03 febrero 2021

Día de san Blas (3 de febrero)

Una de las cosas que se lo estorbaban á Trapaza era haberse puesto en astillero de tan gran caballero en Madrid, huyendo no poco de verse donde estuvieren portugueses; porque como la Corte es grande, érale fácil excusar las ocasiones de encontrarlos, por obviar el que se quisiesen informar de su persona, de quien había de dar mala relación si le preguntaban cosas de África.

En este tiempo que Trapaza era absoluto dueño de su Estefanía, y ella estaba muy contenta con su empleo, sucedió que aquella dama que hallaron en el coche, cuando las encontraron el día de San Blas, y se apasionó por Trapaza, habiendo estado ausente, volvió á la Corte. Pues como comunicase á sus amigas, en dos ocasiones de fiesta que tuvieron en sus casas, sucedió hallarse en ellas Trapaza y D. Alvaro, no porque presumiesen de su estada allí alguna cosa de sus amistades, sino dando á entender que aquel era sólo conocimiento. Estuvo, pues, en las dos ocasiones nuestro Trapaza tan razonado y donairoso, que la recién venida dama (cuyo nombre era doña María) volvió á aficionarse de él, dándoselo á entender con los ojos, á hurto de las amigas. Tenía linda cara, haciendo grande ventaja á todas en hermosura.

Dióse por entendido Trapaza, y, también huyendo de los ojos de su Estefanía, le mostró con los suyos que deseara verse favorecido.

Salió de allí, informóse con fundamento de quién era la dama; supo lo que está dicho de ella, y que tenía dote para apetecerle un título, con lo cual quiso comenzar esta empresa con todo secreto. Antes de dar el primer paso en ella, un día que estaba á solas en su posada, y era día que llovía mucho, paróse un coche á la puerta de ella; y habiendo un hombre anciano, que en él venía, preguntado por él, y díchole que estaba en su cuarto, subió allá, halló á nuestro fingido caballero entreteniéndose con un laúd, instrumento que tocaba diestramente, á quien arrimaba su poco de bajete con buena gracia.

Estúvole el anciano escuchando un poco, muy pagado de su voz, y habiendo acabado de cantar una letra, avisó al paje le dijese como estaba allí. Hízolo, y mandóle Trapaza entrar. Luego que se vio en su presencia, le puso un papel en las manos, el cual abierto decía así:

«Para cierta cosa que tengo que comunicar con vos, señor D. Vasco, me importa que os vengáis en ese coche donde el portador de ésta os guiare, asegurándoos que quien esto hace no os desea sino todo bien, porque de que le tengáis pende su gusto. El cielo os guarde.— Una servidora vuestra.»

Alonso de Castillo Solórzano
Aventuras del bachiller Trapaza
Quinta esencia de embusteros y maestro de embelecadores

Novela barroca del Siglo de Oro del español Alonso de Castillo Solórzano (1584-1648?) uno de los prosistas más ingeniosos del Siglo XVII. Cultiva el retrato breve con maestría insuperable y es además autor de cuatro interesantes obras picarescas en las que se insertan muchos elementos que proceden de la novela italiana cortesana. Estamos asistiendo a la desintegración del género, a la lenta difuminación de los límites que lo separan de otras obras literarias. Aún así, todavía conservan sus novelas el tono picaresco, aunque la finalidad moralizante ha quedado atrás. No podemos decir que prescinda de la moraleja, pero sí salta a la vista que no es el aspecto didáctico lo que más le interesa. Vierte todas sus dotes de narrador en la descripción de tipos y ambientes. La amenidad y gracia de estas cuatro obras, no demasiado largas, está por encima de toda discusión (…).
Aventuras del bachiller Trapaza, quinta esencia de embusteros y maestro de embelecadores está fechada en 1637 y se cuenta entre las novelas picarescas reseñables en este siglo XVII. Narra las andanzas de Hernando o Fernando, estudiante en Alcalá, pícaro en Andalucía, estafador itinerante y galeote al final, traicionado por su amada Estefanía. Pícaro simpático que domina a las mil maravillas el arte de urdir embustes. Sigue el esquema típico de la picaresca con el relato de su ascendencia familiar y de las aventuras que corre mientras es estudiante en Salamanca y, más tarde, en Andalucía y Madrid… Dentro de la trama principal se insertan dos novelas breves de tono boccacciesco e incluso un entremés: La Castañera. En contra de lo que pudiera parecer, no interrumpen el ritmo de la acción, gracias a la habilidad con que Solórzano sabe trabarlos. Aunque esta obra puede recordarnos a veces a otros pícaros —incluso al Buscón—, está muy distante de la crudeza y el desgarramiento de algunas novelas picarescas.

