26 enero 2008

Mi localidad (1/5)

Cuando medito qué establecimiento de gentes o qué paisaje sea el más adecuado para que yo lo describa como mío en este «Atlas», por de pronto se ofrecen muchas posibilidades. Sin embargo, desde mi lugar natal, que lleva el nombre de Nowawes y que según las informaciones está junto a Potsdam, en la vía del ferrocarril de Berlín, pasando por las ciudades de Bremen y Berlín, en las que pasé mi infancia, hasta las ciudades de Londres, Praga, Zurich, Estocolmo, París, en las que luego caí, todas mis residencias toman un carácter provisional, y no he mencionado siquiera las breves estaciones intermedias, todas esas motas de tierra, llámense Warnsdorf en Bohemia, o Montagnola en el Tesino, o Alingsas en la Suecia occidental.
Fueron lugares de paso, me dieron impresiones cuyo elemento esencial era lo inaprehensible, lo velozmente desaparecido, y cuando busco lo que ahora podría destacar de allí y presentar como valioso y capaz de constituir un punto firme en la topografía de mi vida, recaigo sólo en lo huidizo, todas aquellas ciudades se me hacen manchas oscuras, y sólo perdura una localidad en la que pasé un único día.
Las ciudades en las que viví, en cuyas casas me alojé, por cuyas calles anduve, con cuyos habitantes hablé, carecen de contornos definidos, se funden unas con otras, son partes de un único mundo exterior en perpetuo cambio, muestran ahí un puerto, allá un parque, ahí una obra de arte, allá un mercado, ahí un cuarto, allá un portal, están presentes en el esquema de mi andar a ciegas, en una fracción de segundo hay que alcanzarlas y volver a dejarlas, y sus cualidades hay que descubrirlas de nuevo a cada instante.
Sólo aquella localidad cuya existencia yo conocía desde hacía tiempo, pero que no visité hasta muy tarde, se presenta entera. Es una localidad destinada para mí, y a la que escapé. Ninguna experiencia he adquirido yo en dicha localidad. No tengo con ella más relación que la de que mi nombre figuraba en las listas de los que tenían que establecerse allí para siempre. Veinte años más tarde he visto la localidad. Es inalterable. Sus edificios no pueden confundirse con ningún otro edificio.
También ella lleva un nombre polaco, como el lugar de mi nacimiento, que acaso alguna vez me mostraron por la ventanilla de un tren en marcha. La localidad está en la región donde mi padre, poco antes de nacer yo, luchó en un legendario ejército imperial y real. La localidad está dominada por los cuarteles que quedaron de aquel ejército.
Para que mejor lo entendieran los que allí trabajaban y residían, el nombre de la localidad fue adaptado al alemán.
Por la estación de Auschwitz chirrían los trenes de mercancías. Silbidos de locomotoras y humo ahogador. Topes que chocan unos con otros. El aire cargado de vapor de llovizna, los caminos blandos, los árboles desnudos y húmedos. Fábricas cubiertas de orín negro, rodeadas de alambradas y tapias. Traquetean carros tirados por caballos flacos, y los campesinos tienen caras de máscara y color de tierra. Viejas andariegas, envueltas en capotes, acarreando fardos. Más lejos, en los campos, alquerías aisladas, setos y álamos. Todo turbio y gastado. Sin cesar, los trenes por las vías, yendo lentos de acá para allá, con ventanucos enrejados en los vagones. Unas desviaciones llevan más allá, a los cuarteles, y todavía más allá, pasando por campos yermos, al fin del mundo.

Peter Weiss. ‘Informes’. 1964

25 enero 2008

Tal el suelo, tal el cielo

así en la tierra como en el cielo

Refranes castellanos de la letra "F"

