11 marzo 2022

Sobre el cuco - Cuando volvieron a alejarse, el mosquito, el cuco y los cañones retomaron su trío.

Desde Bar-Le-Duc nos dirigimos hacia el noreste y, a medida que vamos adentrándonos en el bosque de Commercy, empezamos a escuchar de nuevo la Voz del Frente. Aquél era el día más cálido y sosegado de mayo, y, en el claro en que nos detuvimos para almorzar, el familiar sonido de los cañones se apoderó del silencio del mediodía con un estruendo descomunal. En los intervalos entre explosión y explosión no se oía nada, con la única excepción del zumbido de los mosquitos que volaban bajo la húmeda luz del sol, y de la llamada del cuco, como de dríade, que nos llegaba desde profundidades más frondosas. Vimos, al final del sendero, cómo pasaban unos soldados de caballería con sus ropas de un ya muy raído azul, y los flancos de sus caballos brillantes como castañas maduras. Se detuvieron a charlar y aceptaron unos cigarrillos. Cuando volvieron a alejarse, el mosquito, el cuco y los cañones retomaron su trío.

Edith Wharton
De Dunkerque a Belfort
Francia combatiente

Arquitecturas y otras imágenes en blanco y negro

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10 marzo 2022

Sobre el cuco - uno no sabe si maravillarse más por la perfección de los instintos del cuco, o por la falta de tales instintos por parte de sus anfitriones

No es menor el estupor ante el comportamiento del cuco que, a la luz de nuestra moral humana, nos parece dotado de una astucia perversa. En lugar de construir un nido, la hembra pone un huevo en el nido de un pájaro más pequeño; a menudo (no siempre) la pareja propietaria del nido no se percata de la intrusión, incuba el huevo extraño junto a los propios y el pequeño cuco sale del cascarón. Recién nacido, todavía implume y ciego, posee ya una sensibilidad y una intolerancia específicas: no soporta otros huevos a su alrededor. Se revuelve, se esfuerza, empuja, hasta arrojar al suelo todos los huevos de sus hermanos putativos.
Sus dos «padres» lo alimentarán afanosamente durante días y días, hasta que el pollito sea sensiblemente más grande que ellos. Parece una historia sacada de un mal folletín, y uno no sabe si maravillarse más por la perfección de los instintos del cuco, o por la falta de tales instintos por parte de sus anfitriones involuntarios: pero hasta en los juegos de la naturaleza tiene que haber un ganador y un perdedor. Resumiendo, los pájaros, al igual que otros animales, no saben hacer todas las cosas que hacemos nosotros, pero saben hacer otras que nosotros no sabemos hacer, o al menos no igual de bien, o solamente con la ayuda de instrumentos.

Primo Levi
El oficio ajeno

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