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03 octubre 2024

3 de octubre

 3 de octubre


¿Qué nos sucede, amor, de un tiempo a esta parte? ¿Cómo puedo ser tan torpe y chapucero que en cada carta te suministre un motivo de enojo? ¿Tantas veces te he repetido lo de las transaminasas que he llegado a irritarte? La insistencia en este caso, querida, no es sino prueba de interés. No soy médico, claro, ni siquiera aficionado, pero interpretar el análisis de una hepatitis es muy simple, está al alcance de cualquiera, máxime si tenemos el anterior a la vista para compararlos. Pero no te tomes un berrinche por tan poco, amor. Yo me conformo con saber que vas mejor aunque lógicamente me intranquilizo cuando transcurren semanas sin información concreta sobre el asunto.
Lamento haberte ofendido con lo de la fotografía, pero debes hacerte cargo. Querubina, mi ama de cura, es mujer honorable y, en cierto modo, juiciosa, pero, como buena viuda fondona, proclive a la chismorrería, de tal modo, que si yo adornase con flores tu fotografía en bañador, a la media hora andaríamos en lenguas por todo el pueblo. No, no se trata de que yo sea esclavo de las convenciones sociales, entiéndeme, sino que aquí, en Cremanes, como en todas estas aldeas de Castilla, un acto semejante no sería bien interpretado. Los indígenas aceptan el bikini en las playas, inclusive aquí, en las piscinas de los veraneantes, de los forasteros, pero que el Eugenio (como aquí me dicen), un hijo del pueblo, se enamore de una mujer que se baña medio en cueros, y, para mayor escarnio, exhiba su retrato como un reto, constituiría motivo de escándalo. La gente rústica es así, querida, y yo no puedo cambiarla. Por sabido, no comparto su reacción, no me merece aprecio, pero ¿quieres decirme qué adelantaría provocándola? No te alteres, Rocío, por favor, date a razones: no me avergüenzo de ti, pero si, con el tiempo, vas a ser una asidua de este pueblo, ¿qué gano enrareciéndote el ambiente?
Por días me vuelvo susceptible e irritable. Necesito comprensión. A ciertas horas me invade el desaliento. ¿Por qué? El mundo me deprime, Rocío, me asusta. Preciso de alguien en quien confiar, en quien apoyarme cuando las aguas se agitan y el naufragio amenaza.
No quiero afligirte más. Piensa en ti, cree en ti, sueña contigo,
E. S.
Miguel Delibes
Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso

Un viejo solterón castellano y periodista jubilado establece una correspondencia progresivamente amorosa con una viuda andaluza a través de una revista sentimental. A lo largo de cuarenta y dos cartas nos proporcionará un completo retrato de sí mismo: su infancia en el pueblo, su carrera de periodista bajo el franquismo, sus ideas sobre el progreso, el amor o la televisión, sus preferencias gastronómicas o sus arraigadas costumbres de mirón impenitente. Las manías, los achaques, las osadías verbales del personaje y su fundamental timidez, chocan con la historia maravillosa del amor que sueña, imagina y pretende convertir en real. Ejemplo de brillantez constructiva y de expresión directa, Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso expresa, con sutil ironía, ideas sobre el amor, la esperanza o el cotidiano quehacer.

02 noviembre 2021

2 noviembre

2 noviembre, domingo. Las Ánimas

Por la mañana fui al camposanto a llevar al padre unas flores. He oído que en el cementerio hay una plaga de conejos. Me alegra por el padre. Así podrá entretenerse viéndoles corretear por entre las tumbas las noches de luna. Digo yo que así no se sentirá tan solo. Hace ya quince años que se marchó. ¡Cómo pasa el tiempo! A la salida del camposanto tropecé con don Florián, el cura párroco del Carmen. Me interesé por su reuma y me dijo que en los otoños secos mejora. Volvimos por el paseo de cipreses hablando del padre. Hacía una mañana templada y de no ser por lo apagado del sol y el aspecto del campo, parecería primavera. Le recordé al cura que hacía quince años de lo del padre y él dijo: «Verdaderamente no somos nadie». Él me contó algunas anécdotas de cuando cazaban juntos. Luego le recordé la tarde del entierro y le dije lealmente que su presencia me dio valor. Aquel día, quince años antes, don Florián me cogió de los brazos y me dijo: «Ya eres un hombre, Lorenzo». Lo decía porque yo tenía los ojos secos, sin darse cuenta de lo que a mí me costaba tener los ojos secos, recordando la mañana que el padre marró una liebre, tiró la escopeta y me dijo llorando: «Esto no debes hacerlo nunca, hijo». Le dije luego si recordaba que el Don pasó la noche aullando como un poseído. Don Florián dijo: «¡Qué hermoso animal aquel! ¡Sentía casi como una persona!». En seguida cambió de conversación y me mostró las casas del Secretariado. Le dije que vaya si era una gran obra. Al pasar por casa del Pepe me preguntó don Florián cómo marchaba y yo le dije que lo mismo. Él dijo que si seguía sin acercarse a la iglesia y tomando sus cosas a chacota. Le contesté lealmente que ya se sabe que el Pepe no toma nada en serio. Don Florián dijo que qué lástima de chico, que tenía buenos principios.

