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07 septiembre 2022

A Trajano afeábasele su pasión al vino y a las mujeres

Roma, aquel centro de corrupción y de desorden que se llamaba la capital del mundo, no tenía ya emperadores que dar que no fuesen déspotas y corrompidos. Pero había una provincia que estaba siendo nuevo plantel de grandes hombres, y allí se encontró el más digno de ceñir la diadema imperial. Esta provincia era España.

El viejo Nerva, en cuya cabeza encanecida estaban amortiguadas todas las pasiones menos el amor de la patria, había adoptado por hijo a Trajano, natural de Itálica, y quiso hacer el mayor bien posible al imperio y a la humanidad, dejándole por sucesor suyo. Así España puede blasonar de haber sido la primera que dio a Roma un emperador extranjero. Pero aún sería escasa gloria, si este emperador no hubiese sido el que mereció el dictado de óptimo príncipe; que ninguno antes que él había obtenido. Verdad es que Trajano tenía ya en su favor, más que el testamento de Nerva, sus grandes y nobles cualidades para ejercer dignamente la soberanía imperial. No es que faltaran a Trajano flaquezas y vicios como hombre privado: afeábasele su pasión al vino y a las mujeres: pero la sombra de sus malos hábitos como particular desaparecía ante el brillo de sus virtudes como hombre público: bien era menester que fuesen muchas, y lo eran realmente.

Hallábase el español ilustre en Colonia cuando fue aclamado emperador (99). Partió a Roma, donde hizo su entrada pública como un padre en medio de sus hijos. Marchaba a pie, al modo que había marchado siempre en las guerras de la Germania, confundiéndose con los simples soldados como se confundía ahora entre la muchedumbre que se aglomeraba a saludarle y bendecirle. Así continuó siempre, sin que las lanzas de su guardia tuvieran que abrirle paso por entre las masas de un pueblo que le adoraba.

Trajano no necesitaba de estatuas; su presencia reemplazaba al mármol y al bronce; más aunque las mejores inscripciones para él eran las alabanzas que salían de las bocas de sus gobernados, gustábale ver inscrito su nombre en las paredes de todos los edificios, lo que le valió el apodo de Parietario; flaquezas de que no suelen librarse los más grandes hombres. Sus liberalidades proporcionaban el sustento a dos millones y medio de personas. Cuando algunos le tachaban de pródigo en sus larguezas, en las sumas que destinaba al socorro de los pobres y a la educación de sus hijos, daba por toda respuesta: Quiero hacer lo que yo, si fuese un simple particular, querría que hiciese un emperador. Dedicóse a curar los males del despotismo y las llagas de la anarquía. Toma esa espada, le dijo al prefecto del pretorio; esgrímela en favor mío si cumplo con mi deber, en contra si a él faltase. Propendiendo siempre en la administración de justicia a la indulgencia y a los sentimientos humanitarios, Prefiero, decía, la impunidad de cien culpables a la condenación de un solo inocente.

Menos instruido que generoso y enérgico, distinguióse su reinado por un carácter belicoso que había faltado a los de sus antecesores. Triunfó en la Dacia, subyugó la Asiría, combatió a los partos, venció varios reyes, llegaron sus ejércitos hasta la India, y para monumento perpetuo de sus victorias se erigió en Roma la famosa columna Trajana, formando para ello una plaza magnífica en terreno que antes ocupaba una montaña de ciento cuarenta y cuatro pies: su inauguración se solemnizó con espectáculos que duraron ciento veinte y tres días, y en que murieron más de mil fieras. Llegó con él al apogeo de su grandeza el imperio romano.

