13 diciembre 2022
12 diciembre 2022
11 diciembre 2022
Pide a Dios le dé lo que le conviene, con sospecha de sus propios deseos.
Pide a Dios le dé lo que le conviene, con sospecha de sus propios deseos.
Un nuevo corazón, un hombre nuevo
ha menester, Señor, la ánima mía;
desnúdame de mí, que ser podría
que a tu piedad pagase lo que debo.
Francisco Gómez de Quevedo Villegas y Santibáñez Cevallos (Madrid, 14 de septiembre de 1580-Villanueva de los Infantes, Ciudad Real, 8 de septiembre de 1645) fue un noble, político y escritor español del Siglo de Oro.
Un nuevo corazón, un hombre nuevo
ha menester, Señor, la ánima mía;
desnúdame de mí, que ser podría
que a tu piedad pagase lo que debo.
Dudosos pies por ciega noche llevo,
que ya he llegado a aborrecer el día,
y temo que hallaré la muerte fría
envuelta en, bien que dulce, mortal cebo.
que ya he llegado a aborrecer el día,
y temo que hallaré la muerte fría
envuelta en, bien que dulce, mortal cebo.
Tu hacienda soy; tu imagen, Padre, he sido,
y si no es tu interés en mí no creo
que otra cosa defiende mi partido.
que otra cosa defiende mi partido.
Haz lo que pide verme cual me veo,
no lo que pido yo, pues, de perdido,
recato mi salud de mi deseo.
no lo que pido yo, pues, de perdido,
recato mi salud de mi deseo.
Francisco de Quevedo
Francisco Gómez de Quevedo Villegas y Santibáñez Cevallos (Madrid, 14 de septiembre de 1580-Villanueva de los Infantes, Ciudad Real, 8 de septiembre de 1645) fue un noble, político y escritor español del Siglo de Oro.
Fue caballero de la Orden de Santiago a partir de 1618 y señor de Torre de Juan Abad a partir de 1620. Junto con Luis de Góngora, con quien mantuvo una enemistad durante toda su vida, es reconocido como uno de los más notables poetas de la literatura española. Además de su poesía, fue un prolífico escritor de narrativa y teatro, así como de textos filosóficos y humanísticos.
10 diciembre 2022
VAGUEDADES
Bien sé que no hay nada
nuevo debajo del cielo,
que ya antes otros pensaron
las cosas que ahora yo pienso.
Entonces, ¿por qué escribo?
Pues bien, porque así somos,
reloj que repetimos
eternamente lo mismo.
nuevo debajo del cielo,
que ya antes otros pensaron
las cosas que ahora yo pienso.
Entonces, ¿por qué escribo?
Pues bien, porque así somos,
reloj que repetimos
eternamente lo mismo.
Rosalía de Castro
Obra poética
09 diciembre 2022
El portal de Belén estaba hermosamente iluminado.
Como necesitaba dinero, fue a casa de don Policarpo Bardes, el administrador, y le contó lo que le sucedía. Don Policarpo le prestó quinientas pesetas y se continuaron las obras del nacimiento, que era una monada. Estaba hecho en cuatro planos, lo que producía un alejamiento completo en el fondo. La mecánica y la electricidad habían contribuido al embellecimiento del panorama. Había allí, por las calles de un arrabal de Belén, un tranvía eléctrico precioso. La luna era una lámpara incandescente, y las estrellas, agujeritos del cielo por donde pasaba la luz de un arco voltaico. El portal de Belén estaba hermosamente iluminado. Era admirable; tanto, que el dueño del solar, al ver concluido el nacimiento, temió perder un gran negocio y propuso a Paradox y a sus compañeros pagarles los gastos hechos y darles una prima de seis mil reales.
Silvestre contestó que lo pensaría, y consultó con Avelino. Aquella misma tarde, mientras hablaban, entró el prendero de Moncó, que venía hecho una furia. Los dos billetes que le había dado Paradox hacía un mes eran falsos.
—¡Falsos! ¡Imposible! A buena hora les daba la noticia —le dijeron.
Moncó tenía la certidumbre de que se lo habían dado ellos; pero esto no bastaba para convencer a nadie, y cuando se marchó Moncó, echando pestes, Avelino y Silvestre se hicieron lenguas de la poca aprensión y de la desvergüenza del prendero.
Olvidado esto, que no tenía importancia para turbar su serenidad, decidieron los dos socios manifestar al dueño de la barraca que cederían la parte que les correspondía por dos mil pesetas, luego de pagados los gastos.
El dueño aceptó, pero puso como condición el pagar el 1 de diciembre. Avelino y Silvestre no tuvieron más remedio que esperar.
Pocos días después de esto Pelayo Huesca le pidió a Paradox, con lágrimas en los ojos, que hiciera el favor de permitir pasar unas noches a su mujer en la casa, porque había salido de la cárcel y no tenía adónde llevarla. Silvestre aceptó, aunque no le hacía mucha gracia la cosa, y la mujer de don Pelayo se presentó en la buhardilla.
Era una mujerona guapota y de maneras muy libres, que no parecía guardar muchas consideraciones a su marido.
A Silvestre se le figuró que le guiñaba los ojos.
Pío Baroja
Aventuras, inventos y mixtificaciones de
Silvestre Paradox
En Aventuras, inventos y mixtificaciones de Silvestre Paradox, Baroja nos traza un reflejo de los ambientes bohemios en los que se movía en Madrid. Los modelos que le sirven para dibujar los tipos de Paradox y de don Avelino Diz de la Iglesia, los encontró seguramente Baroja en su panadería de la Calle de la Misericordia. Las inquietudes y preocupaciones de los personajes, el cientifismo sin medios de desarrollo de Paradox, las tendencias filosóficas (nietzscheanismo, shopenhauerismo, pesimismo), las discusiones artísticas… Y como contraste, un medio sórdido, un telón de fondo de miseria, fanatismo e incultura.
Planteada con carácter folletinesco, es, en realidad, una parodia de la novela de folletines, a la par que testimonio de la crisis de conciencia de la sociedad burguesa. Y tal vez sea este sentido de crisis lo que le da un aspecto de protesta y un tono de irracionalidad y urgencia que anticipan lo que sólo años más tarde comportará el existencialismo europeo.
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