Como huyeron las semanas, así vas alejándote al olvido, a los valles abiertos, cual un sueño hacia la eterna capa letal de grises días. Contigo van las secas veredas del otoño y los vientos de entonces, en calma te frecuentan. Sabiamente, la tierra se despoja de tus pasos; como en altos ramajes el canto se ha extinguido y tibio es el sosiego en las grutas al cesar todo rumor. De cuanto aquí trajiste, todo te has llevado; tuyo el bosque, sus frutos nunca abiertos y los que sin haber madurado se secaron. Tuyo el tiempo, la delicia fugaz, la flor eterna de un día; del instante que desde antiguos años el verso ha repetido. Tuyo el tiempo, tuyo el vasto paisaje de una noche tendida hacia otro cielo, hacia otro amanecer.
Leopoldo Chariarse