CLÁSICOS
Ves la luna de invierno que asciende lentamente en el atardecer, y oyes el ladrido de los perros, como Ovidio. Luego el Ángelus, y luego algunas noches había comedias y veías también a un Príncipe, con una calavera en la mano, a la que hablaba. “¡Ah, Yorick! ¡Pobre Yorick! decía. Fueron tus clásicos. CUADERNOS DE REMBRANDT. José Jiménez Lozano
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