Pericles, el gran hombre de Estado ateniense que puso apellido a su siglo, pudo presumir al final de sus días de no haber matado nunca a nadie.
Es cierto que hizo la guerra pero ésta tuvo siempre, o al menos así lo decía él, un carácter defensivo. Lo mismo para las Artes que para las Letras, su época fue la más gloriosa de la historia de Grecia. Cuando estaba en su lecho de muerte, los amigos que le asistían le recordaban las innumerables obras con que había embellecido Atenas. El moribundo les interrumpió:
—Lo que alabáis de mi vida, pertenece en parte a la fortuna y en parte a los que colaboraron conmigo, de lo único que estoy orgulloso es de que ninguna mujer ateniense haya vestido luto por mi culpa.
Es cierto que hizo la guerra pero ésta tuvo siempre, o al menos así lo decía él, un carácter defensivo. Lo mismo para las Artes que para las Letras, su época fue la más gloriosa de la historia de Grecia. Cuando estaba en su lecho de muerte, los amigos que le asistían le recordaban las innumerables obras con que había embellecido Atenas. El moribundo les interrumpió:
—Lo que alabáis de mi vida, pertenece en parte a la fortuna y en parte a los que colaboraron conmigo, de lo único que estoy orgulloso es de que ninguna mujer ateniense haya vestido luto por mi culpa.
'Las anécdotas de la política' por Luis Carandell.
No hay comentarios:
Publicar un comentario