05 febrero 2008

El derecho romano nos enseña

Estos preceptos son la base de toda sociedad justa según el derecho romano:
Iuris praecepta sunt haec: honeste vivere, alterum non laedere, suum cuique tribuere. (Vivir honradamente, no dañar a otro y dar a cada uno lo suyo).

Febrero por Edith Holden

edith holden

04 febrero 2008

Máscaras de carnaval

máscaras venecianas

El carnaval

Cuando Manuel González, alias Plinio, el jefe de la Policía Municipal, a través de un año de investigaciones sin cuento y de sucesos extraños concluyó con éxito su trabajo, pudo reconstruir de la siguiente manera parte de los hechos ocurridos en la villa de Tomelloso la tarde del Domingo de Piñata de 1925.
Aproximadamente a las seis de la tarde, una persona con un abultado lío de ropa bajo el brazo llegó a un cuartillejo derruido que había en una de las eras que flanquean el paseo del cementerio. Entre sus paredones mutilados había cenizas, piedras ahumadas y cajones de caballería. Por las noches debían de guarecerse allí gitanos u otras gentes trashumantes. En aquel día último y más furioso del carnaval, los paseos del cementerio aparecían completamente desiertos. Bajo un cielo opaco, los árboles cabeceaban al ritmo de un viento persistente y frío. Al final de los paseos, el cementerio. Sobre sus tapias asomaban puntas de cipreses, cruces y la bóveda de algún panteón. Bien muertos estaban los muertos en aquel día de vida desenfrenada. Parecía que a aquel gran solar de los tristes ya no iría nunca nadie.
La persona que sólo conocía Plinio, durante unos minutos estuvo oculta entre los lienzos de tapial mutilado. Al cabo de ellos salió completamente cambiada. Había deformado su cuerpo poniéndose algo alto sobre la cabeza y envolviendo toda su fábrica humana y postiza con una sábana, atada arriba con una cinta roja. La cara cubierta con una media negra, asomaba apenas, como entre cortinas, tras las dos alas de sábana que la máscara sujetaba con las manos, a su vez cubiertas con unos guantes de lana roja bordados en verde. La máscara llevaba un bastón de hierro.
A cierta distancia era difícil adivinar si aquella máscara era hombre o mujer. Tal era la deformación de su cuerpo, añadido por arriba y abultado por todos lados; y tal lo completo de su disfraz.
Ya fuera del cuartillejo y en plena era, aquella fantasmal —por lo ensabanada— máscara echó a andar con la mayor decisión calle del Campo abajo. Marchó silenciosa, con paso decidido, sin dar broma a nadie. Parecía que mejor que a máscaras iba a algo más concreto.
La verdad es que por la calle del Campo no había demasiado carnaval. Algunas máscaras que salían de su casa camino del centro; chiquillos cansados de arrastrar sus capisayos que hablaban ya en civil y sin quirio de máscara; y algún desdichado que montado en su mula aderezada con mantas viejas y con una palangana en la cabeza a manera de yelmo, espuerta al brazo en lugar de rodela y caña de mirasol en ristre, iba calle adelante al paso contenido de su andadura, canturreando un fandanguillo flamenco en espera de sitio adecuado para su acción.
Por las esquinas, muy ligera, al encabritado compás de su pasodoble bandurriero, pasó una estudiantina con trajes negros y coronas de flores. El pandetóforo se buscaba los calambres del codo con su parche, y algunos tunos, sin instrumento, quedaban retrasados ofreciendo las coplas impresas de su música.
Cuanto más se aproximaba la máscara a la plaza, mayor era el bullicio y la concentración. Resultaba trabajoso andar. Había que sortear con dificultad los grupos de máscaras y gentes sin disfraces que se formaban en todos sitios con cualquier pretexto. Ya en la plaza era imposible dar un paso. La gente se arremolinaba sin orden ni dirección. Entre el vocerío y los gritos de las máscaras, a veces, sin saber de dónde procedía, llegaba el redoble de un tambor, el tocar de un cencerro, o los ahogados acordes de una orquesta de cuerda. Desde el balcón del Ayuntamiento, por ejemplo, la plaza presentaba el aspecto de una enorme tortilla formada de cabezas tocadas con colorines, que se movían sin cesar en todas direcciones.
En un rincón de la plaza, junto a la «Posada de los Portales», estaba parado un carro grande. En torno a él había mucha gente. En la parte trasera había un tabladillo separado del interior por unas cortinas. A este tabladillo, como si fuera escenario, salían unos mozos vestidos de manera caprichosa, con la cara pintada de tizne o pimentón, que recitaban por turno unas escenas en versos ripiosos. Estas piezas bárbaras habían sido compuestas por ellos mismos —gañanes— en sus noches de quintería para hacerlas en carnaval.
La máscara, a aquellas horas, lo mismo que Plinio, debió de ver en el tabladillo a un mocetón con grandes barbas hechas de rabo de mula que recitaba un monólogo, que ripio a ripio, era así poco más o menos:

