24 enero 2008

Puesta de sol en Cambados, el último rayo es verde

puesta de sol en cambados

Foto.: Elen Güimil

Fama tiene Cambados de ofrecer a los enamorados y a los que los contemplan un último rayo de sol sobre el mar tendido, verde e imposible para las máquinas de fotos, permitido en las retinas de los humanos: es tan breve como la felicidad humana.

23 enero 2008

Una procesión en 4 fotos

san sebastian en mohedas y una escalera



descenso de san sebastián



la procesión



san sebastián

(Fotos: Mª Ángeles y Jesús)
Procesión de San Sebastián en Mohedas de la Jara. Toledo
oooooooooooooooooooooooooooo
Sobre la devoción a San Sebastián.
En Alcaracejos (Córdoba) se cantaba la siguiente

Copla

De humildes padres naciste
en gracia fuiste cabal
y honra grande adquiristeis
en la corte imperial

Estribillo

Oh Sebastián ejemplar
de invicta y santa paciencia
dignaos a Dios rogar
nos libre de pestilencia.

Sebastián santo
ruega por nos
pues imploramos (bis)
tu protección (bis)
pues imploramos
tu protección (tres)

De Sebastián imploremos
la memoria y santidad
y su triunfo ensalcemos
su felicidad y caridad.

Hoy de gozo transportados
su fineza y santidad
dando ejemplo noche y día
su fineza y salvación.

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Y las mozas de Alcaracejos (Córdoba)

"Antes de la última reparación, cuando aún había campanilla en la ermita, las mozas tenían la costumbre de tirar chinatos por entre el soporte de la campana para colarlos sin tocar en ella. Si así lo hacían, decían que encontraban novio.

La primitiva imagen del santo era talla de madera y al ser destruida en la guerra del 36, fue sustituida por otra de escayola.

Entre las canciones que se cantaban en las procesiones del santo, alguna hace referencia a la peste por lo que da idea de ser antigua".


22 enero 2008

Plaza Mayor de Madrid: ambiente

plaza mayor de madrid

Para Centurión, que no tenía derechos pasivos, era la realidad bien triste, sin que la embelleciera ningún ensueño. La situación reaccionaria, reforzada por el innegable talento de Nocedal, llevaba trazas de perpetuarse. Había moderados para un rato. Y aun cuando la Reina, con otra repentina veleidad, les pusiese en la calle, sería para traernos a O'Donnell, con su caterva de señoretes tan bien apañados de ropa como desnudos del cacumen. No había, pues, esperanzas de colocación, los escasos ahorros se irían agotando, y la miseria que ya rondaba, vendría con adusto rostro a prepararles una muerte tristísima. Como si las propias desgracias no fueran bastantes, las ajenas llamaban a la puerta de don Mariano con desgarrador acento. Leovigildo Rodríguez, que en la desesperación de su miseria solía recurrir a las casas de juego, arriesgando un par de pesetas para sacar un par de napoleones, tuvo un percance en cierto garito de la Plaza Mayor, junto a la Escalerilla. Por un tuyo y mío surgió pendencia soez, y arrastrado a ella Leovigildo por su genio arrebatado, recibió un navajazo en el costado derecho, que a poco más le deja en el sitio. La herida era grave, pero no mortal. Lleváronle a una botica próxima; de allí, a su casa; Mercedes se desmayó, y los chicos entonaron un coro angélico que partía los corazones. Acudió Centurión al clamor de la vecindad, pues Leovigildo vivía en la calle de Lavapiés muy cerca de la de San Carlos, y viendo que en la casa se carecía de todo, y no había medios de hacer frente a la gran calamidad que se entraba por las puertas, acudió a Segismunda, hermana del herido. Esta fatua señora se limitó al ofrecimiento de sufragar los gastos de médico y botica. No podía más, según dijo, y harta estaba ya de socorrer a su hermano, que con su mala cabeza y peor conducta llamaba sobre sí todos los infortunios. Tan bárbaro despego puso al buen don Mariano en el compromiso de atender a la manutención de toda la chiquillería y de la madre, mientras el herido se restableciese, que ello sería muy largo. ¿Qué había de hacer el hombre?
Y menos mal si las calamidades vinieran solas; que solas ¡ay! no venían, sino trabadas entre sí con enredo de culebras que retuercen la cola de una en la cabeza de otra. A la entrada de primavera tuvo doña Celia un ataque de reuma que empezó con agudos dolores en la cintura, acabando en una completa invalidez y postración de ambas piernas. Creyó Centurión que el cielo se le desplomaba encima. Habría tomado para sí la enfermedad de su esposa, si estos cambios pudieran efectuarse. Se avecinaban días horrorosos, requerimientos de médicos, que uno y dos no habían de bastar; dispendios de botica, y, sobre todo, el dolor de ver en tan gran sufrimiento a la bonísima Celia. ¡Y este traspaso, estas angustias, venían en tiempo de maldición, que maldición es la cesantía y azote de pueblos!... Antes castigaba Dios a la Humanidad con el Diluvio; a Sodoma y Gomorra con el fuego: ahora, descargando sobre los países corruptos una nube de moderados, en vez de castigar a los malos, les da de comer, y a los buenos les mata de hambre. «¿Quién entiende esto, Señor; qué cojondrios de justicia es la que mandan los cielos sobre la tierra?».

En “O'Donnell” de Benito Pérez Galdós


21 enero 2008

Espino blanco

espino blanco

Carminum I, 23 (A Cloe)

Me evitas, Cloe, como el cervatillo
que por desviados montes busca
a su asustada madre, no sin vano
temor del aire y del follaje.
Si se agitan al viento las hojas del espino
si los verdes lagartos hacen que cobren
vida las zarzas, siente miedo,
su corazón tiembla, y sus rodillas.
Y, sin embargo, yo no te persigo,
como un tigre feroz o un león Gétulo,
para hacerte pedazos. Sólo quiero
que dejes de seguir a tu madre,
pues tienes edad ya de seguir a tu esposo.
XXIII.
Vitas hinnuleo me similis, Chloe,
quaerenti pavidam montibus aviis
matrem non sine vano
aurarum et siluae metu.
nam seu mobilibus vepris inhorruit
ad ventum foliis seu virides rubum
dimovere lacertae,
et corde et genibus tremit.
atqui non ego te tigris ut aspera
Gaetulusve leo frangere persequor:
tandem desine matrem
tempestiva sequi viro.


CARMINUM ~ LIBER I ~ Horacio (Quintus Horatius Flaccus)

20 enero 2008

Enero by Edith Holden

edith holden

Then came old Ianuary, wrapped well
In many weeds to keep the cold away;
Yet did he quake and quiuer like to quell,
And blowe his nayles to warme them if he may:
For, they were numbd with holding all the day
An hatchet keene, with which he felled wood,
And from the trees did lop the needlesse spray:

Vino después el viejo enero, arropado de mil malas hierbas y sin embargo helado y tembloroso, incapaz de dominar el frío. Por mucho que les echara el aliento, sus dedos seguían ateridos de haber sostenido el día entero el hacha afilada con que había derribado árboles y podado innecesarias ramas:


"The Faerie Queen" E. Spenser.