19 julio 2022
18 julio 2022
De Pierre Louÿs en Las canciones de Bilitis: Palabras maternas
PALABRAS MATERNAS
Mi madre me baña en la oscuridad, me viste a pleno sol y me peina en la luz; pero si salgo al claro de luna, ata mi ceñidor con doble nudo.
Me dice: «Juega con las vírgenes, danza con los niños; no curiosees por la ventana; elude la palabra de los muchachos y desconfía del consejo de las viudas».
«Un atardecer, lo mismo que a todas, uno cualquiera, rodeado de sonoros tímpanos y enamoradas flautas, vendrá a buscarte».
«Esa tarde me dejarás al marcharte Bilitis tres calabazas de hiel: una para la mañana, una para el mediodía y la tercera, la más amarga, la tercera para los días feriados».
Mi madre me baña en la oscuridad, me viste a pleno sol y me peina en la luz; pero si salgo al claro de luna, ata mi ceñidor con doble nudo.
Me dice: «Juega con las vírgenes, danza con los niños; no curiosees por la ventana; elude la palabra de los muchachos y desconfía del consejo de las viudas».
«Un atardecer, lo mismo que a todas, uno cualquiera, rodeado de sonoros tímpanos y enamoradas flautas, vendrá a buscarte».
«Esa tarde me dejarás al marcharte Bilitis tres calabazas de hiel: una para la mañana, una para el mediodía y la tercera, la más amarga, la tercera para los días feriados».
Pierre Louÿs
Las canciones de Bilitis
17 julio 2022
de Pierre Louÿs: Las canciones de Bilitis
EL ÁRBOL
Me quité las ropas para trepar a un árbol; mis muslos desnudos abrazaban la corteza tersa y húmeda; mis sandalias caminaban sobre las ramas.
En la copa, pero aún bajo las hojas ya cubierto del calor, cabalgué sobre una rama horquillada balanceando mis pies en el vacío.
Había llovido. Caían gotas de agua y escurrían por mi piel. Tenía las manos manchadas de musgo y los dedos de los pies enrojecidos por las flores pisoteadas.
Sentía vibrar al hermoso árbol cuando le atravesaba el viento; entonces apretaba las piernas y posaba mis labios abiertos sobre la peluda nuca de un ramo.
Me quité las ropas para trepar a un árbol; mis muslos desnudos abrazaban la corteza tersa y húmeda; mis sandalias caminaban sobre las ramas.
En la copa, pero aún bajo las hojas ya cubierto del calor, cabalgué sobre una rama horquillada balanceando mis pies en el vacío.
Había llovido. Caían gotas de agua y escurrían por mi piel. Tenía las manos manchadas de musgo y los dedos de los pies enrojecidos por las flores pisoteadas.
Sentía vibrar al hermoso árbol cuando le atravesaba el viento; entonces apretaba las piernas y posaba mis labios abiertos sobre la peluda nuca de un ramo.
Pierre Louÿs
Las canciones de Bilitis
16 julio 2022
De Antonio Machado, Horizonte
XVII
(HORIZONTE)
En una tarde clara y amplia como el hastío,
cuando su lanza blande el tórrido verano,
copiaban el fantasma de un grave sueño mío
mil sombras en teoría, enhiestas, sobre el llano.
La gloria del ocaso era un purpúreo espejo,
era un cristal de llamas, que al infinito viejo
iba, arrojando el grave soñar en la llanura…
Y yo sentí la espuela sonora de mi paso
repercutir lejana en el sangriento ocaso,
y más allá, la alegre canción de un alba pura.
(HORIZONTE)
En una tarde clara y amplia como el hastío,
cuando su lanza blande el tórrido verano,
copiaban el fantasma de un grave sueño mío
mil sombras en teoría, enhiestas, sobre el llano.
La gloria del ocaso era un purpúreo espejo,
era un cristal de llamas, que al infinito viejo
iba, arrojando el grave soñar en la llanura…
Y yo sentí la espuela sonora de mi paso
repercutir lejana en el sangriento ocaso,
y más allá, la alegre canción de un alba pura.
Antonio Machado
Soledades (1899-1903)
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