21 agosto 2021

21 de agosto

 Entrevista con Fadela

Pregunta: Fadela, ¿quién te contaba los cuentos?, ¿de quién los aprendiste?
Respuesta: Los cuentos los empecé a aprender y a contar cuando ya era mayorcita [a partir de 10 años]. Como siempre he trabajado rodeada de mujeres, en los momentos de descanso, en vez de criticar a la gente, meternos con unos y con otros, nos poníamos a contar cuentos.
Y el recuerdo más vivo que tengo es cuando estuve ingresada en el hospital por una operación. Conocí a una mujer en el hospital y matábamos el tiempo contándonos cuentos. Sobre todo ella a mí. Me contaba cuentos de muchas clases, sobre todo de los hombres de los que no hay que fiarse, cuentos de amistad entre mujeres. Los cuentos que me contaba le recordaban momentos de su propia vida, que también me contaba.
P: Cuando eras pequeña, ¿no te contaban cuentos tus padres, tus abuelos, etc.?
R: No, no recuerdo que ningún miembro de mi familia me haya contado cuentos. Nadie me contaba cuentos.

Pámpanos de parra

tiernas hojas de parra

20 agosto 2021

20 de agosto

 La primavera y los comienzos del verano trajeron días tranquilos para Goldman, Sachs; en realidad, era un período de preparación para mayores empeños. El 26 de julio la compañía estaba lista para ellos. En esta fecha la Trading Corporation, de común acuerdo con Harrison Williams, dio a luz la Shenandoah Corporation, el primero de dos notables trusts. La inicial emisión de valores por parte de Shenandoah fue valorada en 102.500.000 dólares (dos meses más tarde se hizo una nueva emisión) y, según se dijo entonces, fue supersuscrita por siete veces su valor nominal. Se componía de acciones ordinarias y preferentes, pues para esa época Goldman, Sachs ya conocía las ventajas de la palanca. De los cinco millones de acciones ordinarias que incluía la oferta inicial, Trading Corporation adquirió dos, y Central States Electric Corporation otras dos por encargo del copatrocinador Harrison Williams, miembro del restringido consejo de administración de Goldman, Sachs and Company. Otro miembro del mismo consejo fue un distinguido abogado de Nueva York, cuya falta de lucidez puede atribuirse quizás a su juvenil optimismo. Me refiero al señor John Foster Dulles. El papel de Shenandoah se emitió a 17,50 dólares. Sobre este precio base de emisión se desarrolló una contratación realmente vigorosa. Ofrecida al mercado, abrió a 30, alcanzó la cota 36 y cerró a 36, es decir, 18,5 por encima del precio de emisión. (Al acabar el año era ocho veces y una fracción superior a éste. Cuando llegó el rechinar y crujir de dientes se cotizaba a cincuenta centavos).

Mientras tanto, Goldman, Sachs and Company preparaba ya su segundo homenaje al país natal de Thomas Jefferson, el profeta de las pequeñas y modestas empresas. No era otro que la puesta en marcha de la todavía más poderosa Blue Ridge Corporation, que hizo su aparición el 20 de agosto. Blue Ridge se fundó con un capital de 142 millones de dólares, y lo más sorprendente de todo residía en el hecho de que su patrocinador fue la Shenandoah, sólo veinticinco días más vieja. Blue Ridge se beneficiaba del mismo consejo de directores que Shenandoah, incluido el aún optimista señor Dulles. De sus 7.250.000 acciones ordinarias (también se hizo una considerable emisión de preferentes). Shenandoah suscribió un total de 6.250.000. Goldman, Sachs aplicaba ahora la técnica de la palanca con verdadera saña superadora.

Jardines de Aranjuez

Emparrado de rosas

19 agosto 2021

19 de agosto

 Evelyn

La siguiente novela ha sido dedicada con su permiso a la señorita Mary Lloyd por su obediente y humilde servidora,
La autora.
En una parte retirada del condado de Sussex, hay (si no me equivoco) un pueblo llamado Evelyn, quizá uno de los lugares más bellos del sur de Inglaterra. Un caballero que pasaba por allí a caballo, hace unos veinte años, compartió de tal forma mi opinión al respecto, que se detuvo ante la pequeña taberna que hay en él y preguntó con gran interés si había alguna casa en alquiler en la parroquia.
La tabernera, que como todo el mundo en Evelyn era extraordinariamente amable, movió la cabeza pero pareció no querer darle ninguna respuesta. Él no podía soportar aquella incertidumbre, pero tampoco sabía cómo obtener la información que deseaba. Repetir una pregunta que ya había hecho sentir incómoda a la mujer era imposible. Se dio la vuelta, visiblemente agitado. «¡En menuda situación me encuentro!», se dijo a sí mismo mientras se dirigía a la ventana y empujaba el marco hacia arriba. Se sintió aliviado por el aire, que sentía mucho más, ahora que la ventana estaba abierta, que antes. Sin embargo esto duró solo un momento. El dolor agónico de la duda y de la incertidumbre volvieron a hacer mella en su estado de Ánimo.
La buena mujer, que había observado las distintas expresiones operadas en el rostro de este, en profundo silencio y con esa benevolencia que caracteriza a todos los habitantes de Evelyn, le rogó que le informara de la causa de su desasosiego.

Rosas, Jardines de Aranjuez

Rosas

18 agosto 2021

18 de agosto

 Un día de invierno, cuando tormentosas nubes se cernían, muy bajas, sobre Sevilla, salí de viaje hacia el Sur para completar una tarea que me había impuesto a mí mismo unos años antes. Había estado planeando una novela de ambiente mexicano, y como uno de los personajes era de origen español tenía que aprender algo sobre la vida en una dehesa, o en un rancho español dedicado a la cría de toros de lidia. Como modelo, había escogido la histórica y famosa dehesa de Concha y Sierra, y un matador que vivía en Sevilla había accedido a mostrármela. Tenía gran respeto a los toros de Concha por su heroica conducta durante los últimos ochenta años.

—La dehesa se encuentra en las marismas —me advirtió al salir.
Esto parecía algo extraño, porque uno se imagina una dehesa de toros bravos situada en terreno duro, que fortalezca las patas de los animales.
—Esa equivocación la comete mucha gente —me aseguró el matador—. Es la hierba, el contenido mineral del agua…, o algo que da la tierra, no su dureza propiamente dicha. Eso es lo que hace al buen toro. En fin, los de Concha y Sierra viven en las marismas.

Enriketa ve un fantasma