02 diciembre 2021

2 de diciembre

Leyenda de doña María Coronel

Doña María Fernández Coronel era una bella joven, perteneciente a una familia muy principal, que tenía su casa en la esquina de la calle Arrayán con el mercado de la Feria, casa que en parte ha sido derribada en el año 1973, y una fachada queda aún, la que da al Mercado, donde se conserva un hermosísimo ventanal de estilo mudéjar, cuya casa ha sido en los siglos XVI al XIX palacio de los marqueses de la Algaba, y durante el XIX y XX, teatro, corral de vecindad, bodega y almacén.

Casó doña María Fernández Coronel, con el caballero don Juan de la Cerda, descendiente de la familia real de León. Y cuando se alzaron contra el rey don Pedro I sus hermanos bastardos, encabezados por don Enrique de Trastámara, se adhirió al bando de éstos el caballero don Juan de la Cerda, aportando dineros, armas, y soldados a la causa de don Enrique. Esto motivó que el rey legítimo le condenase por traidor, y habiéndole cogido prisionero en una batalla, lo mandó decapitar.

Pasado algún tiempo, el rey don Pedro conoció a doña María Fernández Coronel, quien ya consolada en parte de la muerte de su esposo, vivía tranquila, administrando los bienes que le pertenecían a ella por su dote, puesto que los bienes de su esposo habían sido incautados por el rey, y su casa situada junto a la iglesia de San Pedro había sido derribada y sembrado su suelo de sal para que ni naciera allí la hierba, como escarmiento para traidores.

Conocerla y enamorarse de ella fue todo uno, y desde aquel día, el rey don Pedro persiguió a doña María Coronel, con ánimo de rendirla, aun cuando ella lo rechazaba y huía de donde él pudiera encontrarla. Por esto, se refugió en casa de sus padres, en la calle Arrayán, confiando en eludir esta persecución.

Pero el rey, inflamado de deseos amorosos se propuso robarla de la casa de sus padres y habiéndole ella sentido llegar con unos criados, mientras el rey asaltaba el edificio por un lado huyó doña Mara cubierta con un velo, saliendo por la puerta que daba frente a la iglesia de Omnium Sanctorum, y desde allí corriendo cruzó la Feria, rodeó la Laguna (hoy paseo de la Alameda) y llegó desolada a pedir amparo y refugio en el convento de monjas de Santa Clara.

Las monjas, imaginando que el rey no tardaría en llegar allí a buscarla, la ocultaron en una zanja que había en el jardín, sobre la que pusieron unas tablas y la cubrieron con un poco de tierra. Al amanecer, llegó en efecto el rey, quien había recibido una confidencia y recorrió todo el convento buscándola, sin encontrarla. Las monjas cuentan que milagrosamente hizo Dios que sobre la tierra que cubría aquel improvisado refugio naciera hierba y brotaran flores en un momento, con lo que el rey no pudo descubrirla.

Pasado algún tiempo y confirmado nuevamente en sus sospechas el rey, se presentó de improviso en el convento, donde doña María Coronel estaba viviendo ya más descuidada. No le dio tiempo a esconderse, y el rey la persiguió por los corredores, con ánimo de reducirla y llevársela al Alcázar. Pero ella en su carrera entró en la cocina, donde estaban en aquel momento preparando la comida unas legas. Doña María se dirigió al hogar, cogió una sartén que estaba llena de aceite hirviendo, y se la derramó por la cara, deseando desfigurarse para que así el rey no sintiera más apetito por ella. En efecto, el aceite le produjo horrorosas quemaduras que desfiguraron su bello rostro, y cuando el rey entró en la cocina y vio aquella cara, desollada, chorreando sangre, y contraída por el horrible dolor, huyó despavorido y desconsolado.

Mandó el rey a la abadesa de Santa Clara que cuidase y atendiese muy bien a doña María Coronel, que él estaba arrepentido y no volvería a molestarla, y le concedería cuanto ella pidiese.

Entonces doña María Coronel, una vez que estuvo repuesta, pidió al rey que le devolviese el solar de la casa de su marido, junto a la iglesia de San Pedro, donde ella se proponía fundar un convento.

El rey le dio el solar, donde ella hizo construir el Convento de Santa Inés, y una vez edificado, organizó comunidad, siendo ella la primera priora que tuvo.

Doña María fue priora durante muchos años, pues murió de avanzada edad. Fue enterrada en el coro, pero en el siglo XVI, al hacer unas obras, encontraron su ataúd y al abrirlo apareció el cadáver perfectamente conservado, por lo que las monjas lo colocaron en una urna de cristal, al descubierto. Todos los años el día 2 de diciembre puede visitarse en la iglesia de Santa Inés esta urna, donde se ve el cuerpo de la fundadora, y pueden apreciarse en su rostro las cicatrices que le produjo el aceite hirviendo.

