Un barco se enfrenta a un iceberg, el capitán no encuentra la bocina, la tiene el pinche de cocina para anunciar el menú del día; el barco se hunde.
¡Oh, dime, noche amiga, amada vieja,que me traes el retablo de mis sueñossiempre desierto y desolado, y sólocon mi fantasma dentro,mi pobre sombra tristesobre la estepa y bajo el sol de fuego,o soñando amargurasen las voces de todos los misterios,dime, si sabes, vieja amada, dimesi son mías las lágrimas que vierto!Me respondió la noche:Jamás me revelaste tu secreto.Yo nunca supe, amado,si eras tú ese fantasma de tu sueño,ni averigüé si era su voz la tuya,o era la voz de un histrión grotesco.Dije a la noche: Amada mentirosa,tú sabes mi secreto;tú has visto la honda grutadonde fabrica su cristal mi sueño,y sabes que mis lágrimas son mías.y sabes mi dolor, mi dolor viejo.¡Oh! Yo no sé, dijo la noche, amado,yo no sé tú secreto,aunque he visto vagar ese que dicesdesolado fantasma, por tu sueño.Yo me asomo a las almas cuando llorany escucho su hondo rezo,humilde y solitario,ese que llamas salmo verdadero;pero en las hondas bóvedas del almano sé si el llanto es una voz o un eco.Para escuchar tu queja de tus labiosyo te busqué en tu sueño,y allí te vi vagando en un borrosolaberinto de espejos.
de ANTONIO MACHADO