Hubo carta de Tino. El hombre, tan satisfecho de la vida como siempre. La madre dijo que todos los días le pide al Señor que a la Veva le nazca un crío. Le pregunté el porqué y ella dijo sólo que Tino necesita un hijo. Mi hermano dice en su carta que no podrá venir para Nochebuena.

Miguel Delibes
Diario de un cazador

Premio Nacional de Literatura 1955

Lorenzo trabaja de bedel en una escuela, mantiene a su madre, tiene las ideas muy claras sobre muchas cosas y en los ratos libres, y todos los domingos durante la temporada, va de caza. Contempla el mundo con su lúcida inteligencia de muchacho de pueblo y se cuenta a sí mismo las cosas que pasan sin pensar en la posteridad. Su existencia, aunque estrecha y humilde, está tamizada por un optimismo beligerante y una clara conciencia de su dignidad. Frente a los sinsabores cotidianos está siempre la caza, que le llena el alma de gozo —desde la elección de los cartuchos al regreso con las piezas— incluso en los días de fiasco. Delibes consigue con Diario de un cazador —Premio Nacional de Literatura 1955— una obra extraordinaria, divertida —a menudo hilarante— y conmovedora, y convierte a Lorenzo en uno de los personajes más intensos y de carne y hueso de la literatura española.

03 octubre 2021

3 de octubre

3 de octubre

¿Qué nos sucede, amor, de un tiempo a esta parte? ¿Cómo puedo ser tan torpe y chapucero que en cada carta te suministre un motivo de enojo? ¿Tantas veces te he repetido lo de las transaminasas que he llegado a irritarte? La insistencia en este caso, querida, no es sino prueba de interés. No soy médico, claro, ni siquiera aficionado, pero interpretar el análisis de una hepatitis es muy simple, está al alcance de cualquiera, máxime si tenemos el anterior a la vista para compararlos. Pero no te tomes un berrinche por tan poco, amor. Yo me conformo con saber que vas mejor aunque lógicamente me intranquilizo cuando transcurren semanas sin información concreta sobre el asunto.
Lamento haberte ofendido con lo de la fotografía, pero debes hacerte cargo. Querubina, mi ama de cura, es mujer honorable y, en cierto modo, juiciosa, pero, como buena viuda fondona, proclive a la chismorrería, de tal modo, que si yo adornase con flores tu fotografía en bañador, a la media hora andaríamos en lenguas por todo el pueblo. No, no se trata de que yo sea esclavo de las convenciones sociales, entiéndeme, sino que aquí, en Cremanes, como en todas estas aldeas de Castilla, un acto semejante no sería bien interpretado. Los indígenas aceptan el bikini en las playas, inclusive aquí, en las piscinas de los veraneantes, de los forasteros, pero que el Eugenio (como aquí me dicen), un hijo del pueblo, se enamore de una mujer que se baña medio en cueros, y, para mayor escarnio, exhiba su retrato como un reto, constituiría motivo de escándalo. La gente rústica es así, querida, y yo no puedo cambiarla. Por sabido, no comparto su reacción, no me merece aprecio, pero ¿quieres decirme qué adelantaría provocándola? No te alteres, Rocío, por favor, date a razones: no me avergüenzo de ti, pero si, con el tiempo, vas a ser una asidua de este pueblo, ¿qué gano enrareciéndote el ambiente?
Por días me vuelvo susceptible e irritable. Necesito comprensión. A ciertas horas me invade el desaliento. ¿Por qué? El mundo me deprime, Rocío, me asusta. Preciso de alguien en quien confiar, en quien apoyarme cuando las aguas se agitan y el naufragio amenaza.
No quiero afligirte más. Piensa en ti, cree en ti, sueña contigo,
E. S.

Miguel Delibes
Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso

Un viejo solterón castellano y periodista jubilado establece una correspondencia progresivamente amorosa con una viuda andaluza a través de una revista sentimental. A lo largo de cuarenta y dos cartas nos proporcionará un completo retrato de sí mismo: su infancia en el pueblo, su carrera de periodista bajo el franquismo, sus ideas sobre el progreso, el amor o la televisión, sus preferencias gastronómicas o sus arraigadas costumbres de mirón impenitente. Las manías, los achaques, las osadías verbales del personaje y su fundamental timidez, chocan con la historia maravillosa del amor que sueña, imagina y pretende convertir en real. Ejemplo de brillantez constructiva y de expresión directa, Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso expresa, con sutil ironía, ideas sobre el amor, la esperanza o el cotidiano quehacer.

¡A volar!