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06 agosto 2015
04 diciembre 2007
La palabra "roble" en las literaturas
Qué embriagador y espléndido es un día de verano en Ucrania!... ¡Qué languidez y qué bochorno el de sus horas cuando el mediodía fulge entre el silencio y el sopor, y el azul e inconmensurable océano, inclinado sobre la tierra como un dosel voluptuoso, parece dormir sumergido en ensueños mientras ciñe y estrecha a la hermosa con inmaterial abrazo! No hay una nube en el cielo, ni una voz en el campo. Todo parece estar muerto. Solo allá, en lo alto, en la inmensidad celeste, tiembla una alondra, cuyo canto argentino vuela por los peldaños del aire hasta la tierra amante, y resuena en la estepa el grito de una gaviota o el estridente reclamo de una codorniz. Indolentes y distraídos, como paseantes sin rumbo, álzanse los robles rozando las nubes, y el golpe cegador de los rayos solares prende pintorescos manojos de hojas, proyectando sobre algunas de ellas, a las que un fuerte viento salpica de oro una sombra oscura como la noche. Las esmeraldas, topacios y ágatas de los insectos del éter se derraman sobre los huertos multicolores que los girasoles circundan majestuosos. Los grises haces de heno y las doradas gavillas de trigo formadas en la estepa, vagan errantes por su inmensidad. Las amplias ramas de los cerezos, de los manzanos, de los ciruelos y de los perales, se vencen bajo el peso del fruto. Fluye el río, límpido espejo del cielo, en su verde y altivo marco... ¡Cuán pleno de sensualidad y de dulce dicha está el verano en Ucrania ! ...
en LA FERIA DE SOROCHINETZ por Nikolai V. Gogol
14 abril 2007
Entre robles
Como huyeron las semanas, así vas alejándote al olvido, a los valles abiertos, cual un sueño hacia la eterna capa letal de grises días. Contigo van las secas veredas del otoño y los vientos de entonces, en calma te frecuentan. Sabiamente, la tierra se despoja de tus pasos; como en altos ramajes el canto se ha extinguido y tibio es el sosiego en las grutas al cesar todo rumor. De cuanto aquí trajiste, todo te has llevado; tuyo el bosque, sus frutos nunca abiertos y los que sin haber madurado se secaron. Tuyo el tiempo, la delicia fugaz, la flor eterna de un día; del instante que desde antiguos años el verso ha repetido. Tuyo el tiempo, tuyo el vasto paisaje de una noche tendida hacia otro cielo, hacia otro amanecer.
Leopoldo Chariarse
22 de noviembre
Deirdre frunció el entrecejo. —No al «Traiga y Compre» de Nochebuena —dijo—. Fue al anterior… al de la Fiesta de la Cosecha. —La Fiesta de...