Hay gente que gusta de «sacar la bandera roja a la planta baja y luego ir arriba para ver el efecto que hace», esto decía de sí mismo Edward Carpenter: Carpenter plantaba la bandera en la planta baja y después tomaba el ascensor para ir a la terraza: las estrellas, la armonía, el espíritu, no creo que la bandera roja le hiciera tanto efecto.
Con estas páginas no pretendo poner una bandera roja en la planta baja, no sabría gozar de su efecto desde la terraza, ni siquiera desde el suelo podría saludarla con fe. Creo en la razón humana, y en la libertad y la justicia que derivan de la razón; pero me parece que en Italia basta con atreverse a hablar el lenguaje de la razón para ser acusado de izar la bandera roja en la ventana. As you like. En las páginas que siguen recuerdo la dura señoría de los del Carreto sobre un pobre pueblo de Sicilia, pero ahora vale la pena recordar a ese homónimo ministro de la policía que metió en las prisiones del Reino de las Dos Sicilias a los hombres que entonces hablaban el lenguaje de la razón; parece que el ministro del Carreto esté destinado a pasar a la historia de Italia como un fantasma familiar; decimos Mazzini, Garibaldi, Pisacane, Risorgimento, Resistencia, República, mientras la sombra del ministro del Carreto se agita como un espectro familiar en un castillo de Escocia.