A principios de la década de los sesenta, toda jovencita que se tildara de moderna devoraba la traducción española de un libro publicado en Francia en abril de 1949 por Simone de Beauvoir, la compañera de JeanPaul Sartre. Se titulaba El segundo sexo, y la cosecha de su lectura coincidía con el auge de la música de los Beatles. Empezaba a proliferar el espécimen de la muchacha que iba a bailar a las boîtes, llegaba tarde a cenar, fumaba, hacía gala de un lenguaje crudo y desdolido, había dejado de usar faja, no estaba dispuesta a tener más de dos hijos y consideraba no sólo una antigualla sino una falta de cordura llegar virgen al matrimonio.
El sexo hasta hace pocos años relativamente era tema tabú —escribiría López Aranguren— y se ha convertido ahora en obsesivo… La sexualidad ha sido convertida en un «market value» susceptible de intensa, omnipresente explotación: nuestra «sociedad de consumo» lo es, capitalmente, de consumo erótico.
Pero ésa es otra historia, también bastante enredosa y compleja: la de los usos amorosos de los años sesenta y setenta. Esperemos que alguien tenga la paciencia de reunir los materiales de archivo y de memoria suficientes para contárnosla bien algún día.
Terminé de redactar este trabajo el día de Santa Lucía, abogada de la vista.
Concédenos, Señora, mientras dure nuestro paso por este valle de lágrimas y mudanzas, el privilegio de seguir mirando.
Madrid, 13 de diciembre de 1986.
Carmen Martín Gaite
Usos amorosos de la postguerra española