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11 diciembre 2021

11 de diciembre

 A principios de la guerra del rey Guillermo, el capitán Kidd mandaba un corso en las Antillas, y por varias audaces acciones adquirió reputación de hombre valeroso, así como de experto marinero. Por este tiempo, los piratas eran muy molestos en aquellas zonas, por cuyo motivo el capitán Kidd fue recomendado por lord Bellamont, entonces gobernador de Barbados, así como por diversas personas, al gobierno de aquí como persona muy digna de confianza para el mando de un barco del Gobierno y para que se emplease en perseguir a los piratas, dado que conocía perfectamente bien esos mares y estaba familiarizado con todos sus escondrijos; sin embargo, no podría decir qué razones gobernaban la política de aquellos tiempos, pero este propósito no encuentra estímulo aquí, aunque lo cierto es que habría sido de gran importancia para el tema, ya que nuestros mercaderes sufrieron daños increíbles por estos ladrones. Ante este abandono, lord Bellamont y algunos otros, que sabían de las enormes capturas que habían hecho los piratas y las prodigiosas riquezas que debían de poseer, sintieron la tentación de aparejar un barco por su propia cuenta y dar el mando al capitán Kidd, y para dar a la cosa una más grande reputación, así como para mantener a sus marineros bajo un mando mejor, se procuraron la comisión del rey para dicho capitán Kidd, de la que es exacta copia lo siguiente:

Guillermo Rex,

Guillermo III, por la gracia de Dios, rey de Inglaterra, Escocia Francia e Irlanda, defensor de la fe, etc. A nuestro leal y bienamado capitán William Kidd, comandante del barco galera Adventure, o a cualquier otro comandante eventual del mismo, saluda; por cuanto estamos informados, que el capitán Thomas Tew, John Ireland, el capitán Thomas Wake, y el capitán William Maze, o Mace, y otros súbditos, nativos o habitantes de Nueva York y de otros lugares de nuestras plantaciones en América se han asociado con diversas otras, perversas y mal dispuestas personas y, yendo en contra de la ley de las naciones, cometen muchas y grandes piraterías, robos y depredaciones en los mares de las partes de América y otras partes, con gran obstáculo y desaliento del comercio y la navegación y gran peligro y daño a nuestros amados súbditos, nuestros aliados y todos los demás que navegan en los mares con sus legales ocasiones. Por lo que OS HACEMOS SABER que nos, deseando prevenir los antedichos desacatos en lo que de nos depende y traer a los dichos piratas, filibusteros y ladrones de mar a la justicia, hemos considerado apto y, por ende, damos y otorgamos al dicho William Kidd, a quien nuestro comisionado para la función de lord almirante mayor de Inglaterra ha concedido una comisión como buque de guerra privado, con fecha del día 11 de diciembre de 1695, así como al eventual comandante del dicho barco, oficiales, marineros y otros que estarán bajo vuestro mando, pleno poder y autoridad para detener, apresar y conducir bajo vuestra custodia al dicho capitán Thomas Tew, John Ireland, capitán Thomas Wake y capitán William Maze, o Mace, y a todos los piratas, filibusteros y ladrones de mar, ya sean súbditos nuestros o de otras naciones asociadas con ellos, a quienes encontraréis en los mares o costas de América o en cualesquiera otros mares o costas, con todos sus buques y embarcaciones y todas las mercancías, como dinero, género y quincalla que se encuentren a bordo o con ellos, en caso de que se rindan de grado; pero si no se rinden sin lucha, entonces tendréis por fuerza que obligarles a la rendición. Y también os requerimos a que traigáis o mandéis que sean traídos a los tales piratas, filibusteros y ladrones de mar, pues los detendréis para someterlos a juicio legal, a fin de que ellos puedan recurrir en contra según la ley para tales casos. Y por esto mandamos a todos nuestros oficiales, ministros, y cualesquiera otros de nuestros amados súbditos colaboren y os asistan en lo que sea. Y os ordenamos por esto que llevéis un exacto diario de vuestros actos relativos a la ejecución de estos asuntos y consignéis los nombres de tales piratas y de sus oficiales y de su compañía, y los nombres de los buques y embarcaciones que detendréis y apresaréis en virtud de esta presente, y las cantidades de armas, municiones y provisiones, y el país de tales barcos, y el verdadero valor de los mismos lo más aproximadamente que podáis. Por tanto, os encargo y ordeno estrictamente, dado que responderéis de lo contrario con vuestro peligro, que de ninguna manera ofendáis o molestéis a nuestros amigos o aliados, sus barcos o súbditos, por el color o matiz de estas presentes o la autoridad otorgada por ellas. En testimonio de lo cual ordenamos sea fijado nuestro gran sello de Inglaterra a estas presentes. Dado en nuestra corte de Kensington, el día 26 de enero de 1696, séptimo año de nuestro reinado.

