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14 abril 2023

Primavera: la estación del amor. "Es hielo abrasador, es fuego helado,"

 Es hielo abrasador, es fuego helado,       
es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado.

Es un descuido que nos da cuidado,        
un cobarde con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado.

Es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero paroxismo;   
enfermedad que crece si es curada.

Éste es el niño Amor, éste es su abismo.
¡Mirad cuál amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario de sí mismo!

Francisco de Quevedo 
(Madrid, 1580 – Villanueva de los Infantes, Ciudad Real, 1645)

Francisco de Quevedo fue un escritor español del Siglo de Oro nacido en Madrid el 14 de septiembre de 1580 y fallecido en Villanueva de los Infantes el 8 de septiembre de 1645Fue un hombre con gran pasión por la aventura y a su vez también se le ve envuelto en las situaciones más intrigantes de su épocaCultivó sus aportes dentro de todos los géneros literarios de su épocaSi bien Quevedo es conocido por su poesía satírica y burlesca, también escribió poesía religiosa y amorosa.

11 diciembre 2022

Pide a Dios le dé lo que le conviene, con sospecha de sus propios deseos.

Pide a Dios le dé lo que le conviene, con sospecha de sus propios deseos.

Un nuevo corazón, un hombre nuevo
ha menester, Señor, la ánima mía;
desnúdame de mí, que ser podría
que a tu piedad pagase lo que debo.

Dudosos pies por ciega noche llevo,
que ya he llegado a aborrecer el día,
y temo que hallaré la muerte fría
envuelta en, bien que dulce, mortal cebo.

Tu hacienda soy; tu imagen, Padre, he sido,
y si no es tu interés en mí no creo
que otra cosa defiende mi partido.

Haz lo que pide verme cual me veo,
no lo que pido yo, pues, de perdido,
recato mi salud de mi deseo.

Francisco de Quevedo

Francisco Gómez de Quevedo Villegas y Santibáñez Cevallos (Madrid, 14 de septiembre de 1580​-Villanueva de los Infantes, Ciudad Real, 8 de septiembre de 1645) fue un noble, político y escritor español del Siglo de Oro.
Fue caballero de la Orden de Santiago a partir de 1618 y señor de Torre de Juan Abad a partir de 1620.​ Junto con Luis de Góngora, con quien mantuvo una enemistad durante toda su vida, es reconocido como uno de los más notables poetas de la literatura española. Además de su poesía, fue un prolífico escritor de narrativa y teatro, así como de textos filosóficos y humanísticos.

01 octubre 2022

Amor constante más allá de la muerte

 
Amor constante más allá de la muerte.

Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera;

mas no, de esotra parte en la ribera,
dejará la memoria en donde ardía:
nadar sabe mi llama la agua fría
y perder el respeto a ley severa.

Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas que han gloriosamente ardido,

su cuerpo dejará, no su cuidado,
serán ceniza, más tendrá sentido,
polvo serán, más polvo enamorado.

Francisco de Quevedo (1580-1645)
Poesía

04 septiembre 2011

Un soneto de Quevedo

azulejos
Signifícase la propia brevedad de la vida, sin pensar, y con padecer, salteada de la muerte (Parnaso, 63, b)
"!Fue sueño ayer; mañana será tierra!
!Poco antes, nada; poco después, humo!
!Y destino ambiciones, y presumo
apenas punto al cerco que me cierra!

Breve combate de importuna guerra,
en mi defensa, soy peligro sumo;
y mientras con mis armas me consumo,
menos me hospeda el cuerpo, que me entierra.

Ya no es ayer; mañana no ha llegado;
hoy pasa, y es, y fue, con movimiento
que a la muerte me lleva despeñado.

Azadas son la hora y el momento
que, a jornal de mi pena y mi cuidado,
cavan en mi vivir mi monumento."

Francisco de Quevedo

06 febrero 2009

El más bello poema de amor de la lengua castellana y algunas alternativas a su puntuación

Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra, que me llevare el blanco día;
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera;
más no, de esotra parte, en la ribera
dejará la memoria, en donde ardía;
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a la ley severa.
Alma a quien todo un dios prisión ha sido
venas que humor a tanto fuego han dado,
médulas que han gloriosamente ardido,
su cuerpo dejará, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrán sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.

03 febrero 2009

El Cristo de la Salud más un soneto de Quevedo

Cristo de la Salud. Valdemoro
sonetos de Quevedo
Vivir es caminar breve jornada,
y muerte viva es, Lico, nuestra vida,
ayer al frágil cuerpo amanecida,
cada instante en el cuerpo sepultada.

Nada que, siendo, es poco, y será nada
en poco tiempo, que ambiciosa olvida;
pues, de la vanidad mal persuadida,
anhela duración, tierra animada.

Llevada de engañoso pensamiento
y de esperanza burladora y ciega,
tropezará en el mismo monumento.

Como el que, divertido, el mar navega,
y, sin moverse, vuela con el viento,
y antes que piense en acercarse, llega


(Francisco de Quevedo y Villegas.
Madrid, 1580 – Villanueva de los Infantes, 1645)

22 de noviembre

  Deirdre frunció el entrecejo. —No al «Traiga y Compre» de Nochebuena —dijo—. Fue al anterior… al de la Fiesta de la Cosecha. —La Fiesta de...