21 diciembre 2021

21 de diciembre

 Un ente de razón

Después hablé de mis gestiones para encontrar casas que me dieran su representación comercial, y le dije a don Eugenio que de una manera más bien honoraria que efectiva, podía titularme representante de la casa Collado, de San Sebastián.

—Está bien eso.

—Traigo, además, una carta para el cónsul de España en Bayona, don Agustín Fernández de Gamboa.

—¿La tienes ahí?

—Sí.

Le di la carta, la leyó y me dijo:

—Es una carta corriente; no sé si te servirá de algo. Si vas a verle a Gamboa no le hables de mí. Es un enemigo mío furioso.

—No le hablaré; no tenga usted cuidado.

—Bueno. Ahora vamos a hacer una sociedad para la casa de comisión que tenemos que fundar.

—¡Una sociedad! ¿Entre quiénes?

—Tú serás uno de los socios.

—¿Y el otro?

—El otro será el señor Etchegaray.

—¿Y quién es el señor Etchegaray?

—El señor Etchegaray es un ente de razón.

—No sé lo que es eso.

—Pues es un personaje que no existe.

—¿Y para qué lo necesitamos?

—Él dará seriedad y gravedad a tu casa de comisión; así, cuando tú alquiles un piso bajo con una pequeña oficina, pondrás una placa en la que se leerá:


ETCHEGARAY Y LEGUÍA
Casa de comisión

—Muy bien. Me tendrá usted que pintar qué clase de pájaro es este Etchegaray, para que no cometa alguna pifia si me preguntan por él.

—Etchegaray tendrá unos diez años más que yo: unos cincuenta y cinco a cincuenta y seis. Habrá estado en Méjico…

—Lo mejor sería que hiciera usted un documento de identificación completo.

—Lo voy a hacer ahora mismo.

Aviraneta se puso los anteojos, tomó una hoja de papel y escribió: «Dominique Michel Etchegaray Leguía».

—¡Hombre! ¡Leguía! ¿Es pariente mío?

—Sí; tío tuyo y primo mío. «Nacido en Bidart, Bajos Pirineos, el 21 de diciembre de 1782; estado, viudo; profesión, comerciante; estatura, alta; pelo, canoso; ojos, garzos; nariz, larga; barba, afeitada; color, sano…».

—¿Tiene hijos?

—Uno, que está en América establecido.

—¿En qué república?

—En Méjico.

—¿Qué ha hecho mi tío por allá?

—Ha sido comerciante y minero en California.

—¿Tiene parientes en Francia?

—No; únicamente una hermana en España.

—Que es, naturalmente, tía mía.

—Claro.

—¿La haremos soltera o casada?

—Soltera.

—¿La tía Juana?

—Bueno.

—¿Dónde vivirá?

—En Vergara, si te parece.

—Muy bien.

—Ya que estamos de acuerdo en la existencia de este ente de razón, haré que mañana Iturri, el dueño de esta fonda, saque en la subprefectura, donde tiene un amigo, documentos de identificación de Dominique Etchegaray, avecindado en Bidart; luego haremos la escritura de sociedad comercial entre Etchegaray y tú. Etchegaray será socio tuyo, y andará yendo y viniendo de España.

Cuando tú pongas tu oficina, yo escribiré siempre a nombre de Etchegaray.

—Ahora, ¿qué tengo yo que hacer?

—Nada. Sigues en la fonda de San Esteban, donde dirás que cuando quede vacante un cuarto alto y barato te lo reserven. Mañana por la mañana irás a un comercio de antigüedades de la calle Salie, el comercio del señor Falcón. Allí verás a doña Francisca González de Falcón, que es española, y ella te irá resolviendo las dudas que tengas, dándote el dinero que necesites e indicándote lo que debes hacer. Nos comunicaremos por carta; tú me escribirás a nombre de Iturri; yo, a nombre de Etchegaray, cuando la casa de comisión esté establecida. Mientras tanto, si te necesito, te avisaré.

—Bueno.

—Eres un joven de una familia acomodada del comercio, a quien han enviado a aprender francés a Bayona y a estar fuera de la lucha carlista.

—Muy bien. Comprendido.

Me despedí de Aviraneta, y fui marchando después hacia el centro del pueblo. Mi vida en Bayona comenzaba de una manera rara y pintoresca.

