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Muere Edward Schillebeeckx, teólogo en la frontera
Nacido en 1914, fue una de las personalidades más influyentes en la renovación del cristianismo durante la segunda mitad del siglo XX
JUAN JOSÉ TAMAYO 25/12/2009
El 23 de diciembre murió, a los 95 años, Edward Schillebeeckx, el teólogo católico más prestigioso del siglo XX, junto con Karl Rahner, y una de las personalidades más influyentes en la renovación del cristianismo durante toda la segunda mitad del siglo pasado. Ha sido protagonista en los momentos más importantes de la historia reciente de la teología, de la vida de la Iglesia holandesa y de la Iglesia católica.
Nació en 1914 en Amberes, metrópoli de la Bélgica flamenca en el seno de una familia muy religiosa de 14 hermanos. Hasta los 18 años estudió en un colegio de jesuitas, donde recibió una rigurosa formación basada en los clásicos. A los 19 años ingresó en la Orden de los Dominicos. ¿Qué es lo que le atrajo de la Orden dominicana por optar por ella como estilo de vida? Él mismo responde: la apertura al mundo, la dedicación al estudio, el trabajo de investigación y la teología centrada en la predicación. Y a fe que él mismo hizo realidad estas cuatro características en su vida religiosa, en su actividad intelectual y en su manera de estar en el mundo.
25 diciembre 2009
de "Rey Jesús" por Robert Graves
Por ejemplo, la tercera escena se inicia, en un escenario oscurecido, en el establo de Bethlehem.
El gallo (cacareando): ¡Cristo ha nacido!
El toro (mugiendo): ¿Dónde?
El asno (rebuznando): ¡En Beth/ehem!
Estas criaturas no son, a propósito, extraños personajes tomados de las fábulas de Esopo: son animales sagrados. El gallo es sagrado para Hermes, conductor de las almas, y para Esculapio, el médico. Aleja la oscuridad de la noche, es el augur del sol que renace. Recordaréis que casi las últimas palabras que dijo Sócrates antes de beber la cicuta fueron para recordar a un amigo que había prometido un gallo a Esculapio: expresaba, supongo, su esperanza de resurrección. El gallo figura también en el relato de los últimos sufrimientos de Jesús y se interpreta ahora como un augurio de la resurrección, aunque esta explicación me parece rebuscada. El toro y el asno son las bestias simbólicas de los dos mesías prometidos: el mesías hijo de José y el mesías hijo de David, con los cuales identifican los cristianos a Jesús. Los comentadores judíos explican invariablemente los «pies del toro y del asno» mencionados en el capitulo treinta y dos de Isaías como referidos a los dos mesías.
Después de ese breve diálogo entre las criaturas, amanece y se descubre a la sagrada familia reunida. La virgen madre y el niño en su antigua pose: la madre usa un manto azul y una corona de estrellas de plata; el niño, como es tradicional, está en el pesebre de los animales, que se usa para el mismo fin en los misterios délficos y eleusinos. José, barbado, se apoya en un báculo algo más atrás, sin corona y ni siquiera ropaje morado, representando a todos los hombres justos que han conquistado un sitio en la divina iluminación merced a su virtud. Se acerca gradualmente la música distante de flautas y tambores. Entran tres alegres pastores, como aquéllos del monte Ida que adoraban al niño Zeus... O (si está permitido revelar esto) como los mistagogos vestidos de pastores que, en la ceremonia del Adviento que da su nombre a los misterios de Eleusis, presentan a la luz de las antorchas al niño nacido de virgen y exclaman: «¡Alegraos, alegraos, hemos encontrado a nuestro rey, hijo de la Hija del Mar, acostado en esta cesta entre las cañas del río!»
SIGUE...
SIGUE...
24 diciembre 2009
23 diciembre 2009
22 diciembre 2009
Estudiantes, sopistas y pícaros - IX
Entre las fiestas que distraían la existencia laboriosa de los escolares salmantinos, cerrando las puertas del Estudio, deben citarse las solemnes ceremonias religiosas celebradas en su recinto, no sólo por las grandes festividades de Navidad, Semana Santa, Pascua de Pentecostés y Corpus, sino en todos aquellos días consagrados por la Iglesia a las distintas advocaciones de la Virgen María. Con tal motivo se celebraban solemnes funciones religiosas, serpenteando a través del laberinto de las estrechas calles las filas de devotos y penitentes en procesiones concurridas, mientras sonaban las innumerables campanas de sus iglesias y conventos, entre ellas aquellas campanas parroquiales que, según el Fuero de Salamanca, tañían dos veces para anunciar el fallecimiento de mujer, y tres si el difunto era varón.
Resultaban muy solemnes y concurridas las fiestas con que la Universidad de Salamanca se sumaba al regocijo nacional con motivo de la proclamación de nuevos reyes, organizándose desfiles suntuosos, cabalgatas, actos académicos, veladas teatrales y corridas de toros. SIGUE
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El 21 de noviembre de 1975, Buenos Aires empezó siendo una mañana fría, soleada, menos húmeda que de costumbre. Como todos los viernes...