Nada tan duradero como el cambio;
nada tan constante como la muerte.
Cada latido del corazón nos abre una herida,
y la vida sería una eterna pérdida de sangre,
si la poesía no existiese.
Ella nos cumple lo que la naturaleza nos promete:
una edad de oro que no se oxida,
una primavera que no se desflora,
una dicha sin nubes y una juventud eterna…
Börne
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