Pío Baroja
El amor, el dandismo y la intriga
Memorias de un hombre de acción - 13

Esta obra, terminada en Vera de Bidasoa por octubre de 1922, se halla constituida por cuatro partes y en ellas vuelve a ser personaje central el narrador, Pedro Leguía. Retoma el argumento un poco abandonado que comenzara en El aprendiz de conspirador. Bayona es el centro de la intriga al principio, como lo será en otras novelas de la serie, inmediatamente posteriores. Abundan las descripciones y pinturas del ambiente de 1837. Leguía es joven, apuesto, el dandismo está a la orden del día.

Esto y sus actividades peculiares le dan motivos para apuntar muchas ideas y observaciones sobre la vida amorosa y la política y sus hombres. Pero también hay parte dedicada a descubrir la situación de la zona fronteriza avanzada ya la primera guerra civil; el novelista transcribe, así, canciones vascas de circunstancias (algunas recogidas en Vera). La tercera parte recoge experiencias muy distintas y varias, en París y Madrid. La trama mayor de todas las urdidas por Aviraneta para provocar la desorientación en el campo carlista se va desarrollando en las partes cuarta y quinta, llenas de incidentes novelescos e intrigas amorosas que justifican sobradamente el título.

Tembleque. Toledo

Plaza de Tembleque

20 diciembre 2021

20 de diciembre

 LOU ANDREAS-SALOMÉ (1861-1937), NIETZSCHE (1844-1900) y PAUL RÉE (1849-1901). Fraternidad amorosa

“Necesito a una persona joven cerca de mí, que sea suficientemente inteligente e instruida para poder trabajar conmigo. De cara a este fin aceptaría un matrimonio de dos años; pero, evidentemente, llegado el caso habría que tomar en consideración un par de condiciones más”. Nietzsche conoció a Lou en 1880 en Lucerna, Suiza, y quedó impresionado. Quiso pedirle matrimonio, confiando a Paul Rée la mediación de su propuesta. Así, los tres se transformaron en grandes amigos y rápidamente nació un proyecto de convivencia según un sueño de fraternidad ideal, pues a los dos hombres no les hubiera importado compartirla. Pero ella no quería, prefería seguir siendo la eterna amiga de Rée y Nietzsche, intelectualmente sintonizaban, pero sentía repugnancia física hacia ambos. En un borrador de carta, fechado el 20 de diciembre de 1880, Nietzsche se dirige dolido a Lou y a Rée: “No se inquieten demasiado por los arrebatos de mis delirios de grandeza o de mi vanidad herida: y si por casualidad yo mismo alguna vez hubiera de quitarme la vida por dichos afectos, tampoco entonces habría demasiado por lo que llorar. ¡Qué les importan a ustedes, quiero decir a usted y a Lou, mis fantasías! Consideren muy mucho entre ustedes que al fin y al cabo soy ya un medio-inquilino de un manicomio, enfermo de la cabeza, a quien la soledad ha desconcertado completamente. Por esto he llegado a la comprensible razón de mi situación, después de haber tomado por desesperación una increíble dosis de opio: en vez de haber perdido la razón parece que finalmente me viene. Por lo demás, he estado enfermo durante semanas: y si les digo que durante veinte días el tiempo aquí ha sido como en Orta, mi estado les parecerá más comprensible. Pido a Lou que me perdone todo. Prometo sólo intentar hacer lo mismo: quizá tenga la ocasión de perdonarle también algo a ella”. En 1901 Rée se suicidó justo en el lugar donde Lou le había rechazado veinte años atrás. Otro tanto ocurrió con Nietzsche, si bien el poeta-filósofo logró sublimar la atracción que sentía en una obra singular, Así habló Zarathustra.

Roser Amills
Las 1.001 fantasías más eróticas y salvajes de la historia

«Con mucho sentido del humor y meticulosidad, Roser Amills disecciona y clasifica las fantasías de 1.000 personajes célebres. Y el lector, permítanme el consejo, debería trascender la inicial fascinación del entomólogo y dejarse inspirar».

