29 septiembre 2022

Si...

SI…

Si puedes mantener la cabeza en su sitio
cuando todos la pierden —y te culpan por ello—;
si confías en ti cuando los otros
desconfían —y les das la razón—;
si puedes esperar sin cansarte, si no
mientes cuando te vienen con mentiras
ni odias a los que te odian y, aún así,
no te las das de santo ni de sabio;

si sueñas, sin llegar a ser esclavo
de tus sueños; si piensas, pero no te conformas
con pensar; si te enfrentas al Triunfo y al Desastre
y das el mismo trato a esos dos impostores;
si soportas que tuerzan tus palabras
para embaucar con ellas a los tontos;
si se rompen las cosas a las que has dedicado
tu existencia y te agachas a rehacerlas;

si juntas todas tus ganancias para
jugártelas a cara o cruz, y pierdes,
y vuelves a empezar de nuevo, una vez más,
sin mencionar siquiera lo perdido;
y si tu corazón, tus músculos, tus nervios
cumplen incluso cuando ya no son
lo que eran, y resistes cuando ya no te queda
sino la voluntad de resistir;

si hablas con multitudes sin perder la honradez
y paseas con reyes sin perder la humildad:
si no pueden hacerte daño tus enemigos
—tampoco tus amigos— y todo el mundo cuenta
contigo —no en exceso—; si no desaprovechas
ni un segundo de cada minuto de carrera,
la tierra y cuanto en ella existe es para ti;
serás, en fin, lo que se dice un hombre.



POEMAS
Rudyard Kipling




Madrid, tejados, terrazas, azoteas y remates

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28 septiembre 2022

EL POETA es un fingidor

 AUTOPSICOGRAFIA
1-4-1931

EL POETA es un fingidor.
Finge tan enteramente
Que hasta finge que es dolor
El dolor que de veras siente.

Y quienes leen lo que escribe,
En el dolor leído sienten bien,
No los dos que el poeta tuvo,
Pero sólo el que ellos no tienen.

Y así por las vías rueda
Gira, para entretener la razón,
Este tren de cuerda
Que se llama corazón.

Fernando Pessoa
Poemas

En traducción de:
Miguel Ángel Flores


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27 septiembre 2022

VELAS. Constantino Kavafis

 VELAS
 
 
Ante nosotros yérguense los días venideros
como fila de velas encendidas—
doradas, cálidas y vivas velitas.
 
Los días pasados atrás quedan,
triste fila de velas apagadas.
Las más cercanas aún despiden humo,
frías velas, derretidas, y torcidas.
 
No quiero verlas: me aflige su figura,
y me aflige recordar su luz primera.
Miro adelante mis velas encendidas.
 
No quiero volverme, por no ver con horror
cómo la fila oscura avanza rápida,
cómo los cirios apagados aumentan tan de prisa.


C. P. Cavafis

Poemas

  

Traducción, prólogo y notas de Ramón Irigoyen

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26 septiembre 2022

De aquellos tres que llegaron a donde estaba Hallblithe, el de la Casa del Cuervo

 CAPÍTULO I

De aquellos tres que llegaron a donde estaba Hallblithe, el de la Casa del Cuervo

