06 febrero 2008

Embalse de Cervera o de Ruesga en la Montaña palentina

Foto de Mª Ángeles y Jesús

La Provincia de Palencia destaca, por su rico y variado patrimonio artístico: (WIKI)
Las diferentes muestras de Arte románico. Una de las mejores muestras de este estilo en Europa. Concentra la mayor cantidad de monumentos románicos por superficie de este continente. Destaca entre todas la Iglesia de San Martín de Frómista, uno de los mejores ejemplos románicos del mundo. Son candidatas a Patrimonio de la Humanidad.
Camino de Santiago, a su paso por la provincia, tanto por sus paisajes como por el patrimonio histórico que le rodea. Destacan las localidades de Frómista, Carrión de los Condes y Villalcázar de Sirga. Es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Iglesias y museos de la Tierra de Campos. Inmersos en el potente paisaje de Tierra de Campos típicamente castellano.
Villas Romanas: Cuentan con restos romanos muy importantes donde destacan los mosaicos. Las dos Villas principales son La Olmeda y la Tejada en Quintanilla de la Cueza
Canal de Castilla, el 80% de su recorrido transcurre por esta Provincia. Destacan las esclusas, la Dársena de Palencia y las rutas en bicicleta siguiendo el Canal. Atraviesa importantes localidades como Alar del Rey, Frómista, Grijota o la propia Palencia.
Turismo en la comarca de la Peña y Campoo (Montaña Palentina), destacando sus Parajes naturales (enmarcados en el Parque Natural de Fuentes Carrionas y la ruta de los pantanos (Compuerto, Aguilar, Camporredondo...).
Vias verdes. Antiguas vías de ferrocarril remodeladas como vías para ciclistas, caminantes o minusválidos.
Avistamiento de Aves: en la Laguna de la Nava de Fuentes.
Turismo urbano: Principalmente por su capital: Palencia. Destaca por la cantidad y calidad de sus iglesias góticas y renacentistas, su catedral, sus puentes emblemáticos, la ribera del Carrión y los edificios civiles de la Calle Mayor y de Jerónimo Arroyo y las extensas zonas verdes que la convierten el la primera por habitante de España en parques. El Cristo del Otero, que domina la ciudad y varios museos son otros atractivos de esta ciudad desconocida por el turismo.

05 febrero 2008

El derecho romano nos enseña

Estos preceptos son la base de toda sociedad justa según el derecho romano:
Iuris praecepta sunt haec: honeste vivere, alterum non laedere, suum cuique tribuere. (Vivir honradamente, no dañar a otro y dar a cada uno lo suyo).

Febrero por Edith Holden

edith holden

04 febrero 2008

Máscaras de carnaval

máscaras venecianas

El carnaval

Cuando Manuel González, alias Plinio, el jefe de la Policía Municipal, a través de un año de investigaciones sin cuento y de sucesos extraños concluyó con éxito su trabajo, pudo reconstruir de la siguiente manera parte de los hechos ocurridos en la villa de Tomelloso la tarde del Domingo de Piñata de 1925.
Aproximadamente a las seis de la tarde, una persona con un abultado lío de ropa bajo el brazo llegó a un cuartillejo derruido que había en una de las eras que flanquean el paseo del cementerio. Entre sus paredones mutilados había cenizas, piedras ahumadas y cajones de caballería. Por las noches debían de guarecerse allí gitanos u otras gentes trashumantes. En aquel día último y más furioso del carnaval, los paseos del cementerio aparecían completamente desiertos. Bajo un cielo opaco, los árboles cabeceaban al ritmo de un viento persistente y frío. Al final de los paseos, el cementerio. Sobre sus tapias asomaban puntas de cipreses, cruces y la bóveda de algún panteón. Bien muertos estaban los muertos en aquel día de vida desenfrenada. Parecía que a aquel gran solar de los tristes ya no iría nunca nadie.
La persona que sólo conocía Plinio, durante unos minutos estuvo oculta entre los lienzos de tapial mutilado. Al cabo de ellos salió completamente cambiada. Había deformado su cuerpo poniéndose algo alto sobre la cabeza y envolviendo toda su fábrica humana y postiza con una sábana, atada arriba con una cinta roja. La cara cubierta con una media negra, asomaba apenas, como entre cortinas, tras las dos alas de sábana que la máscara sujetaba con las manos, a su vez cubiertas con unos guantes de lana roja bordados en verde. La máscara llevaba un bastón de hierro.
A cierta distancia era difícil adivinar si aquella máscara era hombre o mujer. Tal era la deformación de su cuerpo, añadido por arriba y abultado por todos lados; y tal lo completo de su disfraz.
Ya fuera del cuartillejo y en plena era, aquella fantasmal —por lo ensabanada— máscara echó a andar con la mayor decisión calle del Campo abajo. Marchó silenciosa, con paso decidido, sin dar broma a nadie. Parecía que mejor que a máscaras iba a algo más concreto.
La verdad es que por la calle del Campo no había demasiado carnaval. Algunas máscaras que salían de su casa camino del centro; chiquillos cansados de arrastrar sus capisayos que hablaban ya en civil y sin quirio de máscara; y algún desdichado que montado en su mula aderezada con mantas viejas y con una palangana en la cabeza a manera de yelmo, espuerta al brazo en lugar de rodela y caña de mirasol en ristre, iba calle adelante al paso contenido de su andadura, canturreando un fandanguillo flamenco en espera de sitio adecuado para su acción.
Por las esquinas, muy ligera, al encabritado compás de su pasodoble bandurriero, pasó una estudiantina con trajes negros y coronas de flores. El pandetóforo se buscaba los calambres del codo con su parche, y algunos tunos, sin instrumento, quedaban retrasados ofreciendo las coplas impresas de su música.
Cuanto más se aproximaba la máscara a la plaza, mayor era el bullicio y la concentración. Resultaba trabajoso andar. Había que sortear con dificultad los grupos de máscaras y gentes sin disfraces que se formaban en todos sitios con cualquier pretexto. Ya en la plaza era imposible dar un paso. La gente se arremolinaba sin orden ni dirección. Entre el vocerío y los gritos de las máscaras, a veces, sin saber de dónde procedía, llegaba el redoble de un tambor, el tocar de un cencerro, o los ahogados acordes de una orquesta de cuerda. Desde el balcón del Ayuntamiento, por ejemplo, la plaza presentaba el aspecto de una enorme tortilla formada de cabezas tocadas con colorines, que se movían sin cesar en todas direcciones.
En un rincón de la plaza, junto a la «Posada de los Portales», estaba parado un carro grande. En torno a él había mucha gente. En la parte trasera había un tabladillo separado del interior por unas cortinas. A este tabladillo, como si fuera escenario, salían unos mozos vestidos de manera caprichosa, con la cara pintada de tizne o pimentón, que recitaban por turno unas escenas en versos ripiosos. Estas piezas bárbaras habían sido compuestas por ellos mismos —gañanes— en sus noches de quintería para hacerlas en carnaval.
La máscara, a aquellas horas, lo mismo que Plinio, debió de ver en el tabladillo a un mocetón con grandes barbas hechas de rabo de mula que recitaba un monólogo, que ripio a ripio, era así poco más o menos:

Y mientras tos amos comen
en mesas enmanteladas,
los pobrecitos gañanes
nos hacemos unas gachas.

Ellos, en el casino y de caza
y los míseros gañanes
con las mulas en el haza.

Aunque haga mal horage
o el sol pele las espaldas
los pobrecítos gañanes
les damos «pá» ir a la plaza...

La gente se reía a gusto, no sólo por la letra, sino por los desmedidos ademanes de los actores y sus voces a todo grito.
de Francisco García Pavón: "El carnaval" narración corta que forma parte del volumen 'Historias de Plinio'

03 febrero 2008

Almadreñas

banco y almadreñas

Voy facerte unes madreñes
de tacón y que levanten
porque eres baja y alcances
a los brazos de tu amante.

Así le cantaba a su esposa doña Evarista Santos, Rodolfo Vela en la localidad de Basconcillos del Tozo allá por los años 40 cuando de forma inesperada esta provincia de Burgos se encontro "infestada", como me decía su hija Alicia, de almadreñas hechas aquí con la madera de la Lora y vendidas profusamente en los mercados del Tozo, de Valdelucio, de Villadiego, de Zamanzas y en Burgos capital, en las tiendas de la Viuda de Pérez Antón y en la de José Jiménez.

Estas almadreñas, inesperadas, fueron confeccionadas con las hayas de los montes de Sedano y Villadiego y no pudieron jamás ser igualadas por otros almadreñeros, ya que no había nadie que las hiciera tan livianas, como las burgalesas.

¿Cómo es posible que una zona sin experiencia almadreñera, de la noche a la mañana se convirtiera en uno de los focos de fabricación más envidiado? La explicación está en una serie de circunstancias que forzaron a que ello se produjera.

Por el año 1904 y en Vibaño de Llanes (Asturias), nacía, Rodolfo Vela Santovenia, el cual por azares del destino se dedicó a hornero en las tejeras. Casó con doña Evarista Santos Pérez, también de Vibaño de Llanes y es entonces cuando entra en contacto con su suegro Fernando Santos, que era pionero almadreñero en Taberga. Vela ya había empezado a trabajar la madera haciendo cucharas y cucharones utilizando la madera de haya, alisa, o abedul y para las Semanas Santas hacía a sus hijos carracas con madera y cañas de escoba. SIGUE...

de Autor: GONZALEZ MARRON, José María. Tema: Indumentaria / Artesanía. Título del artículo: LAS ALMADREÑAS DE BURGOS


02 febrero 2008

Ordenan votar los obispos

no la votes

Dibujo: Demócrito (1881) en EL BUÑUELO

Los obispos piden el voto para "el bien mayor" con duras críticas al Gobierno Zapatero
La Conferencia Episcopal emite una nota orientando el voto, en la que ataca la negociación con grupos terroristas, el matrimonio gay o la asignatura de 'educación a la ciudadanía'. (El País).

¡A volar!