Echinacea con abejorro

echinacea con abejorro

02 febrero 2021

2 de febrero

No comprendo cómo pudo Elstead al fin quedar libre; pero, a juzgar por el estado en que se hallaba el extremo de la cuerda que colgaba de la esfera, se podría creer que el cable se cortó a causa de su roce continuo contra el borde del altar. El hecho es que la esfera se balanceó de pronto bruscamente, y que Elstead se elevó sobre el mundo de sus adoradores, tal como un ser etéreo, envuelto en el vacío, se elevaría otra vez, cruzando nuestra atmósfera, hacia su éter nativo. Debe haberse substraído a vista de ellos tal como una burbuja de hidrógeno que se precipita hacia arriba en el aire. Y ésta ha de haber sido para ellos una ascensión bien extraña, por cierto.

La esfera se precipitó, pues, hacia arriba con velocidad más grande aún que cuando, arrastrada por los pesos de plomo, se había hundido. Y se calentó excesivamente. Subía con las ventanillas hacia arriba, y Elstead recuerda que un torrente de burbujas hacía espuma sobre los vidrios. A cada momento esperaba verlos saltar. Después, le pareció que se soltaba una enorme rueda en su cabeza, que el compartimento acolchado empezaba a girar, y perdió el sentido. Sus primeros recuerdos, después de esto, se refieren a su camarote y a la voz del médico que lo atendía.

Sólo queda por decir que el 2 de febrero de 1896 Elstead hizo, cerca de Río de Janeiro, su segundo descenso al abismo del Océano, en condiciones mucho más ventajosas esta vez, porque habla aprovechado bien su primera experiencia, introduciendo en su aparato todas las mejoras que aquélla le había sugerido. Lo que fue de él, jamás lo sabremos.

No volvió nunca. El Ptarmigan estuvo navegando alrededor del sitio de su inmersión, esperándolo en vano durante trece días, y regresó después a Río de Janeiro, desde donde se telegrafió la triste noticia a sus amigos. En esto ha quedado hasta hoy el asunto. Pero no es muy difícil que se haga alguna vez una tentativa seria para verificar el extraño relato de Elstead sobre esas maravillosas ciudades del mar profundo.

H. G. Wells
Una historia de los tiempos venideros

En esta obra Wells plantea una historia de amor en el marco de Londres dentro de mil años. El género humano, como lo plantea el escritor, está dividido, o más bien ubicado, verticalmente de acuerdo a su situación económica. Una sociedad totalmente civilizada y automatizada es la que logra unir a Elizabeth y a Denton como la pareja central de esta historia. Ellos se aman, pero no tienen dinero para casarse. Es por eso que deciden iniciar una aventura fuera del marco de la ciudad y se lanzan a lo desconocido. Todo lo que no está comprendido en Londres se considera salvaje y es ahí cuando tienen que enfrentar situaciones que ellos consideran violentísimas, al punto de ver sangre y tener que pelear con unos perros salvajes por su vida. Esto no sería tan grave sino fuera que estos personajes están acostumbrados a que el desayuno se les sirva en una cinta transportadora y que en vez de leer las noticias opriman un botón y el fonógrafo se las lea, es decir, seres humanos habituados al mínimo esfuerzo y total tecnificación para sus movimientos. Wells toma como punto de partida la sociedad inglesa de su época y la parodia en esta obra tanto en la primera historia que se cuenta, como a lo largo de los cuentos que se encuentran al final de esta obra. Busca el shock en el lector y lo logra.

