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Madrid, calle del Cristo
CRISTO: Va de la calle de Amaniel a la del Limón, b. de Amaniel, d. de la Universidad, p. de San Marcos.
Es una calle estrecha y breve, que conserva todo su aspecto antañón, con sus casas vetustas y bajas. Sirve de tránsito al cuartel del Conde-Duque y la frecuencia de su pasaje marcial la hace variar poco de cuando cruzaban por ella, con sus brillantes uniformes, los guardias de Corps de las cuatro compañías.
Llámase del Cristo porque en este lugar tenía su quinta don Juan de Azmiscueta, caballero del hábito de Santiago, y en sus tapias un humilladero con una imagen de Jesús crucificado, a la que tenía mucha devoción, y por la que aquélla era llamada la Casa de Cristo.
Cuando Felipe IV una noche, acompañado de don Luis de Haro, fue cautelosamente a convencerse de cómo se reunían en la quinta del condestable algunos conjurados contra su real persona, suceso del que se hablará al tratar de la calle del Espíritu Santo, pudo ver, al fulgor de la lámpara de ese Cristo, cómo, en efecto, según se le había confidenciado, pasaban por allí algunos de los nobles comprometidos en la conjura.
—Ya estamos cerca del humilladero del Cristo de la Luz—decía el rey—, bultos cruzan y son ellos.
Es posible que ya se denominara de la Luz aquel Cristo, a semejanza del toledano ; pero quiere la tradición que éste de Madrid no empezara a ser así llamado hasta que de ese modo hubo de designarle el monarca en la famosa noche. Cuando desapareció la quinta del comendador, el Cristo fue llevado a la iglesia de las Maravillas, hoy parroquia de San Justo y Pastor, en la cual se conserva la estatua sepulcral orante de don Juan de Azmiscueta, quien dejó sus bienes a las monjas de aquella Comunidad, las cuales hicieron construir algunas casas en la finca donde estuvo el Cristo, y entre ellas la primitiva tahona de las Maravillas.
De ‘Las calles de Madrid’ de Pedro de Répide
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