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Curiosidades sobre el chocolate. «Chocolates Escobedo, lo mejor del mundo entero»
Entre las múltiples historias que se cuentan respecto a la comercialización en España del chocolate, merece la pena detenerse en la de un tal Escobedo, quien tras aprender en La Española el método de refinamiento del zumo de caña azucarera, parece que fue el primero, o al menos uno de los primeros, en elaborar chocolate con azúcar refinado, canela y ajonjolí de Castilla. Con la masa caliente fabricaba unas tabletas de masa que desleía en leche caliente, en lugar de agua, para dar mayor dulzor y espesura al preparado. Pero lo verdaderamente curioso es que este innovador empresario chocolatero introdujo en España su producto, entre finales del siglo XVI y principios del XVII, envuelto en una hoja con ilustraciones, que hizo imprimir en la ciudad de México, con un lema o eslogan comercial que decía: «Chocolates Escobedo, lo mejor del mundo entero», y un texto en el que se podía leer:
Dejando a un lado las alegrías de los supuestos usos terapéuticos, naturalmente redactados en el tono y en la medida de los conocimientos científicos de la época (aun directamente influidos por los postulados de Galeno), llama poderosamente la atención el inicio y el final del texto. El primero es tal cual el eslogan de Cola-Cao y el último la referencia publicitaria de la Quina Santa Catalina, ambos de mediados del siglo XX. Parece que las «intertextualizaciones» no son solo cosa de estos tiempos.
Es el chocolate Escobedo desayuno y merienda ideal. Calentito y a la taza, ayuda a gastar las flemas que de la cena quedaron en el estómago, extirpando la ventosidad y malos humores, y a quebrar la piedra de los riñones, provocando el menstruo y la orina. Si lo toma la mujer estéril, se hace preñada, si lo toma la parida, tiene sobrada leche, si lo toma el melancólico, conforta el hígado, si el hidropésico, seca el humor seroso. Chocolate Escobedo es golosina que es medicina.
Dejando a un lado las alegrías de los supuestos usos terapéuticos, naturalmente redactados en el tono y en la medida de los conocimientos científicos de la época (aun directamente influidos por los postulados de Galeno), llama poderosamente la atención el inicio y el final del texto. El primero es tal cual el eslogan de Cola-Cao y el último la referencia publicitaria de la Quina Santa Catalina, ambos de mediados del siglo XX. Parece que las «intertextualizaciones» no son solo cosa de estos tiempos.
Miguel Ángel Almodóvar
Eso no estaba en mi libro de historia de la cocina española
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