Gijón, un tranquilo deambular

Gijón, un tranquilo deambular

19 diciembre 2021

19 de diciembre

 Emily Brontë, el mayor silencioso

La vida de Emily Brontë fue tan corta y callada y es ya tan remota que no muchas cosas se saben de ella, lo cual no es obstáculo para que sus compatriotas biógrafos la relaten en gruesos volúmenes por lo general muy vacuos. Aunque las hermanas Brontë son siempre tres para la historia, en realidad fueron cinco, a las que se olvida añadir con demasiada frecuencia al hermano Branwell, no por calamitoso y alcohólico menos importante en la vida de la más célebre. Las dos hermanas con las que nunca se cuenta se llamaban María y Elizabeth, y murieron aún niñas una tras otra a causa de la tuberculosis. En un episodio más bien dickensiano, fueron maltratadas por sus profesoras poco antes del desenlace, obligadas a levantarse de la cama, castigadas e insultadas estando ya enfermas. La posteridad ha hecho a Emily un extraño reproche: que, siendo la niña mimada de todo el colegio, no intercediera por las víctimas, sino que guardara silencio ante la injusticia. El reproche es particularmente antojadizo porque la autora de Cumbres borrascosas no tenía ni seis años, cinco y cuatro menos, respectivamente, que sus dos vejadas hermanas. Detrás de ellas venía Charlotte y luego Branwell, y a continuación de Emily, Anne, la más pequeña, novelistas todas las supervivientes, Branwell sólo poeta frustrado. La madre había muerto cuando Emily Brontë tenía tres años y todas se educaron con un padre de origen irlandés, no reñido con las letras ya que escribía sermones. Otros miembros menos piadosos de la familia las iniciaron en la tradición oral, con la habitual preferencia por las historias de fantasmas y demonios y duendes de los cuentistas de Irlanda. Sin duda ahí estableció contacto Emily por vez primera con lo sobrenatural, que sobrevuela desde la primera hasta la última página de su única novela.

Marina, puerto deportivo de Gijón

Marina, puerto deportivo de Gijón

18 diciembre 2021

18 de diciembre

Sueño del canciller

Lo que V. M. me escribe me anima a relatar un sueño que tuve en la primavera de 1863, cuando la gravedad de la política había llegado a su punto máximo y no se vislumbraba salida ninguna practicable. Así las cosas, soñé esa noche (y a la mañana siguiente lo conté a mi mujer y otras personas) que iba a caballo por una angosta senda alpina, bordeada a la derecha por un abismo y a la izquierda por una roca perpendicular. La senda fue haciéndose cada vez más estrecha, hasta el punto de que el caballo se negó a seguir adelante, resultando también imposible, por falta de sitio, dar la vuelta o apearme. En ese apuro, golpeé con la fusta que empuñaba con mi mano izquierda la roca vertical y lisa, invocando el nombre de Dios. La fusta se alargó infinitamente, cayó la roca y apareció ante mis ojos un amplio camino, al fondo del cual se extendía un bello paisaje de colinas y bosques, semejante al de Bohemia, por el que avanzaba un ejército prusiano con sus banderas desplegadas. Al mismo tiempo, me preguntaba cómo podría comunicar rápidamente tal suceso a V. M. Desperté contento y fortificado. El sueño llegó a cumplirse.

Bismarck a Guillermo I, 18 de diciembre de 1881.

Jorge Luis Borges
Libro de sueños

En la infancia yo ejercí con fervor la adoración del tigre, no el tigre overo de los camalotes del Paraná y de la confusión amazónica sino el tigre rayado, asiático y real, que sólo pueden afrontar los hombres de guerra, sobre un castillo encima de un elefante. Paso la infancia, caducaron los tigres y su pasión, pero todavía están en mis sueños. En esa napa sumergida o caótica siguen prevaleciendo y así: Dormido, me distrae un sueño cualquiera y de pronto se que es un sueño. Suelo pensar entonces: Éste es un sueño, una pura diversión de mi voluntad, y ya que tengo un ilimitado poder, voy a causar un tigre.

¡Oh incompetencia! Nunca mis sueños saben engendrar la apetecida fiera. Aparece el tigre, eso sí, pero disecado y endeble, o con impuras variaciones de forma, o de un tamaño inadmisible, o harto fugaz, o tirando a perro o a pájaro.

Jorge Luis Borges

Enriketa ve un fantasma