Y mientras tos amos comen
en mesas enmanteladas,
los pobrecitos gañanes
nos hacemos unas gachas.

Ellos, en el casino y de caza
y los míseros gañanes
con las mulas en el haza.

Aunque haga mal horage
o el sol pele las espaldas
los pobrecítos gañanes
les damos «pá» ir a la plaza...

La gente se reía a gusto, no sólo por la letra, sino por los desmedidos ademanes de los actores y sus voces a todo grito.
de Francisco García Pavón: "El carnaval" narración corta que forma parte del volumen 'Historias de Plinio'

03 febrero 2008

Almadreñas

banco y almadreñas

Voy facerte unes madreñes
de tacón y que levanten
porque eres baja y alcances
a los brazos de tu amante.

Así le cantaba a su esposa doña Evarista Santos, Rodolfo Vela en la localidad de Basconcillos del Tozo allá por los años 40 cuando de forma inesperada esta provincia de Burgos se encontro "infestada", como me decía su hija Alicia, de almadreñas hechas aquí con la madera de la Lora y vendidas profusamente en los mercados del Tozo, de Valdelucio, de Villadiego, de Zamanzas y en Burgos capital, en las tiendas de la Viuda de Pérez Antón y en la de José Jiménez.

Estas almadreñas, inesperadas, fueron confeccionadas con las hayas de los montes de Sedano y Villadiego y no pudieron jamás ser igualadas por otros almadreñeros, ya que no había nadie que las hiciera tan livianas, como las burgalesas.

¿Cómo es posible que una zona sin experiencia almadreñera, de la noche a la mañana se convirtiera en uno de los focos de fabricación más envidiado? La explicación está en una serie de circunstancias que forzaron a que ello se produjera.

Por el año 1904 y en Vibaño de Llanes (Asturias), nacía, Rodolfo Vela Santovenia, el cual por azares del destino se dedicó a hornero en las tejeras. Casó con doña Evarista Santos Pérez, también de Vibaño de Llanes y es entonces cuando entra en contacto con su suegro Fernando Santos, que era pionero almadreñero en Taberga. Vela ya había empezado a trabajar la madera haciendo cucharas y cucharones utilizando la madera de haya, alisa, o abedul y para las Semanas Santas hacía a sus hijos carracas con madera y cañas de escoba. SIGUE...

de Autor: GONZALEZ MARRON, José María. Tema: Indumentaria / Artesanía. Título del artículo: LAS ALMADREÑAS DE BURGOS


02 febrero 2008

Ordenan votar los obispos

no la votes

Dibujo: Demócrito (1881) en EL BUÑUELO

Los obispos piden el voto para "el bien mayor" con duras críticas al Gobierno Zapatero
La Conferencia Episcopal emite una nota orientando el voto, en la que ataca la negociación con grupos terroristas, el matrimonio gay o la asignatura de 'educación a la ciudadanía'. (El País).