Fácil es recetar, pero difícil curar.
Fácilmente el villano pásase del pie a la mano.
Fachenda y bambolla no ponen olla.
Faena que tu bolsillo llena, buena faena.
Faldas y cartas mandan en España.
Falsos diamantes no engañan a nadie sino en pueblos grandes.
Faltará la madre al hijo, y no la niebla al granizo.
Faltriquera abierta, el dinero se vuela.
Fango que se remueve, a demonios hiede.
Fantasía y más fantasías y la barriga vacía.
Fantasía y pobreza, todos en una pieza.
Favor del soberano, lluvia de verano.
Favor de señores y temporal de febrero, poco duraderos.
Favor de señorón, sombra de nubarrón, que acaba en chaparrón.
Favorece a los tuyos primero, y después a los ajenos.
Favorecer a quien no lo ha de estimar es echar agua al mar.
Favorecer a un bellaco es echar agua en un saco.
Favores harás y te arrepentirás.
Favores hechos a desmuertas, no los agradezcas.
Favores: quien menos los merece, menos los agradece.
Favor hecho a muchos, no lo agradece ninguno.
Favor otorgado en jueves, un ingrato más en viernes.
Favor retenido no debe ser agradecido.
Fea con gracia, mejor que guapa.
Febrerillo el orate, cada día un disparate.
Febrero es loco y abril, ¡no poco!
Febrero, gatos en celo.
Febrero, mes fullero.
Febreros y abriles, los más son viles.
Fe, en el Señor, y en los hombres no.
¿Fiado has? ¡Tú pagarás!
Fe sin obras, guitarra sin cuerdas.
¿Fiado? Mal recado.
Fiado y con agrado.
Fía poco y en muy pocos.
¿Fiaste? ¡La cagaste!
Fina costurera hace camisas con chorrera.
Fingir locura es a veces cordura.
Firmar sin leer sólo un necio puede hacer.
Fortuna te dé Dios, talento no.
Fraile, a tu rezar; doncella, a tu hilar.
Francesa cortesía, todo es falsía.
Francés, para ti sea; que para mí no es.
Frío de abril, peor que el eneril.
Fruta barata, llévala a casa.
Fruta de sartén, enmeladilla sabe bien.
Fruta verde, ni buen sabor tiene.
Fue puta la madre y basta; la hija saldrá a la casta.
Fuera de Dios, todos engaños son.
Fui donde no debí, ¡y cómo salí!
Fulano aceitunas quiere, y Zutano ni verlas puede.
Fácil es decir, en el hacer está el quid.
Fácil es reprender la vida ajena, para quien no la tiene buena.
Falso laurel, cágate en él, y en el que lo luce también.
Falta grave es ponerse un hombre a lo que no sabe.
Faltando el agua al granar, mal acaba el pegujar.
Favorece al afligido y serás favorecido.
Favorece a quien te ayudó y olvida al que se negó.
Favores recordados, ¡ya están saldados!
Favores en cara echados, ya están pagados.
Favorecer es por norma perder.
Febrero, cordero.
Febrero, veletero.
Feliz es la muerte que antes que la llamen viene.
Feria de locos es el mundo todo.
¡Fíate de la Virgen y no corras!
Fíate de la Virgen y suelta el taraje, y habrás hecho buen viaje.
Fidalgo peleón, para mi hija, \non\
Fíngete en gran peligro y sabrás si tienes amigos.
Firma que rubricaste, lazo que te echaste.
Firmeza en mujer y en luna, ¿quién la busca?
Florecillas en el trigo, pegujar medio perdido.
Florín con florín hace un buen tintín.
Flor sin olor, le falta lo mejor.
Flor sin olor no es completa esa flor.
¡Fox y Viana, y viva la vaca!
Fraile callejero, mujer que hable latín y golondrina en febrero, ¡mal agüero!
Fraile de buen seso, guarda lo suyo y como lo ajeno.
Fraile descalzo se pone las botas de los demás.
Frailes, ni frío ni hambre.
Fraile observante, toma de todos y no da a nadie.
Frailes y monjas, del dinero esponjas.
Francés, falso cortés.
Freno y espuelas es buena regla.
Frío es el amigo y caliente el enemigo.
Frío de abril, helado y sutil.
Fruta de huerta ajena, es sobre todas buena.
Fruta nueva, ¿quién no la prueba?
Fruta nueva, si no está madura, no es buena.
Fruta buena y dada a prueba, ¿quién no la lleva?
Fruto vedado, el más deseado.
Fue por potros y trajo muletas: ¡malhadada feria!
Fuerte desdicha es no aprovecharse de la dicha.
Fuerte-fuerte, nada tanto como la muerte,
Fuime a santiguar, y sálteme un ojo.
Fuiste doncella y viniste parida: ¡cuántas te tendrán envidia!
Fuiste virgo y vienes parida: ¡muchas querrían tal ida!
Fácil es empezar y difícil continuar.
Fraile que pide por Dios, vale por dos.
Fortuna gira sobre una rueda que nunca está queda.
Flaco hombre mucho come.
Frailes, aun los buenos, los menos.
Freno dorado no mejora el caballo.

24 enero 2008

Puesta de sol en Cambados, el último rayo es verde

puesta de sol en cambados

Foto.: Elen Güimil

Fama tiene Cambados de ofrecer a los enamorados y a los que los contemplan un último rayo de sol sobre el mar tendido, verde e imposible para las máquinas de fotos, permitido en las retinas de los humanos: es tan breve como la felicidad humana.

23 enero 2008

Una procesión en 4 fotos

san sebastian en mohedas y una escalera



descenso de san sebastián



la procesión



san sebastián

(Fotos: Mª Ángeles y Jesús)
Procesión de San Sebastián en Mohedas de la Jara. Toledo
oooooooooooooooooooooooooooo
Sobre la devoción a San Sebastián.
En Alcaracejos (Córdoba) se cantaba la siguiente

Copla

De humildes padres naciste
en gracia fuiste cabal
y honra grande adquiristeis
en la corte imperial

Estribillo

Oh Sebastián ejemplar
de invicta y santa paciencia
dignaos a Dios rogar
nos libre de pestilencia.

Sebastián santo
ruega por nos
pues imploramos (bis)
tu protección (bis)
pues imploramos
tu protección (tres)

De Sebastián imploremos
la memoria y santidad
y su triunfo ensalcemos
su felicidad y caridad.

