12 marzo 2008

Alta tensión

Hoy es el Día Internacional por la Libertad de Expresión en Internet

Con motivo de este primer Día de la Libertad en Internet, Reporteros sin Fronteras ha publicado una lista de los Enemigos de Internet que recoge quince Estados entre los que se encuentran Arabia Saudí, Belarús, Birmania, China, Corea del Norte, Cuba, Egipto, Etiopía, Irán, Uzbekistán, Siria, Túnez, Turkmenistán, Vietnam y Zimbabue.

alta tensión

Aniceto el Gallo, gacetero prosista y gauchi-poeta argentino de Hilario Ascasubi

-¿Con que Vd. se encuentra capaz de escribir un periódico?
-Valiente, patrón: ¡pues no he de ser capaz! Mire, señor, de balde me ve de facha infeliz; yo soy hombre corrido, sabido, leído y escribido, porque de charabón me agarró un flaire que confesaba a mi hermana, y me llevó al convento de San Francisco, adonde me enseñó hasta la mitá de la Bramática en latín, y el ayudar a misa; y no aprendí la Jergafría, porque le hice una juida al padre, y luego me agarraron de leva para los barcos, cuando la guerra con Portugal; y entonces me soplaron de tambor a bordo de una boleta, que la mandaba un oficial de marina criollo, patriota y guapo, medio parecido a muchos de los de hoy en día... sí, señor.
-Hombre: qué historia tendrá Vd. ¿no?
-Escuche. Pues, señor, como le iba diciendo: en la boleta salimos y anduvimos por esos mares de Cristo trajinando de corsario, hasta que nos pegó un albazo y nos agarró con barco y todo un comendante llamado Yuan das Botas, guapazo el Portugués; y ese mesmo me llevó a Portugal, y me tuvo hasta que me le escapé en otro barco y fui a dar por las tierras de Uropa en la Ingalaterra y la Francia; y por allá me aguanté como cinco años, de manera que hasta soy lenguaraz en esas lenguas. Luego de Uropa, caí a Malparaíso: de allí por la cordillera atravesé y anduve en todas las guerras del dijunto Quiroga, que esté gozando de Dios, y de ahí vine a Entrerríos, y últimamente a Buenos Aires, aonde estoy a su mandao.
-Gracias, señor literato.
-No me llamo Liberato, patrón.
-¿Y cómo se llama usté?
-¿Yo?... Aniceto Gallo.
-¿Gallo?... ¿Entonces será Vd. cantor?
-Sí, señor.
-¿Y músico?
-Rigular.
-¿Toca Vd. algún istrumento?
-Toco.
-¿De cuerda?
-Es verdá.
-¿Qué istrumento toca de cuerda
-La campana.
'Aniceto el Gallo, gacetero prosista y gauchi-poeta argentino' de Hilario Ascasubi

10 marzo 2008

Las afueras

el árbol y la torreta

Werther: 4 de mayo de 1771

¡CUÁNTO me alegro de mi viaje! ¡Ay, amigo mío, lo que es el corazón del hombre! ¡Alejarme de ti, a quien tanto quiero; dejarte, siendo inseparable, y sentirme dichoso! Sé que me lo perdonas. ¿No parece que el destino me había puesto en contacto con los demás amigos, con el exclusivo fin de atormentarme? ¡Pobre Leonor! Y, sin embargo, no es culpa mía, ¿Podía yo evitar que se desarrollase una pasión en su desdichado espíritu, mientras me embelesaba con las gracias hechiceras de su hermana? Así y todo, ¿no tengo nada que echarme en cara? ¿No he nutrido esa pasión? Más aún: ¿no me he divertido frecuentemente con la sencillez e inocencia de su lenguaje, que muchas veces nos hacía reír, aunque nada tenía de risible? ¿No he?.. ¡Oh! ¡Qué es el hombre, y por qué se atreve a quejarse? Quiero corregirme, amigo mío; quiero corregirme, y te doy palabra de hacerlo; quiero no volver a preocuparme con los dolores pasajeros que la suerte nos ofrece sin cesar; quiero vivir de lo presente, y que lo pasado sea para mí pasado por completo. Confieso que tienes razón cuando dices que aquí abajo habría menos amarguras si los hombres (Dios sabrá por qué los ha hecho como son) no se dedicasen con tanto ahínco a recordar dolores antiguos, en vez de soportar con entereza los presentes.
«Di a mi madre que no dejaré de la mano su asunto, y que le daré noticias de él lo más pronto que pueda. He visto a mi tía: lejos de encontrar en ella a la perversa mujer que ahí me hablaron, te aseguro que tiene excesiva viveza y excelente corazón. Me he hecho eco de las quejas de mi madre por la parte de herencia que le retiene, me ha explicado su conducta y los motivos que la justifican; también me ha dicho bajo qué condiciones está dispuesta a entregarnos aún más de lo que pedimos. Basta de esto por hoy, di a mi madre que todo se arreglará. He visto una vez más, amigo mío, en este negocio insignificante que las equivocaciones de la negligencia causan en el mundo más daño que la astucia y la maldad; bien es cierto que éstas abundan menos.
«Por lo demás, aquí me encuentro perfectamente. La soledad de este paraíso terrenal es un precioso bálsamo para mi alma, y esta estación juvenil consuela por completo mi corazón, que con frecuencia se estremece de pena. Cada árbol, cada planta es un ramillete de flores, y siente uno deseos de convertirse en abeja, para revolotear en esta atmósfera embalsamada, sacando de ella el necesario alimento.
«La ciudad propiamente dicha es desagradable; pero en sus cercanías brilla la naturaleza con todo su esplendor. Por eso el difunto conde de M... hizo plantar su jardín en una de estas colinas, que se cruzan en variado y encantador panorama, formando los valles más deliciosos. El jardín es sencillo, y se observa desde la entrada que el plan, más que engendro de sabio jardinero, es combinación de un alma sensible, deseosa de gozar de sí misma. Muchas lágrimas he consagrado ya a la memoria del conde en las ruinas de un pabelloncito, que era su retiro predilecto y que también es el mío. En breve seré yo el dueño del jardín: en sólo dos días me he sabido granjear la buena voluntad del jardinero y te aseguro que no llegará a arrepentirse de ello.»
Johann Wolfgang von Goethe: Werther

09 marzo 2008

Antigua vivienda de astures

casa astur en Campa Torres (Gijón)

La flauta

Para el día de Jacintos, me ha dado una flauta hecha de cañas muy bien cortadas, uni­das con cera blanca que es dulce a mis labios como si fuese miel.
Sentada en sus rodillas me enseña a tocarla, pero yo estoy toda temblorosa. Él toca después de mí tan dulcemente, que apenas le oigo.
No tenemos nada que decirnos, de tal modo estamos uno tan en el otro; pero nuestras can­ciones gustan de encontrarse, y poco a poco se unen nuestras bocas en la flauta.
Es tarde ya, empieza el canto de las ranas verdes que anuncian la noche. Mi madre no creerá nunca que he estado tanto tiempo bus­cando mi cinturón perdido.
En 'Las canciones de Bilitis' de Pierre Louÿs

Enriketa ve un fantasma