José María de Mena
Tradiciones y leyendas sevillanas


Sevilla es una de las ciudades españolas y europeas más cargadas de historia. Así, pues, la capital andaluza es sumamente rica en leyendas y tradiciones que se remontan a tiempos muy remotos. Por ejemplo, ¿fundó el fenicio Melkart —llamado posteriormente Hércules— la primitiva Sevilla? No falta en esta obra el recuerdo al martirio y gloria de santa Justa y santa Rufina, en la época romana, ni, en la época visigoda, la tradición de la sublevación de san Hermenegildo contra Leovigildo. ¿Murió realmente Don Rodrigo en la batalla del Guadalete? Los amores de Almotamid, rey-poeta de Sevilla, con su hermosísima esclava Itimad. Cómo Abenamar salvó Sevilla jugando al ajedrez. Rodrigo Díaz de Vivar ganó en esta ciudad el nombre de Cid. ¿Qué sabemos sobre la construcción de la Giralda? Aquí se recuerdan la temeridad de san Fernando, las hazañas de Garcipérez de Vargas y la gesta del almirante Bonifaz. La muerte de Leonor Dávalos y Urraca Ossorio. Una matanza en la judería sevillana. Una gitana hizo ciertas profecías a Hernán Cortés en Sevilla. ¿Qué son los seises de la catedral hispalense? Una mirada retrospectiva a la Inquisición. Leyendas y tradiciones del Cristo del Cachorro y de la Virgen de la Macarena. Realidad y leyenda de don Juan Tenorio. Bécquer, Larra y Sevilla. ¿Qué hacen las sevillanas para que llueva o para que no llueva?

Palmatoria

 palmatoria

01 diciembre 2021

1 de diciembre

»Trato de escribir mis recuerdos, pero algo va de la espada a la pluma y ésta es más pesada tal vez que el arcabuz y la partesana, digo, para el que no tiene costumbre como yo».
Pero de pronto le pareció desairado escribir sobre sí mismo y tiró el papel a la chimenea apagada. Más tarde fue a buscarlo, lo alisó otra vez con las palmas de las manos —la izquierda estaba contraída por una herida mal curada— y se dijo: «En Oñate mi vida no tuvo importancia, pero aquí en Indias me he portado como otros». Y con esa idea siguió escribiendo.
«Me embarqué en Sevilla para venir acá en el año 1537 con una cédula que tenía ya del año anterior para ser regidor en el pueblo donde viviera el gobernador del Perú, y digo que esos cargos sólo se dan a personas hidalgas de solar conocido. Después de aquella cédula me dieron otra firmada el 1 de diciembre de 1536, diciendo que aquel regimiento que me otorgaban debía yo tenerlo y ejercerlo allí donde quedara establecido el gobierno de Nueva Toledo, cuya entrada y conquista se había capitulado ya con Almagro. Yo estaba contento con aquello, porque me parecía digno de mí.
»Cuando llegué a esta tierra del Perú vi que la tropa andaba separada en bandos, unos por Pizarro y otros por Almagro, de lo que vino la contienda de 1538, en donde si me hallé o no me hallé a nadie le importa y no voy a decirlo aquí, que demasiado hablan los que no hacen nada y no voy yo a echarme tierra a los ojos. Pero la verdad es que estuve en las entradas de los Chunchos con Pedro de Candía y en los Andes, que son montes fríos y ásperos como ninguna otra montaña en el mundo, y allí muchos cayeron y volvíamos maltrechos cuando nos salió al encuentro el mismo don Hernando Pizarro en persona con Peransúrez, Diego de Rojas, el famoso también Gonzalo Pizarro y otros capitanes y allí mismo don Hernando le quitó el mando a Candía y se lo dio a Peransúrez, con quien yo marché a Carabaya y a Ayavire, montes adentro otra vez y en el peor tiempo, que yo pensé que era mi fin como los otros el suyo y más de uno acertó, aunque yo, por fortuna, me equivocara. Que dentro de lo malo siempre he tenido alguna suerte.

Ramón J. Sender
La aventura equinoccial de Lope de Aguirre

La aventura equinoccial de Lope de Aguirre, basada en la histórica antiepopeya de la expedición capitaneada por un vasco a lo largo del Amazonas, ofrece un amplio y variado espectro de caracteres a la búsqueda de un imposible. El mítico El Dorado se convierte en el centro vital de unas mentes estremecidas y agitadas que luchan contra sí mismas y contra el universo, plasmado en una tierra indomable, la selva del Marañón, y en unos monarcas lejanos que recuerdan al dios del abandono.
Un discurso exuberante, pleno de matices, ayuda a recrear la atmósfera sobrehumana de la tarumba equinoccial.

