César vuelve a Roma a mediados de septiembre del 45 y permanece allí sin más interrupciones que esporádicas salidas por Italia, hasta su muerte en los idus (día 15) de marzo del 44. El 19 de diciembre había comido en Puteoli con Cicerón. La velada «fue muy agradable […]; en la conversación nada serio; muchas cuestiones eruditas, ¿qué quieres que te diga? Él se lo pasó bien y estuvo a gusto […]. Ahí tienes una recepción, o acuartelamiento, odiosa para mí, ya te lo he dicho, pero no desagradable». Cada vez se aleja más de la idea de la república tradicional: se hace nombrar dictador perpetuo y acrecienta sus honores divinos; por otra parte, prepara una gran expedición contra los dacios y los partos. La fecha de la partida era el 18 de marzo…
Cicerón continúa su febril actividad literaria: salen de sus manos los tres libros del De natura deorum, el De senectute, los dos del De diuinatione. En cambio apenas interviene en asuntos públicos, aunque sigue pendiente de ellos:
me parece increíblemente vergonzosa mi actitud de asistir a las cosas que aquí pasan […]; no estuviste en el Campo de Marte cuando […] aquél, que había tomado los auspicios para los comicios tributos, realizó los centuriados, anunció a la hora séptima el cónsul que habría de ejercer hasta el 1 de enero… que empezaba a la mañana siguiente. Sabe, pues, que durante el consulado de Caninio nadie ha desayunado; bien es verdad que tampoco ha habido ningún daño; fue, en efecto, de una maravillosa vigilancia, porque en todo su consulado no vio el sueño. Estas cosas te parecen de risa porque no estás aquí. Si las vieras, no podrías contener las lágrimas.
No participó en la conjura que dio muerte a César, si bien, como había acudido al senado con la intención de defender a Dolabela de las maniobras de Marco Antonio, presenció el asesinato, y así le dice a Ático semanas más tarde: «¿qué me aportaría a mí ese cambio de dueño excepto la alegría que se llevaron mis ojos con la justa muerte del tirano?». Luego asistió a una reunión en el Capitolio, propuso que los pretores convocaran allí al senado y se mostró contrario a negociar con Marco Antonio. Sin embargo, al final se decidió mandar una delegación, de la que Marco rehusó formar parte, para parlamentar con él y con Lépido, a la sazón magister equitum.
Discursos. Verrinas (Discurso contra Q. Cecilio - Primera sesión - Segunda sesión (Discursos I y II))