Strelitzia reginae

Strelitzia reginae

01 febrero 2021

1 de febrero

Mi madre, mi padre y yo dormíamos durante los meses del asedio en un colchón al final del pasillo, y sin cesar saltaban por encima de nosotros largas caravanas de gente que necesitaba ir al baño. El servicio apestaba hasta la desesperación porque no había agua para echar en el retrete y porque el ventanuco estaba tapado con sacos de arena. A cada rato, con la caída de las bombas, temblaba toda la montaña y con ella se estremecían los edificios de piedra. A veces me despertaba con gritos que helaban la sangre cada vez que uno de los que estaban durmiendo en algún colchón de la casa tenía una pesadilla.

El 1 de febrero explotó un coche bomba junto a la redacción del periódico judío en lengua inglesa Palestine Post. El edificio fue completamente destruido y las sospechas recayeron sobre los policías británicos que colaboraban en la ofensiva árabe. El 10 de febrero, las milicias defensivas de Yemín Moshé consiguieron rechazar un fuerte ataque de las tropas árabes semirregulares. El domingo 22 de febrero, diez minutos después de las seis de la mañana, una organización que se autodenominaba Fuerzas Fascistas Británicas hizo que explotaran tres camiones llenos de dinamita en la calle Ben Yehuda, en el corazón de la Jerusalén judía. Edificios de seis plantas fueron reducidos a polvo y una parte importante de la calle se convirtió en escombros. Cincuenta y dos inquilinos judíos murieron dentro de sus casas y unos ciento cincuenta resultaron heridos.

Ese mismo día mi miope padre fue a la jefatura de la guardia nacional, que estaba en una callejuela junto a la calle Sofonías: quería alistarse. Tuvo que reconocer que su experiencia militar no era otra que la redacción de algunos panfletos ilegales en lengua inglesa para el Etzel («¡Abajo la pérfida Albión! ¡Fuera la opresión nazi británica!», y cosas por el estilo).

El 11 de marzo, el ya familiar coche del cónsul americano en Jerusalén, conducido por un chófer árabe del consulado, entró en el patio de la sede de la Agencia Judía, el corazón de las instituciones judías en Jerusalén y en todo el país. Una parte del edificio saltó por los aires y hubo decenas de muertos y heridos. La tercera semana del mes de marzo fracasaron todos los intentos de hacer llegar a Jerusalén convoyes de víveres y provisiones desde la llanura costera: el asedio se estrechaba y la ciudad estaba al borde de la hambruna y del peligro de epidemias.

Amos Oz
Una historia de amor y oscuridad 

Amor y oscuridad son dos de las fuerzas que interaccionan en este libro, una autobiografía en forma de novela, una obra literaria compleja que comprende los orígenes de la familia de Amos Oz, la historia de su infancia y juventud, primero en Jerusalén y después en el kibbutz de Hulda, la trágica existencia de sus padres, una descripción épica del Jerusalén de aquellos años, de Tel Aviv, que es su reverso, entre los años treinta y cincuenta. La narración oscila hacia delante y hacia atrás en el tiempo y refleja más de cien años de historia familiar, una saga de relaciones de amor y odio hacia Europa, que tiene como protagonistas a cuatro generaciones de soñadores, estudiosos, poetas egocéntricos, reformadores del mundo y ovejas negras. Esta amplia galería de personajes prepara un «cocktail genético» del que nacerá un hijo único que descubrirá ser escritor. Amos Oz nos entrega la historia de su infancia y adolescencia, una historia llena de aspiraciones poéticas y afán político: una novela que consigue llegar al corazón del lector.

Teucrium hyrcanicum o cedro del Cáucaso

 Teucrium hyrcanicum o cedro del Cáucaso

22 de noviembre

  Deirdre frunció el entrecejo. —No al «Traiga y Compre» de Nochebuena —dijo—. Fue al anterior… al de la Fiesta de la Cosecha. —La Fiesta de...