27 abril 2007

Rosa bajo la lluvia de abril

26 de abril: rosa bajo la lluvia
Canción de amor de Rainer Maria Rilke
Love Song
How shall I hold on to my soul, so that
it does not touch yours? How shall I lift
it gently up over you on to other things?
I would so very much like to tuck it away
among long lost objects in the dark,
in some quiet, unknown place, somewhere
which remains motionless when your depths resound.
And yet everything which touches us, you and me,
takes us together like a single bow,
drawing out from two strings but one voice.
On which instrument are we strung?
And which violinist holds us in his hand?
O sweetest of songs.
CANCIÓN DE AMOR
¿Cómo he de sujetar mi alma, que no toque la tuya? ¿Cómo dirigirla por encima de ti, a las otras cosas? Ay, bien preferiría, a algo lejano, perdido en la tiniebla, someterla, en un extraño sitio en paz, que no temblase cuando tiemblan tus entrañas. Pero cuanto nos toca a ti y a mí, nos une, como un arco de violín que de dos cuerdas saca una voz sola. ¿En qué instrumento estamos los dos tensos? ¿Qué músico nos tiene entre sus manos? ¡Oh, qué dulce canción!
Rainer Maria Rilke

26 abril 2007

Gloria, San Marcos

la rana en su estanque

Gloria, San Marcos, rey de los charcos,
para mi triguito que está crecidito,
para mi cebada que ya está granada,
para mi melón que ya tiene flor.

(canción infantil tradicional)

El Ruiseñor canta de noche por John Crowley
El Ruiseñor se llama Ruiseñor, Nightingale, porque canta de noche. Hay otras aves que gritan en la noche: el dormilón lloriquea y la lechuza ulula, el somorgujo chilla y el atajacaminos clama y reclama. Pero el Ruiseñor es el único que canta: tan melodiosamente como canta la alondra cuando despunta la mañana, como el zorzal cuando se pone el sol, canta en la noche el Ruiseñor. Pero no siempre ha cantado de noche el Ruiseñor. Hubo un tiempo, mucho después del principio del mundo, pero de todos modos un tiempo muy, muy remoto, en que el Ruiseñor cantaba sólo de día, y dormía toda la noche —como el mirlo y el reyezuelo y la alondra. Cada mañana, en aquellos tiempos, cuando la noche huía y la Tierra volvía de nuevo su cara al Sol, el Ruiseñor se despertaba junto con la alondra y el petirrojo y el reyezuelo. Desembozaba su pico de entre las plumas de su hombro, esponjaba su oscuro plumaje y, mientras los largos rayos del sol se abrian paso a través de la fronda en que habitaba, el Ruiseñor cantaba. Cada mañana, en aquel entonces, parecía ser la primerísima mañana; todo cuanto veía el Ruiseñor, las hojas verdes perladas de rocío, el cielo irisado del amanecer, los árboles altos, el suelo musgoso pululante de insectos, las aves y las bestias despertando al sol, todo parecía nuevo, creado esa misma mañana. Y era así porque el Tiempo no había sido inventado todavía. Aunque estaba a punto de ser inventado.