vez en Roma?”. “No —contestó el otro, pero no contento con dejarlo ahí, añadió—: Pero mi padre sí estuvo, a menudo”». Augusto, en otras palabras, era la clase de hombre que podía aceptar un chiste sobre esa base del poder patriarcal romano: su propia paternidad.
MARY BEARD
LA RISA EN LA ANTIGUA ROMA
SOBRE CONTAR CHISTES, HACER COSQUILLAS Y REÍRSE A CARCAJADAS
Traducido del inglés por
Miguel Ángel Pérez Pérez
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