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09 septiembre 2022

LAS HOJAS DEL OTOÑO (1831)

SOL PONIENTE
Esta tarde se ha puesto el sol entre las nubes;
Al alba habrá tormenta y al ocaso, y de noche;
Vendrá luego otra aurora de obstruidos vapores;
Después noches y días, pasos del tiempo que huye.
Estos días pasarán y pasarán en tromba
Sobre el rostro de mares, sobre la faz de montes,
Sobre los ríos de plata, los bosques donde rueda
Como un himno confuso de los muertos que amamos;
Y el rostro de las aguas y el perfil de las cumbres
Plegados, más lozanos y los verdeantes bosques
Remozados al cabo, y el riachuelo campestre
al monte robará la onda que al mar entrega.
Pero yo, con la frente más baja cada día,
Yo pasaré y, friolento, bajo este cielo alegre,
Me marcharé muy pronto, en mitad de la fiesta
Sin que nada le falte al mundo luminoso.

Victor Hugo

Lo que dice la boca de sombra y otros poemas

28 junio 2022

Booz dormido por Víctor Hugo

 Booz se había acostado, rendido de fatiga; todo el día había trabajado sus tierras y luego preparado su lecho en el lugar de siempre; Booz dormía junto a los celemines llenos de trigo. Ese anciano poseía campos de trigo y de cebada; y, aunque rico, era justo; no había lodo en el agua de su molino; ni infierno en el fuego de su fragua. Su barba era plateada como arroyo de abril. Su gavilla no era avara ni tenía odio; cuando veía pasar alguna pobre espigadora: "Dejar caer a propósito espigas" -decía. Caminaba puro ese hombre, lejos de los senderos desviados, vestido de cándida probidad y lino blanco; y, siempre sus sacos de grano, como fuentes públicas, del lado de los pobres se derramaban. Booz era buen amo y fiel pariente; aunque ahorrador, era generoso; las mujeres le miraban más que a un joven, pues el joven es hermoso, pero el anciano es grande. El anciano que vuelve hacia la fuente primera, entra en los días eternos y sale de los días cambiantes; se ve llama en los ojos de los jóvenes, pero en el ojo del anciano se ve luz.

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Así pues Booz en la noche, dormía entre los suyos. Cerca de las hacinas que se hubiesen tomado por ruinas, los segadores acostados formaban grupos oscuros: y esto ocurría en tiempos muy antiguos. Las tribus de Israel tenían por jefe un juez; la tierra donde el hombre erraba bajo la tienda, inquieto por las huellas de los pies del gigante que veía, estaba mojada aún y blanda del diluvio.
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Así como dormía Jacob, como dormía Judith, Booz con los ojos cerrados, yacía bajo la enramada; entonces, habiéndose entreabierto la puerta del cielo por encima de su cabeza, fue bajando un sueño. Y ese sueño era tal que Booz vio un roble que, salido de su vientre, iba hasta el cielo azul; una raza trepaba como una larga cadena; un rey cantaba abajo, arriba moría un dios. Y Booz murmuraba con la voz del alma: "¿Cómo podría ser que eso viniese de mí? la cifra de mis años ha pasado los ochenta, y no tengo hijos y ya no tengo mujer. Hace ya mucho que aquella con quien dormía, ¡Oh Señor! dejó mi lecho por el vuestro; y estamos todavía tan mezclados el uno al otro, ella semi viva, semi muerto yo. Nacería de mí una raza ¿cómo creerlo? ¿Cómo podría ser que tenga hijos? Cuando de joven se tienen mañanas triunfantes, el día sale de la noche como de una victoria; pero de viejo, uno tiembla como el árbol en invierno; viudo estoy, estoy solo, sobre mí cae la noche, Así hablaba Booz en el sueño y el éxtasis, volviendo hacia Dios sus ojos anegados por el sueño; el cedro no siente una rosa en su base, y él no sentía una mujer a sus pies.
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Mientras dormía, Ruth, una Moabita, se había recostado a los pies de Booz, con el seno desnudo, esperando no se sabe qué rayo desconocido cuando viniera del despertar la súbita luz. Booz no sabía que una mujer estaba ahí, y Ruth no sabía lo que Dios quería de ella. Un fresco perfume salía de los ramos de asfódelos; los vientos de la noche flotaban sobre Galgalá. La sombra era nupcial, augusta y solemne; allí, tal vez, oscuramente, los ángeles volaban, a veces, se veía pasar en la noche, algo azul semejante a un ala. La respiración de Booz durmiendo se mezclaba con el ruido sordo de los arroyos sobre el musgo. Era un mes en que la naturaleza es dulce, y hay lirios en la cima de las colinas. Ruth soñaba y Booz dormía; la hierba era negra; Los cencerros del ganado palpitaban vagamente; una inmensa bondad caía del firmamento; era la hora tranquila en que los leones van a beber. Todo reposaba en Ur y en Jerimadet; los astros esmaltaban el cielo profundo y sombrío; el cuarto creciente fino y claro entre esas flores de la sombra brillaba en Occidente, y Ruth se preguntaba, inmóvil, entreabriendo los ojos bajo sus velos, qué dios, qué segador del eterno verano, había dejado caer negligentemente al irse esa hoz de oro en los campos de estrellas.
1º de mayo de 1859