Mirlo

mirlo

30 noviembre 2021

30 de noviembre

Es un escándalo que no te haya agradecido aún el barril anual de sidra, que siempre nos proporciona un placer excepcional.

LIBRERÍA ENCANTADA
163 Gissing Street, Brooklyn
30 de noviembre de 1918

Querido Andrew:

Es un escándalo que no te haya agradecido aún el barril anual de sidra, que siempre nos proporciona un placer excepcional. Este otoño me ha costado mucho poner en orden mis ideas, así que no he escrito ninguna carta. Como todo el mundo, no dejo de pensar en esta nueva y maravillosa paz que por fortuna ha regresado a nuestras vidas. Confío en que nuestros estadistas logren que sus decisiones redunden en beneficio de la humanidad. A veces creo que debería haber una conferencia de paz en la que participen sólo libreros, pues (te vas a reír) tengo la convicción de que la felicidad futura del mundo depende en no poca medida de los libreros y los bibliotecarios. Me pregunto cómo serán los libreros de Alemania.

He estado leyendo «La educación de Henry Adams» y ya me hubiera gustado que Adams viviera lo suficiente para darnos su opinión sobre esta guerra. Me temo en todo caso que se habría quedado estupefacto. Pensaba que éste no es un mundo «que las naturalezas sensibles y tímidas puedan mirar sin estremecerse.» ¿Qué habría dicho de estos cuatro años de horrores de los que hemos sido testigos con el corazón destrozado?

Oxalis brasiliensis

Oxalis brasiliensis

29 noviembre 2021

29 de noviembre

el atrio de la catedral de París fue el escenario de la ejecución del último gran maestre junto a otros 36 templarios

En 1309, desbordado por los acontecimientos y tras dos años de prisión, torturas e interrogatorios, un ya anciano maestro Jacques de Molay sucumbió a la presión de los oficiales del rey francés confesando que los templarios renegaban de la cruz de Jesucristo en las ceremonias de recepción de nuevos miembros. Esta declaración fue un extraordinario trofeo para Felipe IV que, a partir de entonces, ordenó enjuiciar a centenares de caballeros que fueron torturados y quemados en la hoguera acusados de herejía. El 12 de marzo de 1312 el Concilio de Vienne aprobó la disolución del Temple y, finalmente, el 18 de marzo de 1314, el atrio de la catedral de París fue el escenario de la ejecución del último gran maestre junto a otros 36 templarios. En sus últimos suspiros en la hoguera, Jacques de Molay lanzó una maldición sobre sus verdugos y esta no tardó en cumplirse: el 29 de noviembre de ese año pereció el rey de Francia Felipe IV el Hermoso a consecuencia de una caída de caballo, el traidor Esquin de Froylan murió apuñalado, el papa Clemente V falleció el 20 de abril de 1315 y el canciller real Guillermo de Nogaret, ejecutor de toda la trama, les siguió poco después. Coincidencia o no, Europa sufrió una cadena de calamidades enlazando malas cosechas, epidemias y hambrunas a lo largo del siglo XIV en lo que se ha conocido como la crisis bajomedieval. Desde entonces, bien por su trágico final o por las extrañas acusaciones de las que fueron víctimas, siempre ha rodeado a los templarios un halo de misterio que ha dado lugar a multitud de especulaciones y leyendas a menudo sin ningún tipo de fundamento.

David González Ruíz
Breve historia de las leyendas medievales

En esta obra se recopila la mejor selección de las leyendas medievales de las crónicas, los poemas y la tradición oral de toda Europa para relatarnos el verdadero trasfondo histórico de cada una de ellas. Así, permite conocer la historia real de aquellos hombres y mujeres que vivieron durante la Edad Media y cuyas hazañas extraordinarias los convirtieron en leyenda. Beowulf, el Cid, el rey Arturo y los caballeros de la Mesa Redonda, Gala Placidia, William Wallace, Carlomagno, Juana de Arco, Ataulfo, santa Eulalia, Daciano, el obispo Maeloc… son solo algunos de los personajes que lograron destacarse en un periodo inestable, donde los ideales, el honor y el amor movían ejércitos y sellaban destinos. Agrupando por temas precisos como héroes y villanos, reinas y doncellas, el amor y el honor, las grandes batallas, los lugares y objetos sagrados y las sociedades y las sectas secretas la obra permite conocer de cerca esa época oscura llena de sucesos tan enigmáticos como fantásticos, cuyas huellas han llegado hasta la actualidad.

Enriketa ve un fantasma