Se dice que antaño vivió un hombre de libre condición que respondía al nombre de Hallblithe: era rubio, fuerte y avezado en el combate; pertenecía a la antigua Casa del Cuervo.
Aquel joven amaba a una damisela de extremada belleza llamada la Rehén, la cual pertenecía a la Casa de la Rosa, con cuyas mujeres era costumbre establecida desde antiguo que casaran los hombres de la Casa del Cuervo.
Como ella le correspondía, y ningún hombre de su parentesco se oponía a su amor, ambos decidieron casarse el día del solsticio del verano.
Cierta mañana, a comienzos de la primavera, cuando los días aún son cortos y largas las noches, Hallblithe se sentaba ante el porche de la casa, alisando un largo palo de fresno para hacer con él una lanza. Al escuchar el ruido de los cascos de unos caballos que se acercaban y levantar la vista, vio que unos jinetes cabalgaban hacia la casa y que en aquel instante pasaban por la puerta de su cerca. Como era el único hombre que estaba en la casa, se levantó y fue a su encuentro: sólo eran tres, llevaban armas y montaban excelentes caballos; pero no suponían ninguna amenaza, porque dos de ellos eran viejos y débiles, y al tercero, sombrío, se le veía triste, cansado y muy abatido. Le pareció que venían de muy lejos y que habían cabalgado muy deprisa, pues sus espuelas estaban manchadas de sangre, y sus caballos de sudor.
Hallblithe los saludó cordialmente, diciendo:
—Cansados parecéis por el viaje que quizá aún tengáis que proseguir, así que descabalgad y entrad en la casa: tomad comida y bebida para vosotros, y paja y grano para vuestros caballos. Y luego, si aún queréis continuar vuestro camino, partid, habiendo ya reposado; más, si podéis permitíroslo, quedaos aquí toda la noche y partid mañana, pues hasta entonces todo lo nuestro será vuestro y os pertenecerá.
Y el más viejo de aquellos ancianos habló con voz de falsete, diciendo:
—Joven, te lo agradecemos. Por más que los días de la primavera aún estén lejos de terminarse, las horas de nuestras vidas se desvanecen, así que no nos quedaremos en esta casa a menos que nos convenzas, en verdad, de que hemos llegado a la Tierra de la Llanura Esplendente. Si así es, no te demores y llévanos ante tu señor, pues seguramente nos dará una alegría.
Luego habló el que parecía menos consumido por la edad que él, diciendo:
—¡Te lo agradecemos! Pero no nos basta con la comida y la bebida, pues necesitamos algo más, a saber: la Tierra de los Vivientes. Y, ¡oh!, el tiempo apremia.
Y dijo el hombre de aspecto triste y decaído:
—Buscamos la tierra donde los días son tan numerosos que, quien olvidó cómo se ríe, consigue recordarlo y dejar atrás los días de la aflicción.
Y entonces los tres preguntaron con fuerte voz:
—¿Es ésta la Tierra? ¿Es ésta la Tierra?
Y Hallblithe rio, maravillado por todo aquello, y dijo:
—Viajeros, si miráis con atención más abajo del sol, justo en la pradera que se encuentra entre las montañas y el mar, veréis una llanura llena de esplendor a causa de los lirios primaverales. Para nosotros no es la Llanura Esplendente, sino la Tierra de los Riscos Junto al Mar. En ella los hombres mueren cuando les llega la hora, y aunque ignoro si los días que conforman sus vidas son tan numerosos que les permitan olvidar las penas, pues aún soy demasiado joven para sufrir el yugo de la aflicción, sé que les bastan para cumplir las hazañas que nunca mueren. Y en cuanto a esa palabra, «señor», que decís, sabed que desconozco su significado, pues todos los Hijos del Cuervo moramos aquí en buena amistad, junto con nuestras esposas legítimas, las madres que nos trajeron al mundo y las hermanas que nos sirven. Así que una vez más os invito a bajar de vuestros caballos para comer, beber y descansar, y para que, cuando lo deseéis, prosigáis la búsqueda de esa tierra que perseguís.
Ellos apenas le miraron y exclamaron al mismo tiempo con voces quejumbrosas:
—¡No es la Tierra! ¡No es la Tierra!
Y sin decir más, volvieron grupas a sus caballos, salieron por la puerta de la cerca y, entre el estruendo de sus arneses, tomaron el camino que subía hacia el paso situado entre las montañas. Hallblithe, maravillado, escuchó el sonido de los cascos de sus caballos hasta que se desvaneció y luego volvió a lo que estaba haciendo: para entonces eran las dos del mediodía.
 
William Morris
Historia de la Llanura Espledente

Título original: The Story of the Glittering Plain which has been also called the Land of Living Men, or the Acre of thr Undying

William Morris, 1890

Traducción: Javier Martín Lalanda

 

El joven Hallblithe, de la Casa del Cuervo, y su prometida viven pacíficamente en una comunidad agrícola-ganadera asentada en la Tierra de los Riscos, junto al Mar. Pero, un mal día, el muchacho descubre que su amada, la Rehén de la Casa de la Rosa, ha sido raptada por unos piratas. Hallblithe inicia un viaje por mar en su busca acompañado por Zorro Pequeño, personaje ambiguo y tretero, tan pelirrojo como el cánido. Hallblithe llega primero a la Tierra del Rescate y de ahí es conducido por el anciano Águila de Mar a una especie de Paraíso, la Tierra de la Llanura Esplendente, también llamada el Campo de los Inmortales o la Tierra de los Vivientes. En ella asiste al rejuvenecimiento del anciano, que se convierte en un alegre y hermoso joven, allí las mujeres le ofrecen su amor y belleza, y allí el mismísimo rey del lugar le da a comer de su plato y a beber de su vino. Sin embargo, el joven Hallblithe, de la Casa del Cuervo, no repara en el atractivo de las mujeres ni aprecia sabor alguno en los manjares que le ofrecen, pues solo piensa en encontrar a su amada. ¿Conseguirá el amable y valeroso joven escapar de una tierra sin necesidades materiales, donde los visitantes olvidan sus anteriores vidas, donde el goce y la alegría son el único objetivo?

 

Enriketa ve un fantasma