29 marzo 2021

29 de marzo de 1815

Existe una escuela liberal, muy respetable, que no odia Waterloo. Nosotros no pertenecemos a ella. Para nosotros, Waterloo no es más que la fecha estupefacta de la libertad. Que tal águila haya salido de tal huevo, esto es ciertamente lo inesperado.

Waterloo, si se lo considera desde el punto de vista culminante de la cuestión, es intencionalmente una victoria contrarrevolucionaria. Es Europa contra Francia, es Petersburgo, Berlín y Viena contra París, es el statu quo contra la iniciativa, es el 14 de julio de 1789 atacado a través del 29 de marzo de 1815, es el zafarrancho de las monarquías contra el indomable motín francés. Apagar de una vez el volcán de este vasto pueblo, en erupción desde hace veintisiete años, tal era el sueño. Solidaridad de los Brunswick, de los Nassau, de los Romanoff, de los Hohenzollern, de los Habsburgo, con los Borbones. Waterloo lleva a la grupa el derecho divino. Es cierto que, habiendo sido despótico el Imperio, la realeza, por la reacción natural de las cosas, había de ser forzosamente liberal y que un orden constitucional, aunque forzoso, ha surgido de Waterloo, con gran pesar de los vencedores. Es que la revolución no puede ser verdaderamente vencida, y por ser providencial y absolutamente fatal, vuelve a aparecer siempre, antes de Waterloo, con Bonaparte, que derriba los tronos decrépitos, después de Waterloo, con Luis XVIII, que otorga y sufre a un mismo tiempo la Carta constitucional. Bonaparte pone un postillón en el trono de Nápoles, y un sargento en el trono de Suecia, empleando la desigualdad para mostrar la igualdad; Luis XVIII, en Saint-Ouen, rubrica la declaración de los derechos del hombre. ¿Queremos explicarnos lo que es la revolución? Llamémosla Progreso; y ¿queremos explicarnos lo que es el progreso? Llamémoslo Mañana. Mañana ejecuta su tarea irresistiblemente, y la ejecuta desde hoy. Llega siempre a su fin, de un modo extraordinario. Se vale de Wellington para hacer de Foy un orador, él que no era más que un soldado. Foy cae en Hougomont y se levanta en la tribuna. Así procede el progreso. No hay herramienta mala para este obrero. Ajusta a su trabajo divino, sin desconcertarse, al hombre que ha atravesado los Alpes, y al enfermo y vacilante anciano del tío Elisée. Se sirve del gotoso lo mismo que del conquistador; del conquistador exteriormente, del gotoso interiormente. Waterloo, al cortar radicalmente la demolición de los tronos europeos con la espada, no tiene otro efecto sino continuar por otro lado la obra revolucionaria. Concluyeron los militaristas y les llegó el turno a los pensadores. El siglo que Waterloo quería detener marchó por encima y prosiguió su camino. Esta victoria siniestra ha sido vencida por la libertad.

Victor Hugo
Los miserables
Tomo II - Cosette

Los miserables, una de las obras más célebres del siglo XIX, narra las vidas y las relaciones de una multitud de personajes durante un periodo de veinte años, mientras reflexiona sobre la naturaleza del bien y el mal, la historia de Francia, la arquitectura de París, la política, la ley, la ética, la justicia, la religión, las clases sociales y la naturaleza del amor romántico y familiar. Novela de luces y tinieblas, de caídas y revueltas, Los miserables posee la modernidad de las grandes obras de la literatura universal y es considerada como una defensa de los oprimidos en cualquier tiempo y lugar.

