EL PASEANTE
Cuando estaba sentada al atardecer a la puerta de mi casa, acertó a pasar un joven. Me miró, volví la cabeza. Me habló, no le respondí.
Quiso acercárseme. Cogí una hoz apoyada en el muro y le habría hendido la cara si avanza un paso más.
Entonces, reculando un poco, sonrió y soplando hacia mí en el hueco de su mano, me dijo: «Recibe este beso». Y grité, y lloré tanto que acudió mi madre.
Agitada, creyendo que me había picado un escorpión. Yo lloraba: «Me ha besado». Y mi madre, me besó también llevándome en sus brazos.
Pierre Louÿs
Las canciones de Bilitis