Hoy de gozo transportados
su fineza y santidad
dando ejemplo noche y día
su fineza y salvación.

oooooooooooooooooooooooooooooooo

Y las mozas de Alcaracejos (Córdoba)

"Antes de la última reparación, cuando aún había campanilla en la ermita, las mozas tenían la costumbre de tirar chinatos por entre el soporte de la campana para colarlos sin tocar en ella. Si así lo hacían, decían que encontraban novio.

La primitiva imagen del santo era talla de madera y al ser destruida en la guerra del 36, fue sustituida por otra de escayola.

Entre las canciones que se cantaban en las procesiones del santo, alguna hace referencia a la peste por lo que da idea de ser antigua".


22 enero 2008

Plaza Mayor de Madrid: ambiente

plaza mayor de madrid

Para Centurión, que no tenía derechos pasivos, era la realidad bien triste, sin que la embelleciera ningún ensueño. La situación reaccionaria, reforzada por el innegable talento de Nocedal, llevaba trazas de perpetuarse. Había moderados para un rato. Y aun cuando la Reina, con otra repentina veleidad, les pusiese en la calle, sería para traernos a O'Donnell, con su caterva de señoretes tan bien apañados de ropa como desnudos del cacumen. No había, pues, esperanzas de colocación, los escasos ahorros se irían agotando, y la miseria que ya rondaba, vendría con adusto rostro a prepararles una muerte tristísima. Como si las propias desgracias no fueran bastantes, las ajenas llamaban a la puerta de don Mariano con desgarrador acento. Leovigildo Rodríguez, que en la desesperación de su miseria solía recurrir a las casas de juego, arriesgando un par de pesetas para sacar un par de napoleones, tuvo un percance en cierto garito de la Plaza Mayor, junto a la Escalerilla. Por un tuyo y mío surgió pendencia soez, y arrastrado a ella Leovigildo por su genio arrebatado, recibió un navajazo en el costado derecho, que a poco más le deja en el sitio. La herida era grave, pero no mortal. Lleváronle a una botica próxima; de allí, a su casa; Mercedes se desmayó, y los chicos entonaron un coro angélico que partía los corazones. Acudió Centurión al clamor de la vecindad, pues Leovigildo vivía en la calle de Lavapiés muy cerca de la de San Carlos, y viendo que en la casa se carecía de todo, y no había medios de hacer frente a la gran calamidad que se entraba por las puertas, acudió a Segismunda, hermana del herido. Esta fatua señora se limitó al ofrecimiento de sufragar los gastos de médico y botica. No podía más, según dijo, y harta estaba ya de socorrer a su hermano, que con su mala cabeza y peor conducta llamaba sobre sí todos los infortunios. Tan bárbaro despego puso al buen don Mariano en el compromiso de atender a la manutención de toda la chiquillería y de la madre, mientras el herido se restableciese, que ello sería muy largo. ¿Qué había de hacer el hombre?
Y menos mal si las calamidades vinieran solas; que solas ¡ay! no venían, sino trabadas entre sí con enredo de culebras que retuercen la cola de una en la cabeza de otra. A la entrada de primavera tuvo doña Celia un ataque de reuma que empezó con agudos dolores en la cintura, acabando en una completa invalidez y postración de ambas piernas. Creyó Centurión que el cielo se le desplomaba encima. Habría tomado para sí la enfermedad de su esposa, si estos cambios pudieran efectuarse. Se avecinaban días horrorosos, requerimientos de médicos, que uno y dos no habían de bastar; dispendios de botica, y, sobre todo, el dolor de ver en tan gran sufrimiento a la bonísima Celia. ¡Y este traspaso, estas angustias, venían en tiempo de maldición, que maldición es la cesantía y azote de pueblos!... Antes castigaba Dios a la Humanidad con el Diluvio; a Sodoma y Gomorra con el fuego: ahora, descargando sobre los países corruptos una nube de moderados, en vez de castigar a los malos, les da de comer, y a los buenos les mata de hambre. «¿Quién entiende esto, Señor; qué cojondrios de justicia es la que mandan los cielos sobre la tierra?».

En “O'Donnell” de Benito Pérez Galdós


21 enero 2008

Espino blanco

espino blanco

Carminum I, 23 (A Cloe)

Me evitas, Cloe, como el cervatillo
que por desviados montes busca
a su asustada madre, no sin vano
temor del aire y del follaje.
Si se agitan al viento las hojas del espino
si los verdes lagartos hacen que cobren
vida las zarzas, siente miedo,
su corazón tiembla, y sus rodillas.
Y, sin embargo, yo no te persigo,
como un tigre feroz o un león Gétulo,
para hacerte pedazos. Sólo quiero
que dejes de seguir a tu madre,
pues tienes edad ya de seguir a tu esposo.
XXIII.
Vitas hinnuleo me similis, Chloe,
quaerenti pavidam montibus aviis
matrem non sine vano
aurarum et siluae metu.
nam seu mobilibus vepris inhorruit
ad ventum foliis seu virides rubum
dimovere lacertae,
et corde et genibus tremit.
atqui non ego te tigris ut aspera
Gaetulusve leo frangere persequor:
tandem desine matrem
tempestiva sequi viro.


CARMINUM ~ LIBER I ~ Horacio (Quintus Horatius Flaccus)

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