MAÑANA PRIMAVERAL
Una mañana, clara y soleada, de mediados de abril.
Camináis en la luz, en la transparencia matinal, con una tranquila resolución, con una esbelta elasticidad de semidioses.
Las hojas de los árboles brillan y se estremecen con su verde tierno vegetal, con su polen frágil de topacio.
(Por la carretera de alquitrán los gorriones —sienosos y grisáceos— revolotean picoteando los rubios montones de estiércol.)
Una muchacha —de una fina morenez indostánica— sonríe en el antepecho de la ventana de su casa de ladrillo rebozada de cal.
Por el cielo puro de cobalto, resbalan lentamente, majestuosamente, las nubes, las redondeadas y espumosas nubes de nieve recién caída, de leche recién ordeñada.
Las cuatro estaciones
Josep Maria Junoy, 1944