Modesto Lafuente

Historia General de España

12 agosto 2021

12 de agosto

 CARLOS V EN ITALIA

De 1529 a 1530
Su recibimiento en Génova.—Favorable impresión que su vista produjo en los italianos.—Sus proyectos de paz.—Concierto con Venecia.—Solemne y doble coronación de Carlos V en Bolonia.—El papa y el emperador.—Tratado de paz general.—Época notable en Italia.—Florencia no acepta la paz.—Guerra de Florencia.—Sitio: defensa heroica.—Triunfo de los imperiales.—Muda el emperador la forma de gobierno de Florencia.—Pasa Carlos V a Alemania.
La presencia del emperador en Italia tenía que producir gran sensación en los ánimos y grandes variaciones y mudanzas en la condición de los estados italianos. En Génova, donde primero desembarcó (12 de agosto, 1529), los compatricios de Andrés Doria que le acompañaba le recibieron y agasajaron como al protector de la república. Allí acudieron a felicitarle embajadores de todos los príncipes y estados de Italia, a excepción de Venecia y Florencia. Y como los italianos, cuyo país tanto había sufrido con la licencia y ferocidad delas tropas imperiales, se habían figurado hallar en el emperador un hombre áspero, adusto, intratable y cruel, sorprendiéronse agradablemente al ver un hombre de buen aspecto, de finos y corteses modales, de suaves costumbres y de apacible trato. De modo, que su vista primero y su porte después persuadieron a los más de que no podía haber sido él el causador de las atrocidades cometidas por sus súbditos tudescos y españoles en Milán y en Roma.

11 agosto 2021

11 de agosto

Lo que hizo don Ramiro en aquellas cortes fue anunciar su pensamiento y resolución de desprenderse de una corona tan erizada para él de espinas y de dificultades, y de retirarse otra vez a la vida religiosa y privada, puesto que tenía ya una hija en quien recayese la sucesión del reino. Tratóse en su virtud del casamiento de la infanta, aunque era a la sazón una niña de dos años. Hubiérala dado acaso el débil don Ramón al emperador don Alfonso que la destinaba para su hijo primogénito, si los aragoneses, que ni olvidaban sus recientes discordias y antipatías con los castellanos, ni querían de modo alguno que el reino de Aragón se incorporase con el de Castilla, no le hubieran persuadido a que la desposara con el conde don Ramón Berenguer IV de Barcelona, que por su valor y sus virtudes, por la inmediación de los dos estados y por la mayor analogía de costumbres entre los naturales de uno y otro reino, les ofrecía mayores ventajas, suponiendo que así no tendrían tampoco por enemigo al de Castilla atendiendo el estrecho deudo y amistad que le unía con el barcelonés, como hermano que este era de la emperatriz. Ayudó a estas negociaciones Guillén Ramón de Moncada, senescal de Cataluña y uno de los magnates de más influjo. Decidió, pues, don Ramiro dar su hija en esponsales al conde de Barcelona, y hallándose el 11 de agosto de 1137 en Barbastro se concertó el matrimonio de la infanta doña Petronila con don Ramón Berenguer, dándole con ella todo el reino de Aragón, cuanto se extendía y había sido poseído y adquirido por el rey don Sancho su padre y por don Pedro y don Alfonso sus hermanos, salvos los usos y costumbres que en tiempo de sus antecesores tuvieron los aragoneses, y reservándose el honor y título de rey. En su consecuencia todos los burgueses de Huesca hicieron juramento de obediencia y fidelidad (24 de agosto) al conde de Barcelona y nuevo rey de Aragón. Y más adelante en 27 de agosto y 13 de noviembre, hallándose don Ramiro en Zaragoza, confirmó de nuevo a presencia de los ricos-hombres de Aragón su abdicación absoluta del reino a favor de don Ramón Berenguer, y para que no hubiese duda en ello le hizo cesión de cuanto le hubiera retenido o reservado cuando le entregó su hija. Hecha esta solemne renuncia, se retiró don Ramiro a San Pedro el Viejo de Huesca, donde principalmente pasó el resto de sus días, no volviendo a tomar parte en los negocios públicos, y haciendo una vida retirada y oscura hasta más de mediado el siglo XII en que falleció.

22 de noviembre

  Deirdre frunció el entrecejo. —No al «Traiga y Compre» de Nochebuena —dijo—. Fue al anterior… al de la Fiesta de la Cosecha. —La Fiesta de...