  ----------UNAS PÁGINAS MAS ADELANTE FINALIZA LA HISTORIA ------------

Cuando le preguntaron a Kidd si tenía algo que decir por lo que no debiese aplicársele la sentencia, contestó que no tenía nada que decir, sino que habían testificado en contra suya gentes malvadas y perversas. Y cuando fue leída la sentencia dijo: «Señor, es una sentencia muy dura. Por mi parte, soy el más inocente de todos, sólo que han testificado en contra mía gente que son perjuros».

Por consiguiente, una semana después, el capitán Kidd, Nicholas Churchill, James How, Gabriel Loff, Hugh Parrot, Abel Owen y Darby Mullins fueron ejecutados en el muelle de ejecuciones, y después colgados en cadenas, a cierta distancia unos de otros, sobre el río, donde sus cuerpos permanecieron expuestos durante muchos años.

Daniel Defoe
Historias de piratas

Las Historias de piratas de Defoe son una de las mejores fuentes para adentrarse por el mundo de la piratería, para conocer a unos lobos de mar valientes y pendencieros, inteligentes, duros y no exentos de maldad, a los que a veces les aguardaba la cárcel y la horca.

13 abril 2021

13 de abril

Los tártaros avanzaron en hordas innumerables, cuyo número no podría dar aunque era por lo menos diez mil. Una patrulla avanzó en reconocimiento de nuestras líneas y atravesó el terreno frente a nosotros. Al advertir que estaban a distancia de tiro, nuestro jefe ordenó que las dos alas avanzaran con suma rapidez y les hicieran una descarga cruzada, lo cual se efectuó de inmediato. Se alejaron entonces a todo galope, probablemente para informar a los otros de la recepción que acababa de serles brindada; y no me cabe duda de que ese saludo les enfrió notablemente la sangre, pues el ejército hizo alto como para deliberar, y dando después media vuelta abandonó su designio y no supimos más de él. Es de imaginar la alegría que nos causó semejante retirada, ya que nos habíamos sentido muy poco seguros de nuestras probabilidades contra un número tan abrumador de enemigos.

Dos días después arribamos a la ciudad de Naun o Naum. Agradecimos al gobernador el cuidado que había tenido de nosotros e hicimos una colecta por valor de unas cien coronas que repartimos entre los soldados que nos habían escoltado, quedándonos todo un día en el lugar. Se trataba de una guarnición donde se concentraban novecientos hombres y la razón de tal defensa era que antaño las fronteras moscovitas se encontraban mucho más cercanas al fuerte que en la actualidad. Parece que los rusos abandonaron más tarde aquellos territorios en una extensión de doscientas millas al oeste de Naun por considerarlos desolados e impropios para los cultivos, fuera de que su alejamiento los tornaba difíciles de defender; conviene decir aquí que aún nos hallábamos a más de dos mil millas de la Moscovia propiamente dicha.

Siguiendo el viaje, cruzamos varios grandes ríos y dos horrorosos desiertos, uno de los cuales insumió dieciséis días de viaje, mereciendo como he dicho que se llamara la Tierra de Nadie. El 13 de abril llegamos por fin a las fronteras del dominio moscovita. Creo que la primera ciudad, pueblo o fortaleza —como quiera llamársele— perteneciente al zar de Moscovia era el llamado Argunsk, en la orilla izquierda del río Argun.

No pude menos de manifestar la profunda satisfacción que me causaba haber llegado por fin a un país de cristianos o, por lo menos, a un país gobernado por cristianos. Cierto que en mi opinión apenas merecen los moscovitas tal denominación, aunque pretendan serlo y a su manera se muestren sumamente devotos.

Saludé entonces al bravo comerciante escocés de quien he hablado más arriba y tomándole la mano exclamé:

—¡Bendito sea el Señor! ¡Por fin estamos otra vez entre cristianos!

Sonriéndose, me contestó:

—No os regocijéis tan pronto, compatriota. Estos moscovitas son una rara especie de cristianos. Ya veréis que aparte del nombre, pasarán varios meses de viaje sin que descubráis el espíritu del cristianismo en esta tierra.

—De todas maneras —observé—, mejor es eso que el paganismo y la adoración de demonios.

—Os diré —declaró mi compañero— que exceptuando a los soldados rusos de las guarniciones, así como algunos habitantes de las ciudades que encontraremos de paso, todo el resto del país en una extensión superior a mil millas en redondo está poblado por los más ignorantes y peores paganos imaginables.

Daniel Defoe
Robinson Crusoe

Robinson Crusoe naufraga y acaba en una isla desierta. Allí tendrá que hacer uso de su inteligencia y perspicacia para defenderse de los peligros que esconde el lugar, deshabitado solo en apariencia. Publicada en 1719, está considerado uno de los clásicos más leídos de todos los tiempos, y en rigor, se trata de la primera de las grandes novelas inglesas, un texto fundacional. Además de un libro de aventuras, lleno de inolvidables personajes, Robinson Crusoe es una de las primeras reflexiones narrativas sobre la soledad, la sociedad y las relaciones humanas.

22 de noviembre

  Deirdre frunció el entrecejo. —No al «Traiga y Compre» de Nochebuena —dijo—. Fue al anterior… al de la Fiesta de la Cosecha. —La Fiesta de...