01 febrero 2008

Almanaque de El Buñuelo para 1881


ENERO. SOL EN ACUARIO.
Los políticos españoles, al comenzar el año, exclaman: Año nuevo, vida nueva. Los constitucionales y los centralistas, unidos por idénticos deseos y esperanzas, confían cándidamente en que antes de la primavera disfrutarán del poder. Continúa la armonía ministerial. D. Antonio no puede ver á D. Francisco; desea desprenderse de D. Fermín y anda buscando sucesor á D. Cayetano. D. Francisco paga en la misma moneda á D. Antonio; odia cordialmente á D. José y no está conforme con Bugallal, ni demás compañeros. Publícase la ley de imprenta, y se concede una amnistía á los periódicos con el objeto de hacerlos tragar mejor la píldora.
FEBRERO. SOL EN PISCIS.
Obsérvase gran movimiento en los círculos políticos. Los mi­nistros celebran Consejos ordinarios y extraordinarios. Un cons­titucional, de esos que toman posesión de una mesa del café de la Iberia á las siete de la tarde, y no la abandonan hasta las dos de la madrugada —bien es verdad, que en cambio no hacen más gasto— desliza en el oído de un correligionario la palabra: ¡Crisis! A la media hora todo Madrid está enterado, excepción hecha de los ministros, de que el Ministerio se va. Este, entre tanto, dis­cute si las Cortes han de durar tres ó cinco años. La crisis se re­suelve sin que los constitucionales y centralistas alcancen el poder. Llega Carnaval. Se dan bromas más ó menos pesadas, y el nuevo partido constitucional liberal, como han dado en llamarse los fusionados, piensa en disfrazarse de revolucionario. Salve, y no en Atocha, sino en las redacciones de los periódicos La Iberia, La Patria, El Siglo y La Mañana. En esta salve estará el busto de D. Salustiano de manifiesto.
MARZO. SOL EN ARIES.
Empiézala cuaresma para algunos, y continúa para otros. Los moderados, constitucionales, posibilistas y demás gente de opo­sición, aun cuando tienen bula, no pueden comer carne porque carecen de ella. El día de San José es felicitado el Sr. Elduayen, y sepultado en el panteón del olvido el Sr. Posada Herrera. Llega la prima­vera. Las lilas y los lilas florecen, que es un gusto. Hablase de la próxima reunión de Cortes. El Sr. Cos-Gayon hace un nuevo empréstito, y logra que la Bolsa suba céntimo y medio por espacio de dos segundos. El Banco de España prosigue acaparándolo todo, y tutti contenti.
ABRIL. SOL EN TAURO.
Este mes empieza con buen pié, pues el día primero es San Ve­nancio González, constitucional y ministro electo por si propio, de la Hacienda española. Entallecen los cereales; las coles y nabos están en plena florescencia. Vuelven las golondrinas sin música de Casares. Los ciruelos silvestres, no los Ciruelos gobernadores, se cubren de hojas: y algunos posibilistas salen á cuerpo por esas calles. En este mes se injertan los olivos, se podan y labran los naranjos, y hace un viaje á Madrid el Sr. Mariscal para hablar­nos de la langosta.
MAYO. SOL EN GÉMINIS.
El fiscal de imprenta da cuenta de su persona, denunciando cinco periódicos en un día. Se convoca de nuevo á las Cortes. Cúbrese la tierra de un verdor agradable. El general Salamanca, al leerse el Decreto de convocatoria pide la palabra y declara que tiene intención de hacer al Gobierno treinta y tantas interpelaciones, y mil y pico de preguntas sueltas. La aparición de los chorlitos anuncia la llegada de los días largos y calurosos. El Ministerio sigue unido y con pato (compacto hemos querido decir). Algunos constitucionales, que no pueden esperar más tiempo, tiran un pellizquito al presupuesto. Se plantan de asiento los melones y los cohombros, y á los árboles frutales se les limpian los chupones que á sus pies hayan salido.
