
06 diciembre 2020
05 diciembre 2020
5 de diciembre
El 25 de diciembre de 1936 escuchó por la radio el discurso de Stalin en el VIII Congreso Extraordinario de los Soviets sobre la nueva Constitución, aprobada el 5 de diciembre. Nikolái Ivánovich había participado directamente en la discusión y redacción del documento; así pues, le afectó mucho no poder asistir al Congreso por haber caído en desgracia. Pero aún se sentía más abrumado por lo que había vivido en el pleno de diciembre, pues sólo él y Ríkov pidieron a Stalin que crease una comisión para investigar las actividades del NKVD. Los demás asistentes al pleno guardaron silencio. «Tal vez llegue el día —dijo Nikolái Ivánovich— en que todos se conviertan en testigos indeseables de los crímenes y también sean destruidos». Pero él sabía que, bajo la dictadura absoluta de Stalin, cualquiera que interviniese en defensa de Ríkov o suya recibiría un castigo inmediato. No obstante, soportar el silencio de sus camaradas le resultó increíblemente duro. Entonces recordó una vieja leyenda egipcia: en el entierro de un antiguo faraón, no sólo se reunieron sus amigos, sino también sus enemigos, pues éstos vinieron para manifestar su odio y arrojarle piedras. El difunto yacía inmóvil, pero cuando uno de ellos, a quien el faraón consideraba su amigo, también le lanzó una piedra, de pronto el muerto volvió la cabeza hacia él y lanzó un fuerte gemido: «¡Mi alma gime, gime de tal manera que no lo puedo soportar!». Nikolái Ivánovich pronunció estas palabras con tal dolor, y su mirada encerraba tanta tragedia, que en ese momento me pareció que oía el gemido de su alma.
Anna LárinaLo que no puedo olvidar
04 diciembre 2020
4 de diciembre
La metáfora de todas estas promociones fue Goldman Sachs. No se había visto nada parecido desde la «South Sea Bubble», y no volvería a verse nada igual hasta IOS («Investor Overseas Service») y Bernie Cornfeld.
La Edad de Oro de Goldman Sachs fue los casi once meses que empezaron el 4 de diciembre de 1928. Este día se constituyó la «Goldman Sachs Trading Corporation». Era un trust de inversiones cuya única función era invertir en otras Compañías; se emitieron acciones por 100 millones de dólares, el 90 por ciento de las cuales se vendieron al público. El capital se invirtió en otros valores, seleccionados de acuerdo con la suprema visión de Goldman Sachs. En el mes de febrero, la «Trading Corporation» se fusionó con la «Financial and Industrial Securities Corporation», que era otro trust de inversiones. El activo era ahora de 235 millones de dólares. En julio, la empresa fusionada lanzó la «Shenandoah Corporation». Se autorizaron acciones ordinarias y preferentes por un total de 102,3 millones de dólares, también para su inversión en otros valores. La demanda de acciones por el público fue siete veces mayor que el capital que podía suscribir, por lo cual se emitieron más. En agosto «Shenandoah» creó, a su vez, la «Blue Ridge Corporation», con 143 millones de dólares. Pocos días más tarde, la «Trading Corporation» emitió obligaciones por otros 71,4 millones de dólares, para comprar otro trust de inversiones y un Banco en la costa occidental.
Las «Shenandoah», que habían sido emitidas a 17,50 dólares y habían subido a 36,00, acabaron bajando a cincuenta centavos. Toda una pérdida. A la «Trading Corporation» le fue aún peor. En febrero de 1929, ayudada por algunas compras propias, había llegado a 222,50 dólares. Dos años más tarde podían comprarse sus acciones por un dólar o dos. «Cogió mi fortuna —dijo de su agente un contrastado comentarista— y la convirtió en agua de borrajas». Personaje importante de esta gran expropiación —director de «Shenandoah» y de «Blue Ridge»— fue John Foster Dulles. Un hombre más introspectivo se habría preguntado qué pasaba. Dulles conservó su fe inquebrantable en el sistema capitalista. Más adelante volveremos a hablar de él.
John Kenneth GalbraithLa era de la incertidumbre