15 mayo 2025

Un poema de Emily

Un poema de Emily ---

El agua se aprende por la sed;

la tierra, por los océanos atravesados;

el éxtasis, por la agonía.

La paz se revela por las batallas;

el amor, por el recuerdo de los que se fueron;

los pájaros, por la nieve.

 

Emily Dickinson

 El viento comenzó a mecer la hierba

14 mayo 2025

La bondad del corazón

 La bondad del corazón

 

Un maestro invitó a sus discípulos a indicar qué cosa creyesen más honestamente provechosa al hombre.

Uno propuso la sobriedad; el otro, la adquisición de un buen amigo; un tercero, la de un buen vecino; un cuarto, la previsión de lo futuro.

El quinto, finalmente, propuso la bondad del corazón. El maestro no aprobó la propuesta de los otros, porque, díjoles, en la bondad del corazón todas las cosas se comprenden.


Rafael Cansinos Assens (traductor)

BELLEZAS DEL TALMUD 

(ANTOLOGÍA HEBRAICA)

Plaza Mayor de Salamanca

Ilustración

13 mayo 2025

Una piedra ofrecida y aceptada. Leyenda

 Una piedra ofrecida y aceptada. Leyenda

 

En todas las ciudades de Judea había un festivo revuelo, un incesante trajín para preparar ofrendas y víctimas y llevarlas a Jerusalén, y todos los caminos que conducían a la santa ciudad estaban llenos de solícitos oferentes que hacían resonar los aires con alegres canciones.

En medio de este tumulto festivo, el pío Haniná caminaba triste, muy triste, con la cabeza baja. Ardía el buen hombre en deseos de dirigirse también a Jerusalén, pero se avergonzaba de ir sin ofrendas. Y no tenía medio alguno de adquirirlas, porque era tan pobre que apenas tenía para sustentar la vida.

El espectáculo de aquel bullicio redoblaba su melancolía, y así se salió de la ciudad y fue a sentarse sobre unas ruinas; y allí por entre los escombros daba vueltas apresurado. En uno de sus paseos tropezó con una gran piedra, se detuvo y le vino a la mente una idea. Ya que —dijo para sí— no puedo llevar otra cosa, llevaré esta piedra y la consagraré al Templo.

Contento con aquella idea, se puso con toda el alma a trabajar la piedra: la limpió, la pulió, la abrillantó y la adornó con bellos colores. Satisfecho de su obra, se dispuso a dar cima a su pensamiento. Pero el pobre hombre no había contado con lo mejor. ¿Cómo llevar aquel grave peso hasta Jerusalén? Ante este imprevisto obstáculo, el mísero volvió a caer en profunda tristeza.

Entretanto, he aquí que pasan cerca de él dos robustos obreros. Haniná se reanima, los llama y les pregunta cuánto querrían por llevar aquella piedra a Jerusalén.

–Cien monedas —respondiéronle.

–¡Cien monedas! —repite espantado el doctor—. No podría daros más de cinco.

Y con las lágrimas en los ojos, se apoya en su amada piedra y ruega.

Pasan otros dos obreros, se acercan a él, le preguntan su deseo, le proponen contentarle por la gracia de cinco monedas: se hacen cargo de la piedra, y en un abrir de ojos he aquí a todos en Jerusalén.

El piadoso varón va a pagarles, se vuelve y... habían desaparecido. Eran dos ángeles.


Rafael Cansinos Assens (traductor)

BELLEZAS DEL TALMUD 

(ANTOLOGÍA HEBRAICA)