JUNIO. SOL EN CÁNCER.
Vuelven los centralistas á querer formar rancho aparte, por si así logran más pronto subir al poder. Se escarda el lúpulo, la remolacha, el lino y el cáñamo. El Sr. Cos confecciona un presupuesto ¡que es lo que hay que ver! Empiezan á salir los enjam­bres, que con todas las precauciones necesarias han de recogerse para llevarles á la colmena. Ábrense las Cortes.
JULIO. SOL EN LEO.
Aumenta el calor. Gran consumo de azucarillos en el Congreso. Las oposiciones sudan la gota gorda. Por los grandes colores no pueden trabajar las caballerías de tiro, de doce á tres de la tarde. Comienzan los empleados ministeriales á irse de veraneo. Aparecen algunas partidas de descontentos en varias provincias, y desaparecen varias partidas de dinero que debieran ingresar en el Tesoro.
AGOSTO. SOL EN VIRGO.
No hay un real en ninguna parte. El ministro de Hacienda no encuentra quién le dé dos cuartos. No hay asuntos de que tratar. No hay sesiones. No hay oposiciones. No hay prensa independiente que diga la verdad. No hay quien pueda vivir con el calor que hace. No hay política. No hay Ministerio, pues la mitad ha marchado á baños. No hay Bolsa. No hay nada.
SEPTIEMBRE. SOL EN LIBRA.
Comienza la vendimia. Se prepara una nueva hornada de brigadieres y de gobernadores de provincias. Llegan las ferias. Vuelve á correr el rumor de que hay ¡crisis! Los moderados en esta ocasión creen que ha llegado su hora. El Sr. Mendiri limpia el uniforme. Cheste se aprende de memoria uno de los cantos del Dante, traducido por él, es decir, por Cheste, para recitarlo en la primera sesión de las Cortes a que asista y tome asiento en el banco azul. Nuevo mico que se llevan las oposiciones, resolvién­dose la crisis y continuando al frente del Gobierno D. Antonio.
OCTUBRE. SOL EN ESCORPIO.
Tiempo revuelto. En el Senado no hace más que consumir turnos el Sr. Ruiz Gómez, y en el Congreso, cuando no habla el Sr. Salamanca, es porque está en el abuso de la palabra el Sr. Negrete. El Sr. Gavina anda preocupado con las ligas, y los contribuyentes andan preocupados con las contribuciones. Los constitucionales, que andan algo ligeros de ropa, hacen correr la voz de que pronto serán poder, con el objeto de inspirar confianza a los sastres y zapateros que han de equiparlos en la próxima estación.
NOVIEMBRE. SOL EN SAGITARIO.
Conmemoración de los fieles difuntos. Carreras de caballos en el Hipódromo, con premios del ministerio de Fomento. Quinientos y pico de maestros de escuela fallecen de necesidad en este mes. El Sr. Bugallal coloca á tres sobrinos, cuatro cuñados, siete primos y ocho amigos, que pronto emparentarán con la familia. En la Presidencia vuelven á darse thes con pastas. D. Matias López, diputado de la mayoría y fabricante de chocolate, es nombrado proveedor del ministerio déla Gobernación. El Gobierno asiste en masa á la popular romería de San Eugenio. Prosigue el cebo de los pollos y capones.
DICIEMBRE. SOL EN CAPRICORNIO.
España, como decía muy bien el inolvidable Roberto Robert, confiesa y comulga con devoción; fuma veneno; paga las contri­buciones directas ó indirectas, que no son pocas; va á ver & sus hijos el día de parada; cree que el Gobierno, sea cual sea, es el mejor de los gobiernos posibles, y espera que si las cosas van bien, el Estado le proporcionará un hospital donde acabar sus días.
E. de Lustono

Serie: azulejos