Mostrando entradas con la etiqueta 28 de diciembre. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta 28 de diciembre. Mostrar todas las entradas

28 diciembre 2021

28 de diciembre, día de los Inocentes,

Dos días antes de Navidad, llegó el capitán con la gente de pie y de caballo que habían ido a las provincias de Cecatami y Xalazingo, y supe como algunos naturales de ellas habían peleado con ellos, y que al cabo, de ellos por voluntad, de ellos por fuerza, habían venido de paz, y trajéronme algunos señores de aquellas provincias, a los cuales, no embargante que eran muy dignos de culpa por su alzamiento y muertes de cristianos, y porque me prometieron que de ahí en adelante serían buenos y leales vasallos de su majestad, yo, en su real nombre, los perdoné y los envié a su tierra; y así se concluyó aquella jornada, en que vuestra majestad fue muy servido, así por la pacificación de los naturales de allí, como por la seguridad de los españoles que habían de ir y venir por las dichas provincias a la Villa de la Vera Cruz.

28 diciembre 2020

28 de diciembre

La más grande derrota que el Gobierno del Don sufriera en el Frente Norte fue compensada por un alegre suceso. El 28 de diciembre llegó a Novocherkask una misión aliada: el comandante de la misión británica militar en el Cáucaso, general Poole, con su jefe de Estado Mayor, coronel Kiss y los representantes de Francia, el general Franchet d'Esperey y el capitan Fouquet.

Krasnov acompañó a los aliados al frente. En el andén de la estación de Chir, en una fría mañana de diciembre, se dispuso la guardia de honor. El general Mamontov, habitualmente borracho y de aspecto descuidado, se presentaba aquel día verdaderamente elegante, con las mejillas cuidadosamente rasuradas. Caminaba por el andén, rodeado de oficiales. Esperaban el tren. Junto al edificio de la estación se habían agrupado los músicos de la banda, que se soplaban los dedos helados y lívidos. En sus puestos de guardia se erguían, ofreciendo un espectáculo pintoresco, los cosacos del Bajo Don, hombres de todas las edades, con sus uniformes de diversos colores. Junto a viejos de canosa barba había adolescentes imberbes, se veían combatientes de características pelambres. Sobre las casacas de los viejos brillaban, como manchas de oro y plata, cruces y medallas obtenidas en las batallas de Lovcha y Plevna en los pechos de los menos ancianos colgaban las cruces ganadas en los heroicos asaltos en Gueok-Tepé, Lidnantum, o durante la guerra contra Alemania, en torno a Przemysl, Varsovia y Lvov. Los adolescentes no lucían brillantes medallas, pero se mantenían erguidos en su posición de firmes y trataban de seguir en todo la conducta de los mayores.

Envuelto en un vapor lechoso, llegó el tren con gran estruendo. Aún no se había abierto la portezuela del vagón pullman, y ya el director de la banda levantaba el brazo con ademán decidido y los músicos iniciaron vigorosamente el himno nacional inglés. Mamontov, sujetándose el sable, corrió hacia el vagón. Krasnov, con aire jovial de dueño de casa, guiaba a los huéspedes hacia la estación entre las dos hileras de cosacos, tan inmóviles que parecían de piedra.

—El pueblo cosaco se ha levantado como un solo hombre en defensa de la patria contra las bandas salvajes de soldados rojos. Tenéis ante vosotros a representantes de tres generaciones. Estos hombres han combatido en los Balcanes, contra el Japón, Austria-Hungría y Alemania, ahora luchan por la salvación de su patria —dijo en perfecto francés, con una elegante sonrisa, señalando a los viejos cosacos que, con los ojos muy abiertos, seguían inmóviles, casi sin respirar.

No por casualidad, sino por una orden de sus superiores, Mamontov se había esforzado en escoger a los cosacos para la guardia de honor.

Tras haber visitado el frente, los aliados regresaron satisfechos a Novocherkask.

—Quedo muy complacido del brillante aspecto, de la disciplina y del espíritu combativo de vuestro ejército —dijo el general Poole a Krasnov, antes de partir—. Daré inmediatamente órdenes para que desde Salónica sea enviado el primer destacamento de nuestras tropas. Entretanto, general, le ruego que tenga preparados tres mil capotes de piel y otros tantos pares de botas. Espero que con nuestro apoyo conseguiréis acabar definitivamente con el bolchevismo.

…Apresuradamente se confeccionaron capotes de piel y se prepararon botas de fieltro. Pero las tropas de desembarco de los aliados no aparecían aún en Novorosisk.

El general Poole, de regreso en Londres, fue sustituido por Briggs, hombre frío y orgulloso. Llegaba de Londres con nuevas instrucciones y anunció con la dura franqueza de los militares:

—El Gobierno de Su Majestad prestará al Ejército Voluntario del Don el más amplio apoyo maternal, pero no enviará ni un soldado.

Eran superfluos los comentarios a semejantes declaraciones…

Mijaíl Shólojov
El Don apacible

El Don apacible fue escrita en cuatro volúmenes entre 1928 y 1940 y por la que se le otorgó en 1941 el premio Stalin y el premio Nobel de Literatura en 1965. 

Esta monumental novela épica relata la intervención rusa en la I Guerra Mundial, la Revolución bolchevique, y la guerra civil rusa (1918-1921), desde el punto de vista de los cosacos del río Don, en un posición ambivalente entre las ansias de paz y de mejora de las condiciones de vida que hace a algunos apoyar a los comunistas, y una mayoría opuestos a la colectivización de sus tierras y productos, contraria a sus costumbres y tradiciones. Pero es también un novela de personajes y de costumbres, una novela histórica y que retrata lo cotidiano. 

Comparada con «Guerra y paz», nunca antes una novela había sido capaz de fluir tan magistralmente por personajes, ideas, costumbres, sentimientos, como lo hace Shólojov con la grandeza del amor y la desesperación de la guerra.

22 de noviembre

  Deirdre frunció el entrecejo. —No al «Traiga y Compre» de Nochebuena —dijo—. Fue al anterior… al de la Fiesta de la Cosecha. —La Fiesta de...