Esta segunda parte, aparecida por primera vez el 15 de mayo de 1862, se abre con la épica recreación de la batalla de Waterloo. Posteriormente, veremos a Cosette rescatada de las garras de la pareja Thénardier, así como los esfuerzos de Jean Valjean por eludir el acoso del policía Javert, que los llevarán a refugiarse donde menos se espera…

15 enero 2008

BOOZ DORMIDO por Víctor Hugo

Booz se había acostado, rendido de fatiga; todo el día había trabajado sus tierras y luego preparado su lecho en el lugar de siempre; Booz dormía junto a los celemines llenos de trigo. Ese anciano poseía campos de trigo y de cebada; y, aunque rico, era justo; no había lodo en el agua de su molino; ni infierno en el fuego de su fragua. Su barba era plateada como arroyo de abril. Su gavilla no era avara ni tenía odio; cuando veía pasar alguna pobre espigadora: "Dejar caer a propósito espigas" -decía. Caminaba puro ese hombre, lejos de los senderos desviados, vestido de candida probidad y lino blanco; y, siempre sus sacos de grano, como fuentes públicas, del lado de los pobres se derramaban. Booz era buen amo y fiel pariente; aunque ahorrador, era generoso; las mujeres le miraban más que a un joven, pues el joven es hermoso, pero el anciano es grande. El anciano que vuelve hacia la fuente primera, entra en los días eternos y sale de los días cambiantes; se ve llama en los ojos de los jóvenes, pero en el ojo del anciano se ve luz.

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Así pues Booz en la noche, dormía entre los suyos. Cerca de las hacinas que se hubiesen tomado por ruinas, los segadores acostados formaban grupos oscuros: y esto ocurría en tiempos muy antiguos. Las tribus de Israel tenían por jefe un juez; la tierra donde el hombre erraba bajo la tienda, inquieto por las huellas de los pies del gigante que veía, estaba mojada aún y blanda del diluvio.

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Así como dormía Jacob, como dormía Judith, Booz con los ojos cerrados, yacía bajo la enramada; entonces, habiéndose entreabierto la puerta del cielo por encima de su cabeza, fue bajando un sueño. Y ese sueño era tal que Booz vio un roble que, salido de su vientre, iba hasta el cielo azul; una raza trepaba como una larga cadena; un rey cantaba abajo, arriba moría un dios. Y Booz murmuraba con la voz del alma: "¿Cómo podría ser que eso viniese de mí? la cifra de mis años ha pasado los ochenta, y no tengo hijos y ya no tengo mujer. Hace ya mucho que aquella con quien dormía, ¡Oh Señor! dejó mi lecho por el vuestro; y estamos todavía tan mezclados el uno al otro, ella semi viva, semi muerto yo. Nacería de mí una raza ¿cómo creerlo? ¿Cómo podría ser que tenga hijos? Cuando de joven se tienen mañanas triunfantes, el día sale de la noche como de una victoria; pero de viejo, uno tiembla como el árbol en invierno; viudo estoy, estoy solo, sobre mí cae la noche, Así hablaba Booz en el sueño y el éxtasis, volviendo hacia Dios sus ojos anegados por el sueño; el cedro no siente una rosa en su base, y él no sentía una mujer a sus pies.

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Mientras dormía, Ruth, una Moabita, se había recostado a los pies de Booz, con el seno desnudo, esperando no se sabe qué rayo desconocido cuando viniera del despertar la súbita luz. Booz no sabía que una mujer estaba ahí, y Ruth no sabía lo que Dios quería de ella. Un fresco perfume salía de los ramos de asfódelos; los vientos de la noche flotaban sobre Galgalá. La sombra era nupcial, augusta y solemne; allí, tal vez, oscuramente, los ángeles volaban, a veces, se veía pasar en la noche, algo azul semejante a un ala. La respiración de Booz durmiendo se mezclaba con el ruido sordo de los arroyos sobre el musgo. Era un mes en que la naturaleza es dulce, y hay lirios en la cima de las colinas. Ruth soñaba y Booz dormía; la hierba era negra; Los cencerros del ganado palpitaban vagamente; una inmensa bondad caía del firmamento; era la hora tranquila en que los leones van a beber. Todo reposaba en Ur y en Jerimadet; los astros esmaltaban el cielo profundo y sombrío; el cuarto creciente fino y claro entre esas flores de la sombra brillaba en Occidente, y Ruth se preguntaba, inmóvil, entreabriendo los ojos bajo sus velos, qué dios, qué segador del eterno verano, había dejado caer negligentemente al irse esa hoz de oro en los campos de estrellas.

1º de mayo de 1859

22 de noviembre

  Deirdre frunció el entrecejo. —No al «Traiga y Compre» de Nochebuena —dijo—. Fue al anterior… al de la Fiesta de la Cosecha. —La Fiesta de...