19 marzo 2022
18 marzo 2022
Sobre el cuco - Es fácil sentir simpatía hacia los padres adoptivos, embaucados para incubar los huevos del cuco
Los parásitos tampoco necesitan vivir dentro de los huéspedes: sus genes pueden expresarse en éstos y a distancia. El polluelo de cuco no vive dentro de petirrojos u otros pájaros, no chupa su sangre ni devora sus tejidos, pero no tenemos inconveniente en clasificarlo como parásito. Las adaptaciones del cuco para manipular el comportamiento de los padres adoptivos puede considerarse una acción fenotípica extendida a distancia por parte de los genes del cuco.
Es fácil sentir simpatía hacia los padres adoptivos, embaucados para incubar los huevos del cuco. Los coleccionistas humanos de huevos también han sido engañados por el gran parecido de los huevos del cuco a los de la especie parasitada (diferentes razas de hembras de cuco se especializan en diferentes especies huéspedes). Lo que resulta difícil de entender es la conducta que, más avanzada la estación, presentan los padres adoptivos hacia los jóvenes cucos, casi ya cubiertos del todo por plumas. Estos son mucho más grandes que sus «padres»; a veces incluso de manera grotesca. Estoy viendo la fotografía de un acentor común adulto, tan pequeño en comparación con su monstruoso hijo adoptivo que tiene que subirse a su espalda para poder alimentarle. Aquí sentimos menos simpatía por el huésped. Nos maravillamos ante su estupidez, de su credulidad. Cualquier tonto sería capaz de ver que hay algo que no funciona con un hijo como este.
Claustros de la catedral de Tarragona, 1857

Érase una vez que se era y estaba quien estuviera con ganas de contar una conseja:
Hombre ilustre de la ilustre ciudad de Tarragona cuando agasajaba a un señor más importante que él y con libertad para arrugar su ceño fue en pleno convite atacado por mil ratas que parece ser que sí las hubo o había por aquél entonces en aquel lugar. De la actitud de las dueñas y damas no quisieron hablar pajes, ¡cómo sería el griterío y alboroto! El personaje principesco del arrugado ceño conminolo a librar batalla contra las ratas y hasta su total exterminio él no volvería a traspasar el umbral de su morada.
Empleó a todos los sus criados, lacayos, pobres de pedir y chicos del hospicio en el empeño y extermino de los voraces roedores. Sin resultado. ¡Un gran fracaso!
El cuñado de un primo del canónigo racionero le habló del mayor experto en el exterminio masivo de ratas. Era un gatazo enorme huido de la tierra de los francos porque estaba cansado de comer todos los días corteza de queso y que se hallaba en poder de su primo en el campo, por allá.
Hizólo venir al gato y este siendo sólo no daba abasto con tanta rata, porque como ratas corrían. El gato pensó y pensó y decidió morirse y se murió.
Muerto su enemigo mortal los ratones y ratas decidieron enterrarlo en solemne funeral y duelo y todas juntitas acudieron a comprobar el hecho y cuando todas reunidas llevaban al buen gatazo a enterrar, pidió el gato por una de sus restantes vidas y húbose de despertar y no me digáis amigos la gran matanza, la colosal matanza, la matanza ratil total.
Mas o menos el rico agradecido pidió al primo del canónigo racionero que le enviase al canónigo fabriquero para que a su cuenta ordenara la perpetuación de la memoria de los hechos del gato emigrado al que no le gustaban nada nada las cortezas del queso francés.
Parece ser que se encuentra en el cimacio. (MMV)
17 marzo 2022
Sobre el cuco - entonces el cuclillo, sobre cada árbol, se burla de los hombres casados
La Primavera
I
Cuando las margaritas multicolores y las violetas azules,
las cardaminas blancas como la plata,
y los cucos en capullo, de color amarillo,
esmaltan con delicia las praderas,
entonces el cuclillo, sobre cada árbol,
se burla de los hombres casados, pues canta:
¡Cu-cu!
¡Cu-cu! ¡Cu-cu! ¡Palabra terrible,
a los oídos de un esposo, desapacible!
II
Cuando los pastores modulan sobre una caña de avena,
y las alegres alondras despiertan a los labradores;
cuando las tórtolas, las cornejas y las grullas se aparean,
y las muchachas tienden al sol sus refajos de estío,
entonces el cuclillo, sobre cada árbol,
se burla de los hombres casados, pues canta:
¡Cu-cu!
¡Cu-cu! ¡Cu-cu! ¡Palabra terrible,
a los oídos de un esposo, desapacible!
William Shakespeare
Trabajos de amor perdidos
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