Vivía el Extinto cuando una tarde en clase de periodismo oí al profesor comentar esta retahila de titulares de un periódico francés en el siglo XIX:
[Llegan los famosos Cien Días, que contienen el aliento de Europa entera al verse por última vez bajo las garras de Napoleón, que derrumba de un manotazo audaz el edificio tan fatigosamente levantado tras su derrota. Otra vez se convierten los perseguidos en perseguidores, los que gobiernan en gobernados, el rey en fugitivo. ¡Napoleón ha vuelto!
Con un sensacionalismo verdaderamente de opereta, la Prensa servil de entonces escribe día tras día: “¡El malvado ha huido!” “¡El ogro ha desembarcado en Cannes!” “¡El tirano llega a Lyon!” “¡El usurpador está a sesenta horas de la capital!” “¡Napoleón mañana estará ante nuestras murallas!” “¡Su Majestad se halla en Fontainebleau!” “¡Viva Napoleón!”
C. W. Ceram en “Dioses, tumbas y sabios”]
Con un sensacionalismo verdaderamente de opereta, la Prensa servil de entonces escribe día tras día: “¡El malvado ha huido!” “¡El ogro ha desembarcado en Cannes!” “¡El tirano llega a Lyon!” “¡El usurpador está a sesenta horas de la capital!” “¡Napoleón mañana estará ante nuestras murallas!” “¡Su Majestad se halla en Fontainebleau!” “¡Viva Napoleón!”
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