28 diciembre 2025

¿Estos jueces son capaces de instruir a los jóvenes y hacerlos mejores?

 Sócrates es culpable, porque corrompe a los jóvenes, porque no cree en los dioses del Estado, y porque en lugar de estos pone divinidades nuevas bajo el nombre de demonios.

He aquí la acusación. La examinaremos punto por punto. Dice que soy culpable porque corrompo a la juventud; y yo, atenienses, digo que el culpable es Méleto, en cuanto, burlándose de las cosas serias, tiene la particular complacencia de arrastrar a otros ante el tribunal, queriendo figurar que se desvela mucho por cosas por las que jamás ha hecho ni el más pequeño sacrificio, y voy a probároslo.

Ven acá, Méleto, dime: ¿ha habido nada que te haya preocupado más que el hacer los jóvenes lo más virtuosos posible?

MÉLETO. —Nada, indudablemente.

SÓCRATES. —Pues bien; di a los jueces cuál será el hombre que mejorará la condición de los jóvenes. Porque no puede dudarse que tú lo sabes, puesto que tanto te preocupa esta idea. En efecto, puesto que has encontrado al que los corrompe, y hasta le has denunciado ante los jueces, es preciso que digas quién los hará mejores. Habla; veamos quién es.

¿Lo ves ahora, Méleto?; tú callas; estás perplejo, y no sabes qué responder. ¿Y no te parece esto vergonzoso? ¿No es una prueba cierta de que jamás ha sido objeto de tu cuidado la educación de la juventud? Pero, repito, excelente Méleto, ¿quién es el que puede hacer mejores a los jóvenes?

MÉLETO. —Las leyes.

SÓCRATES. —Méleto, no es eso lo que pregunto. Yo te pregunto quién es el hombre; porque es claro que la primera cosa que este hombre debe saber son las leyes.

MÉLETO. —Son, Sócrates, los jueces aquí reunidos.

SÓCRATES. —¡Cómo, Méleto! ¿Estos jueces son capaces de instruir a los jóvenes y hacerlos mejores?

MÉLETO. —Sí, ciertamente.

SÓCRATES. —¿Pero son todos estos jueces, o hay entre ellos unos que pueden y otros que no pueden?

MÉLETO. —Todos pueden.

SÓCRATES. —Perfectamente, ¡por Hera!, nos has dado un buen número de buenos preceptores. Pero pasemos adelante. Estos oyentes que nos escuchan, ¿pueden también hacer los jóvenes mejores, o no pueden?

MÉLETO. —Pueden.

SÓCRATES. —¿Y los senadores?

MÉLETO. —Los senadores lo mismo.

SÓCRATES. —Pero, mi querido Méleto, todos los que vienen a las asambleas del pueblo ¿corrompen igualmente a los jóvenes o son capaces de hacerlos mejores?

MÉLETO. —Todos son capaces.

SÓCRATES. —Se sigue de aquí que todos los atenienses pueden hacer los jóvenes mejores, menos yo; solo yo los corrompo; ¿no es esto lo que dices?

MÉLETO. —Lo mismo.


Platón

Apología de Sócrates


Traducción: Patricio de Azcárate

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