Sonrió Laura recordando aquel prurito de decencia de sus padres y preparándose, con la sonrisa, a mirar de cara la ruina de la vieja plantación cafetalera de un solo piso, con sus cuatro costados enjalbegados alrededor del patio central donde Laura jugueteaba de niña, rodeada de puertas que se abrían y cerraban sobre los lugares vivientes del hogar, las recámaras, la sala, el comedor, pues afuera, lo vio ahora desde lejos, los muros externos eran todos ciegos. Un pudor inexplicable detuvo a Laura en su caminata hacia el hogar de sus orígenes, como si antes de entrar a la casa arruinada su espíritu requiriese un contacto renovado con la naturaleza florida que conducía al hogar, las higueras y el tulipán de Indias, el lirio colorado, el palo rojo y la copa redonda del árbol del mango.
12 mayo 2021
11 mayo 2021
11 de mayo
Butler University, Indianápolis (Indiana),
11 de mayo de 1996
Vonnegut rinde homenaje a su ciudad natal y confía en que algunos graduados se conviertan en esa clase de «santos» que hacen que la vida valga la pena.
Hola y enhorabuena.
Y gracias. Habéis hecho de nuestra nación un sitio más fuerte y admirable con vuestra onerosa educación.
Onerosa, sí señor.
Si tuviese que volver a empezar desde el principio, elegiría de nuevo crecer en la esquina de la calle Cuarenta y cuatro con North Illinois de Indianápolis, Indiana. Volvería a nacer en uno de esos hospitales de la ciudad y a ser un producto de su escuela pública.
Volvería a estudiar bacteriología y análisis cuantitativo en los cursos de verano de la Universidad de Butler.
10 mayo 2021
10 de mayo
El salario más constante del réferi es el ultraje. ¿Por qué entonces se anima a salir al campo con dos tarjetas judiciales en el bolsillo? ¿Qué compensación lo impulsa a estar ahí? Algunos son narcisistas de cabeza ostensiblemente rapada o blonda melena de beach boy; sin embargo, casi todos aspiran con humildad a no ser advertidos. Esta tarea ingrata depende de un inaudito amor al juego. El árbitro es el fan más raro.
Aunque su condición física sea buena, la ausencia de otras facultades lo condena a ser juez de un deporte que sin duda hubiera preferido jugar. Su pasión por intervenir, así sea como aguafiestas, comprueba que estamos ante el más enrevesado hincha del fútbol. Las horrorosas acusaciones acerca de la vencida honra de su madre no detienen a este mártir, capaz de sudar tras un balón intangible a cambio de contribuir a la gesta con su trémulo pitido.
Cada vez que un árbitro se equivoca, los fanáticos se acuerdan de la señora de cabellos grises que tuvo la mala fortuna de parirlo.
Un Día de las Madres coincidí en una cantina de la ciudad de México con el célebre árbitro Bonifacio Núñez. Ese 10 de mayo había organizado un festín con mariachi y decenas de convidados:
09 mayo 2021
9 de mayo
Tampoco es atinado decir que me despachó. Mi padre me acompañó a Lancing. Viajamos juntos, en tren, el 9 de mayo de 1917, un día negro en mi calendario. Lo digo literalmente, pues llevaba en el bolsillo un calendario en el que había tachado los días previos, unos más negros que otros, según fuera mi suerte, rodeando toda la hoja con un festón de cadenas.
Fue una primavera húmeda y lluviosa. Cambiamos de tren en Brighton y llegamos a Shoreham a primera hora de la tarde, donde tomamos un taxi para ir al colegio.
Hoy en día se trata de una zona bastante populosa, pero entonces no lo era. El río Adur, con marea baja, dejaba al descubierto llanuras enfangadas; en una orilla había un campamento del ejército con sus tiendas de campaña; al otro, un campo que ocasionalmente utilizaban los aviones. Al este, por la costa desolada, se llegaba hasta las últimas zonas residenciales de Brighton; al oeste, de igual manera, hasta Worthing, con la sola interrupción que suponían las aldehuelas de Lancing y Sompting, pastos y tierras de cultivo que iban a morir al borde mismo de los guijarros de la playa. Formaba el horizonte, como me recordó mi padre, «la línea de los cerros, tan noble, tan despojada».
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